Los problemas intestinales de Marcovich le dieron la excusa para fugarse hace dos años

Una diarrea continua, secuela de un cáncer de estómago, le había permitido obtener en 2013 la prisión domiciliaria, y luego fugarse. El homicida traído desde Salta le dijo al juez qué remedios consume. Mientras estuvo libre nadie vio señales de su problema.

EN SALTA. Marcovich (derecha) y sus compañeros. (Foto de Eduardo Frías) foto de josé romero silva EN SALTA. Marcovich (derecha) y sus compañeros. (Foto de Eduardo Frías) foto de josé romero silva
30 Enero 2020

Carlos Marcovich compareció ayer ante el juez Pedro Roldán Vázquez. El hombre que en 2000 mató al linyera Juan Carlos Carrizo y puso su cuerpo calcinado en su auto para fingir su propia muerte y cobrar un seguro, no se sentaba en el banquillo de tribunales desde 2013, cuando se le había otorgado la prisión domiciliaria.

En la comparecencia de ayer se le preguntó por su estado de salud. En 2010, el abogado de Marcovich había pedido que se le otorgara el beneficio de prisión domiciliaria a su defendido, dado que estaba enfermo de cáncer de estómago. En un informe médico que le realizó la Justicia en 2010, se comprobó que efectivamente padecía una enfermedad terminal; sin embargo, eso no era motivo suficiente para que se le permitiera salir del penal, ya que no había presunción de que pudiera morirse en lo inmediato.

Arresto domiciliario

Por esa afección, operaron en 2013 a Marcovich, lo que tiempo después le generó una diarrea (aparentemente) crónica. Los médicos consideraron entonces que el pedido de reclusión domiciliaria podía tener lugar, dado que en Villa Urquiza no tendría las comodidades necesarias para vivir con un trastorno así, y se entendía que aquello “dañaría la dignidad personal” del preso. Los jueces dieron lugar al pedido en 2013, y Marcovich se mudó a una casa de Alberdi al 200, en Banda del Río Salí.

El falló se basó en lo previsto por el artículo 10 del Código Penal: “Los problemas de salud que sufre Marcovich hacen que su privación de libertad en el establecimiento carcelario resulte inadecuada por su condición, implicando un trato indigno”. En el decreto también se especifica que el beneficiado debía fijar un domicilio, donde sería visitado con frecuencia por los guardiacárceles.

No pasó mucho tiempo para que la Justicia descubriera que Marcovich salía con frecuencia de la casa donde debía terminar su condena.

Un informante le manifestó a los jueces que lo había visto circulando en una moto plateada por calle Lavalle al 2.700, de la capital. Investigadores de la Fiscalía comprobaron que el suceso se repitió en más de una ocasión, por lo que Marcovich fue llamado a declarar nuevamente. En aquella ocasión, “reconoció haber estado mal”, y se disculpó. Sin embargo, esta infracción le significó perder el beneficio de prisión domiciliaria.

El condenado y su abogada reconocieron que lo denunciado era cierto, y que Marcovich había salido en esas ocasiones a llevar a su nieto a la escuela, en una moto prestada.

“Corresponde en consecuencia revocar la detención domiciliaria dispuesta a favor del penado Carlos Marcovich por haber quebrantado injustificadamente la obligación de permanecer en el domicilio impuesta bajo apercibimiento de ley, conforme al artículo 34 del CP”.

En algún momento el ex chofer de ambulancias se había mudado con una mujer a otro domicilio de la Banda del Río Salí, donde vivió hasta 2017. Ese año, su concubina lo denunció ante la Justicia por un supuesto abuso sexual a su nieta. Marcovich entonces huyó a Salta.

Mozo en Salta

El encargado de la cantina del club Juventud Antoniana de Salta, Eduardo Frías, contó ayer por teléfono a LA GACETA que trabajó un año y medio con Marcovich. El joven aseguró que sus compañeros sentían un gran aprecio por “Don Carlos”. En esa ciudad, además, el prófugo usaba el apellido “Marcona” y decía ser oriundo de Rosario de la Frontera.

“Jamás en la vida noté que padeciera malestares gástricos. No me hubiera imaginado nunca que haya tenido cáncer; aquí trabajaba muchas horas. Estaba de 10 a 17 o de 20 a 1”, explicó el encargado. Según trascendió en la justicia, ante el juez, ayer, Marcovich dijo que su trabajo en Salta “era liviano”.

Cuentan sus compañeros salteños que siempre vestía bien, un hábito que sus amigos tucumanos ya habían resaltado anteriormente. Además siempre andaba perfumado.

Según el testimonio de Frías, el prófugo acompañaba a los más jóvenes a los bailes y boliches, y exhibía un documento. Allí consiguió novia. El hombre que fingió su muerte les había contado a sus compañeros que con esa pareja quería poner un emprendimiento de comidas rápidas. Nunca hizo referencia a una carnicería, como señalaron otras fuentes.

A Frías y a sus compañeros, Marcovich les había dicho en alguna ocasión que aprovechaba los días libres para viajar a Rosario de la Frontera. Allí visitaba a sus hijos y a su ex mujer, con quien mantenía una buena relación.

Pero unas notas publicadas en diciembre en LA GACETA significaron el fin de la libertad de Marcovich. Una persona vio la publicación, lo reconoció y lo entregó a la Policía, que lo detuvo el 23 de enero.

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