La sobrecarga visual que se observa en las grandes urbes del país

La sobrecarga visual que se observa en las grandes urbes del país LA GACETA/ DIEGO ARÁOZ
29 Mayo 2019

¿Qué lleva a los políticos a escribir sus apellidos en las paredes? ¿Por qué razón subsisten los pasacalles electorales? ¿Cuál es el sentido de las gigantografías? ¿Qué motiva a los candidatos a protagonizar videos personalizados de campaña en las redes sociales? Mario Riorda, presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales, considera que todas esas acciones proselitistas pueden ser efectivas en la medida que sean integradas y convergentes.

En una charla telefónica con LA GACETA, el director de la Maestría en Comunicación Política en la Universidad Austral advierte que, generalmente, se observan ciertos abusos o sobrecarga visual en ciudades grandes como Santa Fe, Córdoba o Tucumán, “que atentan contra el espíritu persuasivo de esas acciones y que, usualmente, generan un efecto bumerán o de hastío. “Hacen mucho más mal que bien y, por esa razón, no es conveniente pensar en aplicarlas de forma aislada, porque puede llegar a saturar al público a las que se orientan aquellas acciones”, agrega.

Las otras maneras

Las leyendas políticas en las paredes constituyen, según Riorda, una acción territorial, de nulo efecto, que se relaciona con lo que fue la militancia hacia un partido determinado.

Sin embargo, explica, eso no necesariamente signifique una sustitución por otros medios más modernos que pueden tener el mismo efecto: segmentar parcialmente al electorado, apelando a la territorialidad de la acción. “Hay una vieja frase de comunicación que indica que la mitad del dinero invertido en una publicidad se va a la calle, pero no se sabe qué pasa con la otra mitad y, por las dudas, continúo en ese esquema por la necesidad de sostener a la militancia”, indica. En otras palabras, eso implica que los políticos de ayer y de hoy ponen huevos en distintas canastas para captar la mayor cantidad de electores posibles.

Algo similar sucede con las gigantografías como un modo de fijar la imagen dentro del electorado. Respecto de los videos que se viralizan en las redes sociales y que muestran a los postulantes a cualquier cargo electivo cerca de un vecino, Riorda sostiene que generalmente constituyen lo que académicamente se conoce como “acciones de pseudoacontecimientos”.

A su criterio, continúa, la Ciencia Política ha definido a esas estrategias como dispositivos de proximidad o de cercanía. “Se trata de acciones persistentes que están relacionadas con la cercanía a una dimensión más humana del protagonista de la historia, que tienden a multiplicarse (a través de la viralización en las redes sociales) para tener el mayor efecto posible”, manifiesta. En ese sentido, el experto indica que el efecto de pseudoacontecimiento de ese video tiene una duración limitada, de coyuntura, “sólo para subsistir según la cotidianidad en el tiempo. De esa manera, el candidato intenta generar una imagen o una identidad de cercanía con su votante”.

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