Cada tormenta que se avecina genera en miles de tucumanos todo lo contrario a un sentimiento de alivio en medio de las intensas olas de calor de la primavera tucumana. Para muchas personas, las nubes oscuras sobre los cerros o la alerta de la aplicación del clima en el teléfono generan inquietud, incertidumbre y miedo. Sucede que las lluvias potentes ponen en riesgo sus casas e, inclusive, sus vidas. Esto no es algo nuevo; se repite verano a verano. Y da la impresión de que se hace muy poco para cambiar esta realidad.
En lo que va de la primavera cayeron unas pocas tormentas, pero con la potencia suficiente como para causar daños importantes: hubo decenas de familias evacuadas en el sur, alumnos y docentes que tuvieron que ser retirados de urgencia de las escuelas y daños en los canales del Gran San Miguel de Tucumán. El más perjudicado parece ser el Canal Sur, que en menos de un mes sufrió dos derrumbes en sus paredes laterales.
De acuerdo con cálculos de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, unos 150.000 vecinos de la ciudad corren el riesgo de sufrir inundaciones si se desborda. En los últimos años, este canal comenzó a recibir un caudal mucho mayor que en el pasado. Se le sumó el que llega del piedemonte por distintos canales menores y el que llega desde San José y Villa Carmela, así como el aporte significativo que generó la canalización del Boulevard 9 de Julio. De ese modo, si cae una tormenta en Yerba Buena, es posible que se inunden los vecinos de Los Chañaritos, muy lejos de la “ciudad jardín”.
Este domingo, LA GACETA publicó un informe en el que las nuevas autoridades de la Dirección Provincial del Agua (DPA) especificaron las obras que hay que hacer para dotar de mayor capacidad los canales que reciben y conducen el agua que baja del cerro. Mario Parrado y Martín Iturre, director y subdirector de la DPA, respectivamente, sostienen que el cambio en el uso del suelo al pie del cerro -que sustituyó, primero, los bosques nativos por cultivos y, después, esas fincas por viviendas y pavimentos- es la primera razón que provoca que los canales reciban más agua que antes. “Se han urbanizado los conos de deyección, que son las salidas naturales de las quebradas. Sirven para filtrar y para demorar el agua de lluvia. Eso es peligroso. En ese tipo de ambiente no se puede autorizar ninguna otra construcción”, aseguró Iturre.
Según las autoridades de la DPA, se deben hacer tres obras prioritarias: la construcción del canal La Rinconada, que servirá para aliviar el canal Sur porque sacará las aguas del pie del cerro hacia El Manantial; el mejoramiento del canal Caínzo - Las Piedras, que también llevará calma al canal Sur porque se reducirá el caudal proveniente de las tierras situadas al norte de la avenida Perón, y la reconstrucción del canal Norte.
Realizar estas obras completas puede llegar a costar cerca de $ 12.000 millones, según cálculos de la DPA. Se trata de una suma extremadamente alta. Pero ese no es el último problema: los mismo especialistas sostienen que esos trabajos no servirán de mucho si no van acompañados por un reordenamiento territorial que ordene el crecimiento urbano.
Frente a este panorama tan complejo, es importante que la autoridades planifiquen y ejecuten inteligente y responsablemente las inversiones. De no hacerlo, los tucumanos parecen condenados a seguir inundándose verano tras verano.