Habría asesinado a su madre anciana con un arma blanca

La Policía halló en el interior de la vivienda un cuchillo, un palo de amasar y una pala La sospechosa sufre esquizofrenia, una enfermedad mental. La víctima tenía 76 años. Ambas vivían juntas.

PROCEDIMIENTO. El cadáver tenía varias puñaladas: en el pecho y en las piernas; también se observaron signos de golpes, según fuentes policiales. la gaceta / fotos de José Nuno PROCEDIMIENTO. El cadáver tenía varias puñaladas: en el pecho y en las piernas; también se observaron signos de golpes, según fuentes policiales. la gaceta / fotos de José Nuno

“Soy yo, mi amor. ‘Bety’, tranquilizate”, le dijo Silvana Cheda a Ema Beatriz Seade desde afuera de la casa. En ese momento, la vecina lograba tomar la mano de la mujer por la ventana para poder calmarla de manera definitiva y poder entrar a la vivienda. En el living, la madre de “Bety”, Ema Prudencia Corbalán, yacía sin vida y con distintas heridas de arma blanca.

“Dame la llave”, le pidió la amiga. “No encuentro la llave, no encuentro la llave”, le respondería alterada la dueña de la vivienda. Instantes después, Seade ubicó el llavero y le dio a un policía. “Ella quería que abriéramos la puerta”, rememoró la amiga. El esposo de Cheda y dos uniformados, que ya estaban en el lugar, lograron ingresar a la casa del barrio Juan B. Terán, y observaron en el piso el cuerpo de la víctima, de 76 años.

El cadáver tenía varias puñaladas: en el pecho y en las piernas, además de golpes que habrían sido ocasionados por el impacto de una pala, según fuentes policiales. Por eso, Seade está sospechada de haber matado a su progenitora ayer durante la siesta.

RELEVAMIENTO. Los peritos analizaron el lugar del hecho. RELEVAMIENTO. Los peritos analizaron el lugar del hecho.

Ambas vivían solas en la propiedad del pasaje Profesor José Benito González al 1.500. La sospechosa padece esquizofrenia, un trastorno mental grave, marcado por el abandono de la realidad, alucinaciones, delirios o el desequilibrio emocional, entre otras formaciones. Mientras que la anciana no podía caminar bien.

La Policía encontró en la propiedad una pala y un palo de amasar. Además, los muebles estaban “tumbados”, de acuerdo a los testigos. “Bety” terminó con la remera y en el pantalón manchadas de sangre.

El momento

Los gritos se adueñaron de la cuadra pasado el mediodía. “Mientras comía, sentí un golpe de frío. Ahí, le pedí a mi hijo que me trajera un saco para cubrirme. Un segundo después, Luis (Mansilla, su esposo) me grita desde afuera: ‘Silvana, vení’”, relacionó Cheda, quien vive a unos 20 metros de la vivienda de la tragedia.

Un compañero de trabajo de Mansilla, que llegaba a la zona, le había alertado al hombre que “algo estaba pasando” al final de la calle, por los gritos del vecino de en frente. “Ya estaban una chica y un hombre de la Policía”, contó la mujer.

Luego, los vecinos y los agentes de la fuerza ingresaron a la casa, que permanecía con las puertas y ventanas cerradas. “’Por favor, mi amor, abrime’, le decía mi marido a ‘Bety’ para poder entrar. Así nos tratábamos todo el tiempo”, dijo la amiga.

Los familiares de la víctima y la sospechosa llegaron al lugar de manera inmediata. Estos evitaron el contacto con la prensa, mientras el equipo del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) del Ministerio Público Fiscal (MPF) recolectaba pruebas y analizaba el lugar.

Sociable

“Todo el tiempo atendía a su madre. Cuando estaba tomando mate con nosotras, salía corriendo hasta su casa para cuidarla; nos decía que tenía que darle de comer. Le cocinaba, le daba los medicamentos. Ella nos contaba que quería ir a un asilo para que atendieran a su madre”, contó otra vecina, quien se presentó como Carolina, para describir la relación madre e hija.

Los vecinos caracterizaron a Seade como una persona sociable, amigable y solidaria. “Consiguió, por ejemplo, una cuna para una chica de la vuelta, ya que ésta última recién había sido madre. ¿Una loca pudo haber hecho esto? No”, expresó Cheda.

La acusada había sido atendida en varias oportunidades en el hospital de Clínicas Nuestra Señora del Carmen, donde se atiende a mujeres con patologías mentales. Los vecinos contaron que había habido momentos en que Seade “no tenía dinero para comprar su medicación”, debido a los bajos ingresos que tenía. “Se daba vuelta como podía para cuidar a su madre. Vendía productos Avon y Natura, entre otras marcas”, insistió Carolina.

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