No es tiempo de volverse loco

Este Atlético no le gusta al hincha ni es el que quiere Zielisnki; pero el torneo recién comienza.

CUERPO A CUERPO. Ariel Rojas intenta ganar la posesión sobre la banda. Atlético apostó por un medio campo bien poblado en Santiago, pero no logró imponerse frente a un rival que lo sorprendió de entrada. la gaceta / foto de diego aráoz (enviado especial) CUERPO A CUERPO. Ariel Rojas intenta ganar la posesión sobre la banda. Atlético apostó por un medio campo bien poblado en Santiago, pero no logró imponerse frente a un rival que lo sorprendió de entrada. la gaceta / foto de diego aráoz (enviado especial)

La cara larga con la que Ricardo Zielinski dejó el campo de juego tras el 0-1 lo decía todo. Este no es “su” Atlético; nada tiene que ver con esos equipos compactos, inteligentes, que saben sacarle el máximo rédito a cada ocasión.

Lo de Atlético ayer en Santiago del Estero fue una extensión de lo que hizo en su debut en esta Superliga, ante Rosario Central. Otra vez el “Decano” mostró esa imagen que sus hinchas hace tiempo no veían: la de equipo tibio, timorato, anodino, que se deja “mojar la oreja” por cualquiera.

Sólo así se explica que el “Decano” se haya marchado del “Alfredo Terrera” con una nueva derrota encima. Sin hacer mucho, Central Córdoba embocó la primera que tuvo y lo llevó a hacer el juego que quería. A los dos minutos Federico Femia aprovechó un centro a la “olla”; Dylan Gissi no estaba donde debía y Cristian Lucchetti la pasaba pésimo con el sol en contra. Punteó la pelota y desató el festejo de los santiagueños, que a esa altura estaban en su salsa al ver a su equipo debutar como local en la máxima categoría y al poner de rodillas a un visitante ilustre.

Pero la cara de Zielinski no se debía sólo a ese gol. Al “Ruso” lo martiriza que “su” Atlético hoy sea tan fácil de quebrar. Acostumbrado a moldear equipos fuertes y pragmáticos, no entendió nunca por qué Central Córdoba le copó la parada, mordiendo en cada rincón del campo.

Porque eso nomás hicieron los santiagueños. Corrieron, metieron y se quedaron con los tres puntos, a la antigua: parándose de guapo en su reducto.

El “Decano” sufre porque el “Ruso” aún no pudo ensamblar todas las piezas nuevas. Y así, la defensa ofrece huecos que ponen en riesgo evidente a “Laucha”; el medio no logra hacerse fuerte a la hora de marcar y tampoco es confiable en cuanto a generar juego. Por eso Javier Toledo y Leandro Díaz aparecen como convidados de piedra ante cada juego: no reciben pelotas claras y terminan peleando más de la cuenta.

“Hay que mejorar y no poner excusas”. Seco, tajante y sin la demagogia habitual a la que acuden la mayoría de los entrenadores, Zielinski graficó lo que se vive por estas horas en 25 de Mayo y Chile. Este Atlético está a años luz de aquel que se llevó las tapas de varios diarios nacionales en los últimos años. No obstante, tampoco es momento para enloquecerse.

Es cierto que el torneo recién comienza y que todavía falta mucho camino por recorrer. Pero Zielinski y compañía deben tomar nota de que equipo no puede dejarse llevar por delante con la facilidad con la cual lo hizo ayer. El “Ferro” corrió, mordió, metió y empujó; mientras el “Decano” miraba qué pasaba. Cuando Gonzalo Castellani pidió la pelota, levantó la mirada e intentó crear sociedades, los santiagueños se amontonaron cerca de su arquero, sabiendo que podían llegar a pasarla mal. Pero fueron pocas veces, muy pocas para un equipo que sacó la billetera y contrató con la idea de ser protagonista.

“La mejor versión de Atlético aparecerá después del receso que habrá por las elecciones”, había declarado tras la derrota ante Rosario Central el dirigente Miguel Abbondándolo. Ayer el presidente, Mario Leito, le pidió paciencia a los hinchas, y anunció un futuro lleno de buenas vibras.

El Atlético que se fue con cara de pocos amigos de Santiago del Estero no es el que quieren sus hinchas, ni mucho menos el que pretende Zielinski. Debido a eso, en el Monumental deben pedir a grito que pasen las elecciones del domingo que viene, porque esto de caer en cada duelo es algo a lo cual en Atlético no estaban acostumbrados, y que duele mucho más de la cuenta.

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