Que un chapuzón no termine en tragedia

Aunque falta poco menos de un mes para que llegue el verano, ya nadie puede decir que la época más tórrida del año no se instaló en Tucumán hace ya varias semanas. Y el combate a las altísimas temperaturas se presenta con todas las armas posibles. Desde helados hasta el aire acondicionado, pasando por la ropa liviana y los abanicos. Pero sin dudas que el principal deseo de quienes sufren el agobio veraniego es un refrescante chapuzón. Y es allí donde hay que comenzar a tomar la mayor cantidad de precauciones para evitar tragedias.

Tucumán cuenta con decenas de espejos de agua que invitan al esparcimiento. Desde diques y ríos, pasando por piletas públicas y privadas concentran la atención de miles de tucumanos, sobre todo durante los fines de semana. El problema es que muchos de esos lugares no cuentan con las condiciones de seguridad requeridas, por lo que el riesgo de una tragedia aumenta.

Por regulaciones tanto provinciales como municipales los natatorios deben tener guardavidas y en el caso de las piletas, otras medidas de seguridad como las cercas, por ejemplo. Sin embargo, eso no parece ser suficiente. Sólo en enero de 2017 se registraron 12 muertes por ahogamiento en la provincia, y este año el número llegó a 15 durante los tres meses del verano. Muchas de las víctimas perecieron en lugares en los que no había profesionales en rescates, como lagos, zonas poco visitadas de diques, arroyos o ríos. En muchos de los casos que terminaron de manera trágica estuvo involucrado el alcohol, según determinaron posteriormente los forenses ya que las víctimas ingresaban al agua en estado de ebriedad. También se realizaron denuncias contra algunos clubes acerca de que no contaban justamente con personal especializado para el cuidado de quienes utilizan las piletas. En los balnearios públicos también es obligatoria la presencia de socorristas entrenados especialmente para actuar en este tipo de situaciones y evitar que lo que comienza como una jornada de diversión termine de la peor manera.

Según las estadísticas nacionales, difundidas a fines de 2018, entre el 75% y el 80% de los chicos que mueren ahogados son varones. Es una de las más frecuentes “lesiones no intencionales” que en conjunto causan 11.000 fallecimientos al año en el país y son además la principal causa de muerte durante los primeros 34 años de vida, tal como alertó la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). En tanto, la Organización Mundial de la Salud alerta acerca de que los ahogamientos son la tercera causa de muerte por traumatismo no intencional, y representan un 7% del total. “Asimismo, según la pirámide de lesiones, por cada muerte deben contabilizarse 40 internaciones, mientras que ese tipo de accidentes representan el 8,5% de la demanda asistencial en las guardias pediátricas argentinas”, asegura el informe. Las secuelas de los ahogamientos suelen ser muy difíciles de revertir.

Los especialistas recomiendan en ese sentido a los padres vigilar en todo momento a los niños y estar con ellos cuando se bañan y que siempre tengan colocados los salvavidas inflables. Un niño se puede ahogar en zonas de apenas 30 cm de profundidad. Ya en el caso de los adultos, no bañarse si se ha consumido alcohol, o noche. También evitar tirarse cabeza en zonas de las que no se conoce su profundidad y si no se conoce la técnica correcta para hacerlo y sobre todo, no desconocer las señales o cartelería acerca de los lugares en los que está prohibido bañarse.

Cualquier cuidado es poco para evitar que las risas se transformen en llanto.

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