En menos de un año, el remisero Víctor Hugo Paredes, de Famaillá, logró salvar en dos ocasiones a circunstanciales transeúntes, quienes fueron abordados por delincuentes. El escenario siempre fue el mismo: las oscuras calles de la denominada “capital de la empanada”. “En ambos momentos me di de casualidad con los ladrones que pugnaban por arrebatarles celulares o dinero a personas que andaban solas. Cuando aparecí, les grité para amedrentarlos. Salieron corriendo, por suerte”, comentó. Sin embargo, el sábado a la noche, Víctor Hugo se transformó en víctima.
Dos desconocidos lo abordaron a mano armada frente al negocio de su esposa, Mariela, ubicado en Lavalle 409. Ahí le arrebataron su auto Fiat Cronos, que había adquirido hace apenas tres meses. La calle también estaba oscura, a pesar de encontrarse a dos cuadras de la comisaría. Salió en persecución de los hombres, con un vecino que puso a disposición su camioneta, pero sin fortuna. Los ladrones se perdieron en la ruta.
Policías aprehendidos
Esta historia tuvo ayer un matiz inesperado. El jefe de la comisaría de esa ciudad, José Eduardo Díaz, y el oficial subayudante, Franco Bazán, fueron aprehendidos luego de que empleados de la Fiscalía I del Centro Judicial de Monteros detectaran irregularidades en los sumarios procesales, que estos tramitaban a partir de la denuncia de robo que había formalizado Paredes. Según la víctima, los uniformados habrían incurrido en negligencia en el sumario.
“No creo que los policías tengan algo que ver con lo ocurrido. Lo que sucedió es que se demoraron en la instrumentación de las medidas protocolares, de los papeleríos. Anoche, recién llegaron a hacer la planimetría. Es decir, 24 horas después”, comentó el transportista. “Cuando fui a realizar la denuncia -contó- me atendieron bien y solicitaron que regresara al otro día para retirar los papeles para el seguro”. La fiscal Mónica Targa está a cargo de la causa.
Paredes no pudo salir del asombro por todo lo que le tocó vivir a partir de su caso. “Llegué a buscar a mi esposa cerca de las 0.30 del domingo. Como la calle es oscura, antes de bajarme miré a varios lados para asegurarme de que no andaba nadie por ahí. Del baúl del auto tenía que bajar aparatos informáticos. En eso, aparecieron dos hombres desde atrás”, comentó. Según la víctima, le preguntaron cómo tenían que hacer para llegar a un negocio de empanadas de la ruta. Luego de explicarles y continuar ordenando las cosas que iba a bajar, del baúl, uno de los hombres lo sorprendió desde atrás. “Me puso un arma en la cabeza y me ordenó que subiera al auto. ‘Vamos dale, subí’, me insistían. Entonces, y ya con los dos tipos apuntándome con armas, comencé a insultarlos. No iba a subir. Prefería que me lleven el vehículo”, relató.
“Quería evitar que salieran desde el negocio mi esposa o mi hijo. No quería que les pasara nada. Por eso, procuraba que los tipos se fueran de una vez por todas”, añadió.
Paredes forcejeaba con los delincuentes que querían introducirlo al auto, cuando llegó un hombre que advirtió el ataque. “Un conocido comenzó a gritar. Enseguida, se asomó otro vecino. Como la situación se tornaba complicada, uno de los hombres me tomó la llave y el volante de mi auto. El otro ascendió atrás. Mostrándome una placa de policía, insistió: ‘subí, no te va a pasar nada’. Enseguida emprendieron la huida”, recordó.
El vecino del negocio advirtió el robo del auto e intentó evitar la fuga de los ladrones tomando una piedra grande. Pero no tuvo tiempo. “Ese hombre sacó su camioneta y salimos a perseguirlos. Tomamos hacia Bella Vista, porque creímos que encararon hacia ahí. Pero los perdimos. Después hice denuncia del caso”, enfatizó. Paredes dice que a pesar de todo el drama que enfrentó, se siente un afortunado de haber salido ileso de la agresión.