Este fin de semana será especial para miles de argentinos: el lunes no irán a trabajar. Tampoco habrá clases en las escuelas ni en las universidades. En Tucumán, es posible que muchos aprovechen para darse un baño de altura en los Valles o simplemente para descansar en casa o ponerse al día con cuestiones que el trabajo o las actividades cotidianas obligan a posponer ¿El motivo? Se conmemora el Día de la Soberanía Nacional.
Si bien la fecha de este feriado es el 20 de noviembre, este año se decidió pasarla al lunes 18 para revitalizar el sector turístico. Se recuerda la batalla de Vuelta de Obligado: fue un combate librado entre soldados argentinos y tropas anglo-francesas que intentaban remontar el río Paraná. Juan Manuel de Rosas, quien por entonces era el encargado de las Relaciones Internacionales de la Federación, organizó la resistencia. La tropa nacional, a cargo de Lucio N. Mansilla (cuñado de Rosas y padre del militar y escritor Lucio V. Mansilla), se adelantó a la fuerza extranjera y les preparó una emboscada en un sector angosto del río, conocido como la Vuelta de Obligado (en el partido de San Pedro, provincia de Buenos Aires). Sin entrar en detalles sobre los acontecimientos de aquel día, basta decir que, si bien los invasores lograron superar los obstáculos que les tendieron los argentinos, el hecho de que nuestras tropas hayan podido hacer frente a fuerzas tan superiores representó una cuestión muy significativa para la política interior y exterior del país (por entonces sumido en sangrientas luchas intestinas).
En 1974, el historiador José María Rosa ya había propuesto esta conmemoración. Finalmente, el 3 de noviembre de 2010, año del Bicentenario de la Revolución de Mayo, la fecha fue promovida a feriado nacional mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia firmado por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Sin restarle importancia a este acontecimiento histórico, da la impresión de que año tras año se comete una injusticia con la memoria de otros sucesos que fueron fundamentales para lograr la independencia –la misma que los soldados de Vuelta de Obligado se encargaron de defender 30 años después de su declaración-.
Nos referimos puntualmente a las batallas de Tucumán y de Salta, y al Éxodo Jujeño, una concatenación de hechos ocurridos entre 1812 y 1813 que fortaleció el aún incipiente proceso independentista. Este se había iniciado en 1810 en Buenos Aires, debía continuar con el Congreso de Tucumán en 1816 y tendría su impacto continental con las campañas de José de San Martín a partir de 1817. Cuando Manuel Belgrano se hizo cargo de Ejército del Norte en 1812 advirtió que no estaba en condiciones de hacer frente al avance de las tropas realistas encabezadas por Pío Tristán que bajaban hacia Jujuy desde el Alto Perú. Por ese motivo le ordenó al pueblo jujeño que abandonara sus tierras y destruyera todo lo que pudiera serles de utilidad a los invasores. Este hecho heroico y extremo se conoce como el Éxodo y se conmemora cada 23 de agosto. El repliegue llegó hasta Tucumán, donde el 24 de septiembre de 1812, Belgrano venció a los realistas en el Campo de las Carreras. El 20 de febrero siguiente, el golpe fue reforzado con otra victoria contundente, esta vez en Salta.
La historia da cuenta de muchos otros combates y de la heroicidad de las tropas gauchas salto-jujeñas que, al mando de Martín Miguel de Güemes, frenaron y rechazaron sucesivas invasiones realistas hasta 1822 (un año después de la muerte de Güemes). De todos modos, es indudable que los tres hechos reseñados poseen un valor fundacional en la lucha por la libertad de nuestro país. Estas líneas no tienen la intención de entrar a debatir sobre la conveniencia o no de sumar más feriados nacionales a nuestra extensa grilla (están previstos 16 para 2020 sin contar los denominados “puente”). Pero sí creemos que hay cierta injusticia en que sucesos con una trascendencia irrefutable -como las batallas de Salta y Tucumán, y el Éxodo Jujeño- no sean recordados en todo el país y se limiten a simples celebraciones provinciales.