“Nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo”, dijo ayer el papa Francisco al divulgar su mensaje para las 53 Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el 1 de enero.
“La brecha entre los miembros de una sociedad, el aumento de las desigualdades sociales y la negativa a utilizar las herramientas para el desarrollo humano integral ponen en peligro la búsqueda del bien común”, advirtió Jorge Bergoglio en el mensaje para la jornada que lleva por lema “La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”.
“En cambio, el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa”, planteó el obispo de Roma.
En un mensaje en el que volvió a pedir por el desarme nuclear como en su reciente viaje a Japón, Francisco planteó que “nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles”.
“Naciones enteras afanan también por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la violencia”, agregó, en marcado tono antibelicista.
“Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro”, remarcó el Papa.
“Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos”, añadió.
Tras recordar el Sínodo dedicado a la Amazonia de octubre, Bergoglio planteó además que “ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales, vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza, necesitamos una conversión ecológica”.
“La guerra se nutre de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto”, agregó. (Télam)