Medidas integrales para instalar el uso del casco

“El casco salva vidas”, dicen las campañas de seguridad vial; pero el problema es que no todo el mundo lo usa. Sólo tres de cada 10 conductores lo llevan puesto correctamente, dice una estadística de la Federación Internacional del Automóvil, de 2018: el 12% de los conductores lo lleva suelto y el 6% lo tiene abollado, lo que reduce su efectividad en caso de impacto. Ocurre que hay una falta de hábito, además de concientización de que no se puede salir a la calle sin el casco colocado en la cabeza (y no colgando del brazo). El costo de transgredir el Código de Tránsito en este punto es muy alto en nuestra provincia. De 5.400 personas que murieron en accidentes viales el año pasado, 43,8% eran motociclistas (según la Dirección del Observatorio Vial). ¿Qué más falta por decir para que los motociclistas se convenzan de que deben salir protegidos?

En nuestra edición de ayer de LA GACETA consignamos que la Municipalidad de Concepción dictó un curso de educación vial y regaló cascos y chalecos reflectivos a los participantes. Es una buena iniciativa, pero son 5.000 los motociclistas que circulan a diario por esa ciudad y el 80% no respeta las normas. La tarea es más que ardua.

Por otro lado, una ONG uruguaya, la Fundación Gonzalo Rodríguez, está capacitando a los empleados que entregan las licencias de conducir en distintas municipalidades de la capital y el interior. El objetivo, según la directora de la fundación, Florencia González, es que los emisores “sean conscientes de que al otorgar una licencia están dando un premio y eso conlleva derechos, pero, sobre todo, responsabilidad ante su vida y la de los demás usuarios del sistema”.

Toda acción de educación vial, así como de control de uso del casco es bienvenida. Pero creemos que podría potenciarse si es que se realiza al unísono y de manera coordinada en todos los municipios de la Provincia. De lo contrario, las campañas esporádicas y discontinuas sólo tienden a acrecentar la “picardía criolla” que busca evadir los controles. Pero si un conductor supiera que de nada le servirá circular por una calle o por la otra porque de todos modos cualquier inspector municipal que pase y lo vea le podrá labrar un acta si es que no lleva el casco correspondiente, entonces sí se preocupará por comprarse uno o usar el que dejó en su casa.

De lo contrario puede ocurrir lo que el fin de semana pasado, cuando un automovilista se llevó por delante un cartel de máxima velocidad, en Yerba Buena, mientras que a una cuadra se desarrollaba un control de alcoholemia.

En algunas provincias, como Santa Fe y Buenos Aires, han llegado a prohibir la venta de motos sin el casco. Por decreto, los comercios están obligados a entregar al comprador del ciclomotor, motocicleta, triciclo o cuatriciclo, un casco reglamentario que cumpla con las normas de seguridad internacionales.

Pero si la persona no lo usa ¿qué sentido tiene? Creemos que la educación es la clave. En 2017 la Provincia lanzó una campaña por televisión, radio, vía pública y redes sociales que decía: “tu accidente nos impacta a todos. Primero, el casco”. Desde que se lanzó hubo un descenso sostenido de los accidentes de moto, especialmente entre diciembre de 2018 y abril de 2019. Pero a partir de mayo de 2019 los accidentes volvieron a incrementarse. ¿Qué ocurrió? De nuevo: las campañas y controles son útiles, pero son más efectivos cuando se complementan, son integrales y continuos en el tiempo.

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