Es altamente posible que la ciudadanía aún no haya tomado conciencia de cuán expuesta está a las mentiras que circulan por las redes sociales e internet. El peligro de ser manipulado; de creer y divulgar una mentira, y de tomar decisiones erradas de todo tipo es inmenso porque justamente se sirve de la indefensión en la que está la población que no ha sido preparada para desconfiar de la información procedente de fuentes no verificables o anónimas. Un usuario de Twitter, de Facebook, de WhatsApp, de Instagram o de YouTube, por nombrar las redes más populares, puede terminar siendo cómplice de engaños y de injusticias, cuando no de actos atroces pergeñados con los objetivos más viles, con tan solo ejecutar un acto tan inocente como compartir en forma despreocupada y hasta ligera una publicación falsa.
El problema de la desinformación está alcanzando cotas preocupantes y sus repercusiones inquietan al conjunto de las naciones. Ello quedó de manifiesto en la última campaña electoral nacional gracias a la iniciativa colaborativa de lucha contra la mentira denominada Reverso, en la que participó LA GACETA. Este proyecto permitió dimensionar la polución del espacio público y los intentos de manipular al electorado a partir de rumores o versiones no contrastadas, y de la distorsión de fotografías, comentarios y videos. Con el impulso y la coordinación de Chequeado, AFP Factual, First Draft y Pop-Up Newsroom, y el involucramiento de más de 100 medios de comunicación y empresas de tecnología, Reverso (reversoar.com) se convirtió en la herramienta más poderosa implementada hasta el presente para desbaratar las operaciones de desinformación desarrolladas en la Argentina.
El chequeo de las noticias y publicaciones sospechosas posibilitó determinar la falsedad del texto que atribuía al sindicalista Hugo Moyano la cita “vamos a destruir el tren de cargas para favorecer a camioneros”; de la carta que supuestamente el periodista Jorge Lanata había remitido al ex presidente Mauricio Macri; de la foto que presuntamente exhibía al dirigente social Juan Grabois en uno de los restaurantes más lujosos de Bolivia y del posteo que relataba que la ex gobernadora María Eugenia Viral había pagado U$S 10 millones por una mansión en Berazategui.
En un artículo evaluativo de los resultados obtenidos, Reverso advirtió que después de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del 11 de agosto, en las que el hoy presidente Alberto Fernández (Frente de Todos) había sido el precandidato más votado, circuló en Facebook -con más de 220.000 compartidos- un video que daba a entender que, cuando estaba alejado del Frente para la Victoria, el jefe de Estado decía que Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner “eran delincuentes”. Sin embargo, la pieza estaba editada y, en realidad, hablaba del empresario de la construcción Lázaro Báez, no de los ex mandatarios.
El mismo texto refirió que Reverso también verificó un video en el que la ex ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, parecía estar borracha o sedada durante un anuncio oficial sobre la desarticulación de una banda delictiva. La funcionaria llegó a la conferencia algo despeinada, lo que al instante generó memes. Horas después, comenzó a circular la pieza en muchas redes sociales, pero particularmente en Facebook, donde logró cerca de 74.000 compartidos. La alianza pudo comprobar que se trataba de un video ralentizado para ridiculizarla. Un montaje similar había circulado un tiempo antes en los Estados Unidos y afectado a la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de ese país.
Es altamente probable que un número significativo de ciudadanos haya creído que las desinformaciones desenmascaradas por Reverso eran verdaderas. Peor aún, que hayan pensado que difundirlas era una forma de “hacer el bien”. Ahora saben que pueden haber contribuido a intereses orientados a desestabilizar la democracia y la república. Más allá de celebrar que la prensa se haya organizado para dar batalla a uno de los males colectivos más peligrosos de este tiempo, los hallazgos de Reverso invitan a pensar sobre las amenazas que acorralan a la verdad. La comunidad está asediada por la desinformación, y hoy más que nunca se impone asumir el compromiso cívico de informarse responsablemente y de sólo divulgar aquellos mensajes provenientes de fuentes confiables.