“En una semana tuvimos tres robos más”, contó Teresa Aguilar, encargada del comedor 8 de Marzo, propiedad que hasta ese momento había sufrido 13 ataques en los últimos cuatro años. “Ya no sabemos qué hacer. Ya llevamos un total de 16 asaltos. No nos da el presupuesto para seguir arreglando y reponiendo cosas”, añadió. La mujer aseguró que los responsables de los hechos delictivos en el comedor, que alimenta a más de 200 personas, son conocidos del vecindario.
“Los chicos se viven drogando acá, en la puerta, y conocen nuestros movimientos. Lamentablemente, ellos se sienten discriminados y cuando no pueden robar, se enojan”, relató.
El predio está ubicado en el barrio 1 de Junio de Villa Mariano Moreno. Aguilar es una de las referentes de la organización desde hace 21 años. Entre bombitas y pasteles de carne, sopas y frutas; la mujer, junto con ocho mamás, se han encargado de que cientos de jóvenes puedan acceder a un plato de comida por las mañanas, además de diferentes actividades. “Tenemos entre 10 a 12 chicos voluntarios todas las tardes. Se hace gimnasia, manualidades. Además, se puede acceder a consultas con psicólogos”, contó Aguilar.
Cada joven que se acerca al comedor 8 de Marzo llega con una ilusión. Ahora, varios de ellos están participando de la producción de una película. “Están grabando un corto. Nuestra misión es el progreso y el servicio. Pero nos perjudican mucho los robos y la violencia con la que se manejan estas personas”, indicó.
“El domingo pasado, los vecinos nos avisaron que el ventiluz estaba roto y vinimos a ver qué pasaba. Nos habían sacado los tubos fluorescentes. Habían forzado la puerta también, aunque no pudieron abrirla. Parece que no tuvieron tiempo”, relató la mujer. “Pasaron sólo tres días y el miércoles recibimos un llamado para decirnos que habían estado en el comedor haciendo daño nuevamente. Rompieron unas rejas, pero al salón no ingresaron porque tenemos alarma, y ellos lo sabían. Hicimos que unieran esos fierros de la reja con cemento, porque no nos da el presupuesto para otra cosa”, remarcó. La referente contó que habían colocado un cable simulando una extensión eléctrica, con la intención de evitar el robo, pero no resultó. En la última ocasión (ayer por la madrugada) sacaron los cables y los fierros”, se lamentó.
“No sé cómo vamos a hacer. No entendemos tanta maldad y por qué se ensañan con el comedor. Sabemos que son chicos que se criaron en el barrio y están perdidos en la droga. Nos conocemos todos, aunque no demos nombres. Los vecinos están con miedo no sólo por la inseguridad, sino por estos chicos que viven drogados, deambulando y robando por el barrio. Ellos prefieren no hablar por miedo a represalias”, enfatizó la mujer. “La zona es insegura y necesitamos protección. Tenemos cerrado el comedor hace dos semanas porque no nos llegaron los fondos de ayuda para abarcar gastos. Se hace difícil. Sufrimos tantos robos que necesitamos arreglar las instalaciones”, agregó.
La mujer contó que hace tiempo las familias de estos chicos eran parte del comedor, y que luego se alejaron. “Varias hermanas o madres de estos chicos estuvieron con nosotros. Nos afecta mucho el daño que nos hacen. Ya no tenemos luz en los baños y las cerraduras están rotas. ¡Qué haremos!”, enfatizó. “Necesitamos ayuda, ya no sabemos cómo seguir”, concluyó.