"En las telenovelas los adolescentes encuentran guiones para enfrentarse al amor"

Una profesora de Comunicación de la UNT rescata el valor de un género habitualmente despreciado. Lugar de aprendizajes claves.

MARIANA CARLÉS. En ocho años de trabajo de campo, las telenovelas le dan claves para comprender a los adolescentes. MARIANA CARLÉS. En ocho años de trabajo de campo, las telenovelas le dan claves para comprender a los adolescentes.

Cuenta que -siempre combinadas con una capacidad increíble de devorar libros- las telenovelas la apasionan desde chica. “En realidad, lo que me gustaba era que me contaran historias, en el formato que fuera. Y mis investigaciones me fueron convenciendo de que es algo que nos gusta a muchos, y que explica un montón de fenómenos culturales actuales, como el gran apogeo de las series y la supervivencia (con sus metamorfosis) de las telenovelas”, añade Mariana Carlés, flamante doctora en Humanidades con orientación en Comunicación Social, y jefa de trabajo práctico en dos materias de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UNT.

Cuenta también que hizo su tesis de licenciatura sobre las telenovelas como género, y que en los ocho años de trabajo de campo constató que estas son para los adolescentes herramientas poderosas a la hora de la construcción de identidades, en especial, en su concepción del amor y en todo lo que este implica.

Mariana Carlés. Mariana Carlés.

Historias de amor

“Durante mucho tiempo las telenovelas -cuya esencia, no importa dónde ni entre quiénes, es el amor contrariado, pero con final feliz- han sido vapuleadas por la crítica y por el sentido común, tanto en lo formal (estético, artístico) como en lo moral. Sin embargo las entrevistas mostraron que no hacen distinción de edades, de clase ni de género: les gustan a casi todo el mundo”, destaca Mariana. Quizás motorizado por eso, hace un tiempo que el desprecio por el género empezó a transformarse en interés, incluso académico. “Las telenovelas son un fenómeno cultural muy importante, entre otras razones, por su masividad. Cabe entonces preguntarse, por ejemplo, ¿qué función cumplen?”, añade.

La respuesta no es sencilla, pero da cuenta de una realidad -entre otras muchas- que su investigación logró constatar: a la hora de conseguir información sobre sexualidad, los adolescentes las reconocen como una fuente importante. La forma más breve (que no sencilla) de explicar su función en el mundo adolescente puede ser la siguiente: les dan guiones (en el sentido de relatos escritos de lo que va a suceder) para enfrentarse a la relación amorosa y a la situación de cortejo. Y esa función puede posiblemente explicar una de las conclusiones del trabajo: “aunque la mirada de adultos percibe a los adolescentes como muy diferentes de nosotros, lo que observé es que hay algunas transformaciones, pero también un montón de continuidades en su idea del amor: en ellos también es muy fuerte el ideal de amor romántico, para siempre, monógamo... -describe Mariana- Hay contradicciones, y muchas veces conviven en el mismo sujeto”.

Fenómeno de dos caras

Explica que los discursos telenovelescos entran en tensión entre dos funciones: son, por un lado, un claro mecanismo de reproducción de pautas culturales, que en muchos casos pueden ser retardatarias.

“Pero al mismo tiempo se adaptan y van reflejando -de manera edulcorada, anestesiada, quizás pero lo hacen- las modificaciones que la sociedad va viviendo; recogen preocupaciones, formas de mirar el mundo, de sentirlo...”, añade y destaca: “el ‘final feliz’ sigue siendo el mismo, pero en el camino aparecen otros temas, muchas veces polémicos, como el amor homosexual, que son abordados desde una mirada afectiva, no intelectual, y ese es otro rasgo que permite las identificaciones”.

Espejo donde mirarse

Las respuestas que a lo largo de tantos años le dieron los adolescentes le mostraron que las telenovelas son para ellos lugares de saber sobre “lo amoroso” y sus vicisitudes. Y que, a pesar de que muchas veces se tocan temas lejanos a ellos (en problemática o en nivel socioeconómico, entre otras variables), los miembros de estas juventudes -“que claramente son diversas”, resalta- las sienten próximas: “me gustan porque hablan de nosotros”, dicen.

“Lo que encuentran -explica Mariana- es lo que no hallan en la mirada adulta: modelos en los aspectos relacionales: con la pareja (el amor), con los amigos, con los adultos (la rebeldía). Las telenovelas les ofrecen horizontes de sentido respecto de cómo pueden ser las cosas”. Y por otro lado les dan “recetas” para actuar a la hora del cortejo (temas que en general no hablan con los adultos). “Claro que esas ‘recetas’ también actúan confirmando modelos: la ‘eternidad’ del verdadero amor y la monogamia (que se reformula en ‘monogamia serial’, pero sigue sin aceptar relaciones simultáneas, especialmente para las mujeres) son pautas culturales que se resisten a ser arcaicas”, destaca.

Y hay otra arista importante del amor en esta edad, la sexualidad; y cuando se indaga de dónde obtienen información sobre este tema, los chicos reconocen tres fuentes, entre las que (al menos en los testimonios) no se encuentran sus pares: la escuela, centrada fundamentalmente en lo biológico; la familia y las telenovelas. “De estas rescatan fundamentalmente el tema del placer”, cuenta Marina y da dos últimos datos: “como en todo, en el tema sexualidad hay prescripciones y proscripciones (en manos de los adultos): están, al menos de la boca para afuera, prohibidas las relaciones sexuales, pero el beso es un mandato. Llegar a los 15 sin haber sido besado está muy mal visto. Y tener novio es todo un capital social: significa que sos importante para alguien. Y eso siempre es crucial para un adolescente”.

Las telenovelas de hoy

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En las telenovelas los adolescentes encuentran guiones para enfrentarse al amor

“A lo largo de la historia de las telenovelas -asegura Mariana Carlés- muchas cosas han cambiado. Dejaron de ser tan melodramáticas;  las historias no se informan ni se explican, se actúan...”. “Y aunque el corazón del género son y serán las historias de amor, contrariado con final feliz, este ya no necesariamente implica que la pareja inicial sea la que protagonice ese final”, añade. Lo interesante es que esas modificaciones implican también que se van introduciendo temas nuevos que forman parte de la realidad -y posiblemente del raiting, tampoco hay que idealizar la cosa-. Esa tendencia ha ido creciendo poco a poco. “En ‘Casi ángeles’, por ejemplo, aparecían historias que podían relacionarse con la explotación infantil; Farsantes planteó el amor homosexual en los mismos términos que se usan para una historia de amor heterosexual”, ejemplifica.

Pero en mayo del año pasado se lanzó una historia que desafiaba muchos modelos en simultáneo: la telenovela “100 días para enamorarse”, de Sebastián Ortega y con guion de Ernesto Korovsky, Silvina Frejdkes y Alejandro Quesada, puso a la vista de todos, durante 125 capítulos, temas candentes como lenguaje inclusivo, derecho de todos a tener distintas opiniones, divorcio, drogas, alcohol o violencia de género,  transexualidad, homosexualidad, “poliamor”, identidad de género, diferentes conformaciones de familias, embarazo adolescente...

“Esta ‘actualización’ temática permite que la sociedad escuche y vea, desde lo afectivo, lo que está ocurriendo fuera de las pantallas”, señala Mariana. “Las representaciones del amor y del cortejo que circulan en las telenovelas -muestran los datos de mis investigaciones- tienen la posibilidad de incidir en las representaciones sociales sobre las formas de amar y de cortejar en la realidad”.

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