El cannabis medicinal los pone al borde de la ilegalidad
AGUSTINA GARROCHO - FRANCISCO CHICO
LA GACETA
Cuando la medicina tradicional no tiene respuestas y el cannabis constituye un posible alivio frente a una determinada patología propia o de seres queridos, los límites entre lo legal y lo clandestino se desdibujan. La legislación vigente permite el uso de cannabis medicinal para el tratamiento de una sola patología -la epilepsia refractaria- y sólo se habilita la compra de una única marca de aceite -Charlotte, de origen estadounidense- .
Sin embargo cada vez son más las personas que utilizan esta sustancia para diversas enfermedades. Niños que pasaron años sin poder dormir más de dos o tres horas seguidas, médicos especialistas que advierten sobre los riesgos de los productos informales y funcionarios provinciales que analizan la normativa vigente son algunos de los protagonistas de este tema que una ley nacional vinculó a la salud pública.
> “Cultivar la medicina para mi hijo no me hace delincuente”
Hace cuatro años que Daniela Armendia (30) mejoró la calidad de vida de su hijo Santiago (12) con aceite de cannabis y hace dos años que lo produce y lo vende a otras familias. “Yo creo que cultivar la medicación para nuestros hijos no nos hace delincuentes”, sostiene.
“Santi” fue diagnosticado con afasia epiléptica adquirida: mientras él dormía, su cerebro tenía convulsiones. Perdió el habla, no tenía control de esfínteres ni apetito. Probó varios tratamientos, pero ninguno mejoró su salud. Daniela descubrió el cannabis medicinal en 2015. Cuenta que a los tres días de tomar aceite de cannabis, en Santi se notaron cambios: mejoró su humor y recuperó el peso, la estatura y la atención. Ya tenía ocho años cuando volvió a pronunciar una palabra. Daniela había escuchado por última vez a su hijo cuando él tenía dos años. “Que mi hijo después de tanto tiempo me diga ‘mamá’ es mágico”, dijo emocionada. Así, Daniela comenzó a producir aceite de cannabis con fines medicinales. “Aunque mi hijo ya se curó, me parece egoísta no compartirlo”, afirma. A Daniela no le preocupan las consecuencias legales, sabe a lo que se expone, pero se muestra convencida. “Si tuviese que luchar contra todo el mundo para ver a mi hijo sano y feliz, lo haría. La ilegalidad no se tiene en cuenta cuando hay una persona enferma”, asegura.
> Recuperaron la tranquilidad tras 12 años sin dormir
Lorena Rionda es odontóloga pero dejó la profesión hace siete años para dedicarse a Bautista, su hijo. “Siempre escuchaba a mis amigas quejarse porque no podían dormir cuando sus hijos eran pequeños. No me parecía tan importante hasta que nació Bauti. Nunca me imaginé pasar 12 años sin dormir”, recuerda. Bauti nació con un síndrome genético del cual no hay mucha información. “Su problema es que no duerme, sufre insomnio patológico”, agrega.
Para la familia de Lorena llegar al final del día nunca fue sinónimo de descanso. Bauti no podía dormir, se despertaba golpeándose y lloraba todas las noches. “A veces dormía sólo dos horas; otras, tres, pero siempre de forma intermitente; en ocasiones lloraba y no lo escuchábamos porque nos habíamos quedado dormidos de cansancio”, cuenta Lorena. Probaron diversos tratamientos sin obtener buenos resultados. A través de una vecina, esta mamá se enteró del aceite de cannabis y decidió probar. Desde hace un año, su familia repite la misma rutina: bañar, acostar y darle una gotita de aceite de cannabis a “Bauti”. El niño recuperó el sueño, duerme ocho horas por día y eso le trajo otros beneficios: mejoró su alimentación, aumentó de peso y creció. “A todos nos ha cambiado la vida en esta casa”, finaliza.
> Impulsado por el dolor, el insomnio y la depresión
Bruno Falcón tiene 31 años y padece una neuropatía diabética. “No tenía ningún apetito, pesaba 10 kilos menos de lo que peso ahora, tenía dificultades para subir y bajar escaleras y me palpitaba el corazón al caminar”, recuerda en diálogo con LA GACETA.
Antes de probar el aceite de cannabis, Bruno tomaba cinco pastillas al día. Padecía dolores en el cuerpo, en las venas y en los pies. Dormía dos horas por dÍa, sufría depresión y no conseguía que ninguna pastilla haga efecto. “Era una cosa enloquecedora”, asegura.
Bruno empezó a sentir efectos un par de semanas después de comenzar a tomar las gotas de aceite de cannabis. “Todos los problemas empezaron a menguar, principalmente el dolor y el insomnio. Pero en lo que sentí cambios más significativos fue en la depresión”, relata.
Bruno es una persona reservada, suele evitar la exposición “Ni siquiera tengo Facebook”, bromea. Pero considera que en esta oportunidad era importante brindar su testimonio.
“Me animo a contar mi historia porque el cannabis medicinal me sacó de un pozo, hay numerosos prejuicios, pero a mí me ayudó mucho”, concluye.