Leonardo y Maquiavelo

Con una escritura inusual, el historiador francés Patrick Boucheron quiere reconstruir el encuentro en la Italia renacentista de dos hombres disímiles y excepcionales. Para ello parte de las escasas referencias al cruce que tuvieron en Urbino y, después, en Florencia. Los datos callan y, quizás por eso, las suposiciones se abren. A partir del silencio en el palacio de Urbino, Boucheron recupera lo sucedido.

19 Mayo 2019

Por Fabián Soberón

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

“Leonardo da Vinci ha recorrido el palacio, ha diseñado algunos de sus detalles, ha intentado descifrar sus enigmas. A todas luces también ha hablado con su amo, César Borgia, y su huésped, Nicolás Maquiavelo. Pero de esa conversación nada oímos”, escribe Patrick Boucheron en el primer capítulo de su Leonardo y Maquiavelo (Fondo de Cultura Económica).

Boucheron indaga en las investigaciones pictóricas y militares de Leonardo, en los diálogos (entre Maquiavelo y César Borgia) reconstruidos en las cartas escritas por el filósofo italiano, ese que se dio cuenta, frente a Borgia, que “es fácil conquistar el poder, pero nada es más delicado que saber conservarlo”.

El breve y contundente libro de Boucheron contiene un conjunto de capítulos cortos y punzantes que intercalan, de forma precisa y milimétrica, la narración de los sucesos y las reflexiones sobre dichos acontecimientos.

Abreva en las mínimas referencias al encuentro, en las citas históricas de otros investigadores, en las cartas, en los análisis pictóricos y políticos, en los tratados arquitectónicos, en las sangrientas alusiones militares, como el cruel crimen de Ramiro de Lorca en la plaza de Cesena: “Se encontró esta mañana en la plaza a su señoría Ramiro en dos trozos”. A propósito de Maquiavelo, desmenuza la vida del secretario del Consejo de los Diez como enviado de Florencia para custodiar la seguridad de la ciudad. Dice Boucheron: “Maquiavelo ha encontrado en Borgia un maestro del tempo político. El príncipe le concede numerosas conversaciones, a veces solemnes y ruidosas en el tumulto de los cortesanos, a veces susurradas durante las pequeñas horas de la noche. Lo llama secretario, simula hacerle confidencias, dudar, pedir consejos, y luego no dice más nada durante largas semanas. En esa corte, escribe Maquiavelo el 20 de octubre: ‘las cosas que se deben callar no son dichas y se gobierna con un admirable secreto’”. Boucheron sugiere que Maquiavelo adquiere la experiencia crucial para la posterior filosofía en la compañía del príncipe; que será esa experiencia la que le permitirá pensar, con una evaluación posterior, las ideas de El príncipe.

Boucheron no solo escribe las “vidas paralelas” de Leonardo y Maquiavelo sino que también establece una relación de causa y efecto entre la experiencia vivida y la teoría política que surge de esa experiencia. Noten, al pasar, que con un solo vocablo resume y cifra el aluvión guerrero del látigo clerical César Borgia: “vértigo”.

Telón de fondo

Boucheron cita el poema que escribió Vespucci (en el que se basó Leonardo para la fantasmal Batalla de Anghiari), bucea en los libros de Maquiavelo (El príncipe y Discursos sobre la primera década de Tito Livio) y en los cuadernos dispersos de Leonardo. Las fuentes múltiples se combinan con las suposiciones frente a lo no dicho. Leonardo y Maquiavelo es un libro de no ficción escrito con la rigurosidad del historiador profesional que se ha quitado la mácula histérica y monótona de la jerga académica. La rigurosidad de Boucheron es impecable como así también su pericia técnica en la cita de los documentos y en la producción de metáforas que dan cuenta de las posibles analogías entre las dos vidas auscultadas. Insisto en que es un libro de no ficción. Frente a la tentación de la ficción, se pregunta: “¿Habrá que arrojarse al agua y sumirse en el gran baño refrescante de la ficción? ¿Se ha de dar la palabra al novelista o al dramaturgo que sabrá reconstituir, en diálogos vívidos y evocadores, lo verosímil de las palabras intercambiadas?”. Bocuheron responde: “no”. Su labor consiste en reponer el protagonista “más elocuente de todos: la escenografía”, el contexto de los acontecimientos. Así, su relato escande, como si fuera un poema histórico jamás escrito con “bellas comparaciones”, el telón político de fondo, el detalle especifico de las vidas paralelas, la reflexión atenta y oportuna.

Con una minuciosidad espectacular y con la lupa intelectual de un historiador obsesivo, Boucheron recupera, paso a paso, el camino de Leonardo al lado de Cesar Borgia y los avatares de Maquiavelo (y de Leonardo) en el proyecto de desviación del curso del río Arno. Este proyecto tenía la codiciosa intención de perjudicar a Pisa, el eterno enemigo de Florencia.

Después de narrar la muerte extranjera de Cesar Borgia, Boucheron se demora en la lenta y compleja ejecución de Leonardo de la Batalla de Anghiari, ese fresco que quedó oculto como un fantasma en el palacio Vecchio, en Florencia, detrás del nuevo fresco realizado por Giorgio Vasari, uno de los principales impulsores del arte de Leonardo y del Renacimiento (todos sabemos que Vasari escribió la primera historia del arte italiano; pero pocos saben que tapó con su fresco feo el perfecto fresco de Leonardo). Boucheron describe las etapas de la pintura y los avatares que llevan a la inconclusión de la obra. A partir de la descripción de la personalidad de Leonardo y de la lucha con Miguel Ángel, Boucheron narra las anécdotas necesarias y piensa a Leonardo como un artista que “está en la senda del artista absoluto, que no producirá otra cosa que la obra de sí mismo, lograda en su inconclusión”.

Casi al final del libro, anota sobre el curso de las cosas del mundo, la res gestae: “La historia es inteligible, pero es incomprensible; se despliega pero no se explica, es inexorable y misteriosa. A veces baila al compás, a veces se congela en una postura sincopada; y es ese momento suspendido, muy veloz y muy lento, lo que da su pulsación al mundo”. Quizás esta caracterización metafórica y amable nos permita pensar de qué modo ocurrieron las cosas en Urbino, Milán, Florencia y Roma por esos años tumultuosos y únicos y cómo puede alguien mirar y escuchar el viento del pasado.

“¿Trabajarán juntos? ¿Y por qué no se nombran mutuamente? Henos aquí una vez más ante el secreto de la Cámara de los Esposos, obligados a leer palabras que echaron vuelo sobre unos labios ausentes”, escribe Boucheron. El historiador trabaja sobre lo no registrado, lo no escuchado pero no se tienta con hipótesis contrafácticas sino que rodea el secreto, toca sus bordes con la intención clara de penetrar en el contorno de lo insondable. La historia trata de reponer los susurros, las palabras que han sido dichas pero que no han quedado escritas.

La belleza y el poder

Con una prosa poética, con un análisis certero y minucioso de los hechos, con el uso de la analogía como método de interpretación del pasado paralelo, Boucheron ha escrito uno de los libros más claros y más hermosos sobre dos protagonistas del Renacimiento en Italia; es decir, sobre las virtudes, el lugar de la fortuna y los feos contratiempos de los príncipes, los artistas y los pensadores en el tiempo en que algunos hombres poderosos creían que el amor a la belleza no se separaba del amor al poder.

© LA GACETA

Fabián Soberón - Escritor, crítico y docente.

> Vidas paralelas *
Por Patrick Boucheron

Mientras Maquiavelo gira alrededor del secreto de César Borgia, gira y vuelve a girar su lengua alrededor de ese vértigo, rodea y desvía la espera y la impotencia, mientras hace de esa exasperación el principio activo del arte político, Leonardo también recorre y busca la falla. Siempre esas fortalezas que inspeccionar, esos planos que cartografiar, esos mapas de ciudad que dibujar.
* Leonardo y Maquiavelo (Fondo de Cultura Económica).

PERFIL

Patrick Boucheron nació en París, en 1965. Es doctor en Historia Medieval de la Sorbonne, profesor de Historia de los Poderes en Europa Occidental, siglos XIII-XVI, en el Collège de France y presidente del consejo científico en la École Française de Rome. Especialista en la historia urbana de Italia durante el Renacimiento, es uno de los mayores exponentes de la renovación historiográfica europea.

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