A unos 50 kilómetros de la ciudad, que es cabecera de la zona oeste de Chubut, está su tesoro más famoso: el Parque Nacional Los Alerces, de casi 260.000 hectáreas, creado para proteger bosques de lahuán o alerce, uno de los árboles más longevos del planeta (hay ejemplares de más de 2.500 años), que llegó a estar en peligro de extinción.
Pero hay además otros bosques, como zonas semivírgenes de selva valdiviana; ríos, lagos (¡nueve!), cascadas, y glaciares; una fauna riquísima; pinturas rupestres de antiguos pobladores... Y como están “estrenando” renovación del circuito de senderos y paseos (mejoras en infraestructura general y equipamiento, informa Télam), hay mucho para hacer y disfrutar: nuevos puntos de observación, áreas de descanso y refugios.
El sistema único que forman los nueve lagos interconectados permite una excursión que sale de Puerto Chucao y, tras recorrer el lago Menéndez, llega a Puerto Sagrario, donde comienza un circuito que se vuelve inolvidable. Dentro del parque, Villa Futalaufquen ofrece alojamiento, restorán, proveeduría y estación de servicio.
Para el otro lado, en medio del valle del río Chubut, encontrarás la Piedra Parada, de 210 metros de altura que se yergue en lo que fue la caldera de un volcán extinguido hace miles de años. A pasos de allí hallarás la entrada a un impresionante cañadón cuyas paredes superan los 200 metros de altura. Es muy fácil recorrerlo y sorprende con fósiles, y antiguos grabados y pinturas rupestres en los aleros de sus paredes. Y después podés nadar en las aguas del río Chubut.
La ciudad
Esquel es pequeña, y lo más hermoso es en realidad su entorno. Fue tierra de tehuelches y mapuches; luego llegaron españoles y avanzaron los criollos, y más tarde se sumaron inmigrantes galeses y lituanos; Esquel mantiene sus culturas vivas lo que aporta a la diversidad en las tradiciones de la ciudad.
Febrero es un buen mes para visitarla, porque la ciudad cumple años el 25 y las celebraciones empiezan los días previos, con la Expo-Esquel, que ofrece ferias de artesanías, actividades culturales y eventos musicales.
Si no podés quedarte y tenés que elegir “un personaje” no te pierdas el Viejo Expreso Patagónico, que fue clave para el crecimiento de Esquel como ciudad y hoy es una “reliquia viviente”. Cubre un servicio turístico a través de hermosos paisajes en una paseo (ida y vuelta) de tres horas. Son 18 kilómetros, entre Esquel y Nahuel Pan, donde podés conocer una mapuche; allí se puede visitar el museo interpretativo y una casa de artesanías.