En Siria le temía a los francotiradores y en Tucumán, a los motochorros

George Tomas, de 20 años, llegó a la provincia junto a su mamá y su hermana. Huyeron de la guerra siria y resalta el valor de vivir en paz. Video.

En la multitud de alumnos de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) él es uno más. De zapatillas, jeans, remera de mangas largas, barba prolija y un peinado que -sin dudas- responde a las manos de un peluquero, se mimetiza con naturalidad entre los estudiantes de Ingeniería que cursan en el edificio de Rivadavia al 1.000. La primera advertencia ocurre cuando uno escucha hablar a George Tomas. Se hace evidente que este chico de 20 años recién está aprendiendo el español. Pero esa es sólo la superficie. Lo que lo diferencia del resto de los estudiantes y -por qué no- de los jóvenes tucumanos es algo mucho más profundo, violento y abrumador: él sabe esquivar los disparos de francotiradores en plena calle, aprendió a dormir aunque las bombas trituren la noche y se convirtió en un migrante que huye de la guerra, esa categoría que a los argentinos nos suele sonar lejana e inasible, pero que hoy adquiere una consistencia cada vez mayor entre nosotros.

George Tomas nació en Siria, país que abandonó hace un año y medio junto a su mamá y a su hermana de 16 años. Llegaron a Tucumán y se instalaron en Yerba Buena. Allí subsisten con la venta de comida árabe. Participó del ciclo “La otra pregunta”, que se emite los martes por www.lagaceta.com.ar y por el Canal 11 de CCC, y estos son algunos tramos de la entrevista.

- ¿Cómo fue la decisión de tu familia de dejar Siria?

- Cuando empezó la guerra, pensamos que iba a durar cuatro, cinco o seis meses. Entonces nos quedamos en Siria, pero pasaron dos, tres años y la guerra no terminaba. Estábamos cada vez peor. Los primeros meses no había electricidad, no había agua. Ya no teníamos nada. Siempre estábamos con miedo, en peligro. Siria ya no es un lugar para vivir.

- ¿Por qué vinieron a la Argentina? ¿Por qué a Tucumán?

- Nosotros tomamos muy tarde la decisión de salir de Siria, cuando ya no era fácil entrar en otros países. Entonces buscamos un país que dé visas con facilidad. Las opciones eran los de Latinoamérica.

-¿Y por qué a la Argentina si había otras opciones?

-Bueno, (Lionel) Messi es de acá (risas). Estábamos entre Argentina y Brasil, pero escuchamos que en Brasil hay mucha inseguridad, muchos robos. Mi mamá, mi hermana y yo somos tres personas ante un nuevo país… Por eso preferimos Argentina.

- ¿Con qué te encontraste cuando llegaste a Tucumán?

- Cuando entrás en la Argentina con el programa de refugiados sirios necesitás un garante. Esa persona nos recibió en Tucumán, que está bien. Es tranquilo, podés vivir. Al principio estábamos con un poco de miedo, porque es una ciudad grande para nosotros.

- ¿Dónde vivías en Siria?

- Yo vivía en una ciudad llamada Alepo. En 2016 era el lugar más peligroso del mundo. Antes de la guerra era una ciudad muy linda.

- ¿Cómo era tu vida en Siria?

- Antes de la guerra era un lugar normal. Cada persona tenía su vida, su escuela. Era muy seguro. Pero durante los primeros meses de guerra cerraron los colegios, la gente dejó de ir al trabajo. Todos estábamos con miedo. Después uno ve que la vida no para, y la gente empieza a trabajar otra vez y las escuelas abren de nuevo.

-¿Te acostumbrás?

-No, no podés acostumbrarte a esa situación. Pero podés… ¿survive? Sobrevivir.

- ¿En la zona dónde vos vivías eran habituales los conflictos?

- Depende de adónde ellos tiran las bombas, los misiles. Ningún lugar es muy seguro. Te puedo tocar en cualquier momento.

- ¿Quién son “ellos”?

-Al principio, las afueras de Alepo estaban llenas de terroristas de Estado Islámico. Después entraron en la ciudad, donde sólo un pequeño lugar quedó bajo control del Gobierno. Estábamos en el medio, siempre caían las bombas de unos y otros.

- ¿Cómo era salir a la calle?

- Cuando yo quería ir, por ejemplo, a la casa de mi abuela, había snipers (francotiradores), soldados, controles. Para cruzar había que correr rápido, porque te podían disparar.

-¿Qué te generan esos recuerdos hoy, acá en Argentina?

- Veo cómo estoy viviendo ahora y hay bastante diferencia. Ahora estoy en paz, que es una cosa que sólo podés sentir cuando la perdés.

- ¿Perdiste amigos?

-Sí… El segundo día de guerra era el Día de la Madre. El día que empezó la guerra un amigo salió a cortarse la barba para estar bien el día siguiente, le dio un beso a su madre y le dijo “que tengas un lindo día, muy lindo, hasta mañana”. Se fue y nunca volvió. Nunca. Fue feo. Y esta situación duró ocho años.

- En el conflicto sirio hay muchos intereses, muchos actores. Desde acá a veces cuesta entenderlo porque la información llega filtrada por esos actores ¿Por qué empezó el conflicto? ¿Por qué no termina?

- Al principio hubo una serie de protestas de civiles, pero después entraron Al Qaeda y Estado Islámico. Algunos decían que Siria quería construir un gasoducto hasta Rusia. Estados Unidos estaba en contra. Entonces Rusia apoyó a Siria para hacer ese gasoducto y así empezó… Tiene mucho que ver con el dinero.

- ¿Cómo fue el viaje hasta Argentina?

-Antes de la guerra, viajar de una provincia siria a otra era fácil. De Alepo a Damasco, por ejemplo, demorabas cuatro horas en colectivo. Ahora necesitás más de 14, porque cambiaron los caminos. Desde Damasco fuimos en auto hasta Líbano. De ahí tomamos un avión hasta Roma; de Roma hasta Buenos Aires, y de Buenos Aires a Tucumán.

- ¿Recordás qué sentiste cuando cruzaste la frontera?

- Fue muy difícil, porque dejás todas las cosas que tenías y que hiciste en tu lugar. Ahora tenés que empezar de cero, en un nuevo país, del que no sabés nada. Estaba triste y feliz al mismo tiempo. Feliz porque salía de la guerra.

-Hoy estás desarrollando un vínculo con Argentina ¿Creés que algún día vas a cortarlo y volver a Siria?

- Cuando tomamos la decisión de irnos, dejamos todo atrás. Dijimos: “o empezamos de nuevo o nos quedamos en Siria”. Entonces ya tomé la decisión de hacer mi vida acá. Me proyecto acá.

- ¿Qué fue lo primero que te advirtieron cuando llegaste a Tucumán?

- Lo primero que nos dijeron fue: “si mirás a dos personas en moto que te miran a vos, empezá a correr, porque te están por robar”. Pero por ahora no me pasó.

- ¿Qué diferencias notás entre la sociedad siria y la argentina?

-Cuando llegué al aeropuerto, me sorprendí porque acá saludan con un solo beso. En Siria se dan tres besos. Entonces yo siempre cuando saludo doy el primer beso y me quedo esperando los otros dos (risas). Esa es una de las cosas que noté. Y también que hay muchas fiestas. En Siria sólo hay fiestas en Navidad y Pascuas. O casamientos.

-¿Allá no salen a bailar?

- A bailar no. Hay bares, pero no es una cosa común. En Siria salimos, tomamos un jugo y volvemos a la casa.

-¿Y qué pasó cuando llegaste acá y viste que había boliches?

-Me gustó, soy fiestero (risas).

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