“Llevar una obra enteramente tucumana (autor, director, actores, músico) a otras latitudes es muy movilizante. En mi interior sentí una mezcla potente de sensaciones: orgullo, compromiso, responsabilidad, goce, nervios. Emociones que se sienten siempre antes de una función, pero en este caso fue muy peculiar pisar estos escenarios foráneos y llevar un pequeñito grano de arena de tucumanidad, de nuestro teatro, de lo que somos y hacemos”, dijo el actor Federico Cerisola, luego de las funciones en los teatros Modus, de Verona, y Ai Colli, de Padua, de Las manos del tiempo, obra en la que también actúan Mariana Alsina y Mauricio Martínez Zuccardi, bajo la dirección de Carlos Alsina, autor de la dramaturgia. Los artistas viajaron luego a España, donde pusieron en escena la pieza en el Teatro Comediarte, de Barcelona, y en el Estudio 2 Manuel Galiana, de Madrid, también con mucho éxito.
- ¿Cómo surgió la idea de llevar “Las manos del Tiempo” a Italia y España?
- Como muchas cosas, surgió del deseo casi utópico y soñador pero profundo, de mostrar y llevar nuestro trabajo a cuantos lugares pudiéramos dentro o fuera de nuestras fronteras. Mi compañera Mariana Alsina y su marido Mauricio Martínez Zuccardi (músico de la obra) ya tenían planeado este viaje. Nuestro autor y director Carlos María Alsina iba a estar en Italia, donde vive gran parte del año, o sea que quien faltaba para completar el elenco en Europa era yo. Y me animé, pude hacerlo, y así fue cómo con Mariana empezamos a darle fuerza y palanca a la idea, que pasó a ser proyecto a una hermosa realidad.
- ¿Cuáles eran las expectativas antes del debut?
- Era una gran incógnita cómo recibiría el público nuestro trabajo. Una obra en otro idioma, con el ingrediente de tener que leer subtítulos, y con un sello que pudiera gustar o no. Afortunadamente, a los pocos minutos de empezada la primera función en Verona, la gente pactó con nosotros, se entregó con su risa y su emoción, e internamente sentí: “listo, ya está”. Fue una función hermosa, con un gran aplauso sostenido y emocionado. Cabe destacar que este texto de Carlos Alsina es poético, potente, conmovedor, universal, por lo que no es difícil que el público entre en la atmósfera y el código que construimos.
- ¿De qué te habla el texto? ¿Qué fibra le habrá tocado al público italiano?
- Es entrañable. Aborda temas como la muerte, que nos une a todos irremediablemente, pero además plantea interrogantes acerca de Dios: cómo serán sus manos, si habrá tenido infancia... A la par que se camina por temas tan universales que nos competen a todos: el amor, la soledad, el éxito y el fracaso. Ambos personajes son muy queribles y tienen muchos rasgos que hacen que el público se identifique todo el tiempo con uno, con otro o con ambos. Creo que el público italiano no escapa a las generales de la ley. La obra es universal y creo que los seres humanos nos conmovemos con las mismas cosas en algún punto. Ante ciertas situaciones nos comportamos muchas veces de igual manera. Lloramos por las mismas tristezas. Eso quizás explica que un tucumano o un italiano reciban este trabajo de igual manera. Por suerte para nosotros, con mucha emoción, con risas y también con lágrimas. El público italiano en Verona y Padua ha sido muy amoroso y elogioso con el espectáculo, y eso hace que uno sienta que la tarea está cumplida.