La de ayer fue una devolución de gentilezas. Cuarenta y ocho horas después de haber sido electo presidente de los argentinos, Alberto Fernández hizo la primera incursión poselectoral por el interior del país. Y eligió Tucumán, la misma provincia q ue hace seis meses lo catapultó como candidato. El jefe de Estado electo cumplió su palabra con el gobernador Juan Manzur. Se encolumnó tras los gobernadores y trazó una línea divisoria entre lo que él llama el pasado a olvidar (la gestión de Mauricio Macri que termina el 10 de diciembre) y lo que será el futuro. “El futuro del país empezó el domingo”, dijo Fernández en el Teatro Mercedes Sosa tras entregarle el bastón de mando a Manzur, reelecto gobernador por cuatro años más. Fue una señal institucional fuerte, de que Tucumán estará en la consideración nacional cuando arranque la nueva administración. Al concepto lo reforzó Manzur cuando dijo que su gobierno “tuvo que soportar” cuatro años de desconsideración macrista. El mandatario tucumano está confiado en que a partir del año que viene podrá reactivarse la obra pública, con la ayuda federal. En lo político también hubo un mensaje de encolumnamiento del PJ tras su flamante presidente. Una muestra fue el ofrecimiento de Manzur a Fernández para que le hable al pueblo desde el balcón de Casa de Gobierno.