Manzur esquivó, Bussi se enojó y Elías de Pérez se desacomodó

Bussi, Manzur y Elías de Pérez Bussi, Manzur y Elías de Pérez LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI

En un país con una democracia tan jovencita, el debate fue un paso trascendente. Juan Manzur, Silvia Elías de Pérez y Ricardo Bussi fueron muy duros los unos con los otros. Se enojaron, se ofendieron. Al terminar el debate se miraron a la cara y se dieron la mano. Una madurez necesaria para quienes pretenden gobernar Tucumán.

Cada uno se mantuvo en sus cabales hasta que llegaron los malditos ocho minutos de debate libre. En ese instante se desencajaron. Se salían de los atriles para enrostrarse mentiras, yerros y fallas. Tanto fue así que cuando debían destacar virtudes de los otros, no pudieron esbozarlas.

Ricardo Bussi se preocupó especialmente por señalar que desde el municipio de Capital se realizan aportes para ayudar a la campaña de Elías de Pérez, lo que calificó como “un robo”. El postulante de Fuerza Republicana empezó con prudencia sus críticas hacia Manzur, hasta que este le recordó deudas de la gestión de su padre y eso le sirvió para abrir una ensordecedora discusión.

Silvia Elías de Pérez ordenó su discurso comenzando las primeras preguntas con exigencias a Manzur en su rol de gobernador. Después atacó a Bussi señalando exagerados viajes al exterior. En este debate de tres cada uno buscó dejar a los otros dos unidos en un mismo lado. Manzur aprovechó para recordar el vínculo con el macrismo de Elías de Pérez, y ahí coincidió con Bussi que trató de peronistas a los otros, y Elías de Pérez directamente los juntó en el calificativo “mentirosos”.

En los debates hay ganancias y pérdidas. Manzur logró mantener su discurso y esquivar críticas sobre gastos y transparencia.

Silvia Elías de Pérez consiguió su mejor momento cuando pidió el voto con pensada emotividad y se desacomodó con los embates a lo que se limitó a decir mienten.

Bussi se mostró sólido en su discurso crítico hacia la inseguridad y cuando enumeró proyectos; cuando se enojó, se extravió.

En los debates se ponen en juego distintos valores. De eso se olvidó José Alperovich que con su ausencia y su silencio supo dar un mal ejemplo.

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