Vergara Altuve, el sospechoso que nunca fue investigado

Vergara Altuve, el sospechoso que nunca fue investigado
08 Abril 2020

“No tuve ningún tipo de participación en el incidente del chico. Yo no lo conocía ni a él, ni a sus amigos. Él tenía 17 años, yo tengo 27 y no voy a los lugares a los que él iba a bailar”, señaló Julio César Vergara Altuve en su primera aparición pública. Habló para una entrevista publicada en LA GACETA para defenderse de los rumores que lo señalaban como el autor del mortal ataque que sufrió Lucas Fernández en la madrugada del 30 de marzo de 1996.

Vecinos

Vergara Altuve y Fernández eran vecinos. La víctima vivía en avenida Soldati al 100. El sospechoso pasó gran parte de su vida en la casa de su abuela, ubicada en el pasaje Celedonio Gutiérrez, muy cerca de allí. ¿No se conocían? Lucas fue el adolescente que le generó un daño irreversible a su hermano durante una pelea. No obstante, Vergara Altuve negó todos los rumores y se defendió responsabilizando a terceros para despegarse del caso. Y contó con la ayuda de su madre, Ada Altuve, la titular del gremio de los empleados judiciales.

ACLARACIONES. El sospechoso en una de las primeras entrevistas. ACLARACIONES. El sospechoso en una de las primeras entrevistas.

“Pagaron para involucrarme en el hecho”, fue otra de las declaraciones que realizó semanas después. En esos días, ya admitía que sí había conocido a Fernández, pero para entonces disparaba munición gruesa contra Andrés Miguel, el único acusado, de quien había sido compañero en la escuela primaria, en el Liceo Militar y en la Facultad de Derecho. “Era diferente del resto de los chicos, era muy impulsivo, peleaba…”, dijo al declarar en el juicio, donde protagonizó un llamativo hecho. Cuando los jueces le dijeron que ya podía retirarse, Vergara Altuve corrió hasta la oficina de su madre, donde había una especie de guardia pretoriana que impidió que los periodistas lo interrogaran.

Nadie siguió la investigación

Casi cinco años después de que se produjera el crimen, el tribunal que condenó a Miguel pidió que se investigara a Vergara Altuve por su supuesta participación en el caso. Dos años después, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia ratificó ese pedido, pero nadie cumplió la orden. Tampoco sucedió cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación pidió que se hiciera lo mismo.

El fallo, que terminó absolviendo a Miguel, dejó sentado uno de los precedentes jurídicos más importantes de los últimos 15 años.

Seis razones judiciales

Seis fueron los puntos que señalaron los jueces de la Corte para argumentar que se pidiera investigar al hijo de la sindicalista:

- Móvil: había amenazado de muerte a la víctima por un hecho que se produjo dos años antes de que se cometiera el crimen. En marzo de 1994, Lucas le propinó un golpe de puño con una manopla al hermano de Vergara Altuve, Enrique, lo que le ocasionó la pérdida de un ojo.

- El auto: Vergara Altuve era dueño de un Fiat 147 azul con vidrios polarizados de similares características a las descriptas por los amigos de la víctima. Si bien los datos de la chapa patente trasera de ese vehículo no coincidían con la narrada por los jóvenes, mediante una pericia se demostró que había sido removida. Los cambios y el lavado del vehículo se habrían realizado en la playa de estacionamiento del PAMI, lugar donde trabajaba Vergara Altuve.

- Coincidencia: en todas las declaraciones que brindó durante la etapa de instrucción y en el juicio, Vergara Altuve dijo que circuló por la zona y casi en el horario (se estima 30 minutos después de haberse producido el hecho) donde se produjo el mortal ataque contra Fernández.

- La compañera: Vergara Altuve, según declaró en reiteradas oportunidades, dijo que estuvo en un asado festejando el cumpleaños de su novia y que de allí se fueron a un hotel alojamiento. Los testigos indicaron que el autor de los disparos estaba acompañado por una persona de pelo largo. La joven, que luego se casaría con Vergara Altuve, ratificó la coartada.

IDENTIKIT. Uno de los retratos hablados que confeccionó la Policía. IDENTIKIT. Uno de los retratos hablados que confeccionó la Policía.

- El arma: Vergara Altuve tenía a su nombre una pistola calibre 22, la misma que se utilizó para acabar con la vida de Fernández. Sin embargo, él dijo que había perdido el arma y, misteriosamente, no aparecía en los registros provinciales. Su madre informó que esa situación se dio porque se había denunciado el extravío en el Registro Provincial de Armas. Lo que no pudo aclarar es por qué se le dio de baja tan rápido de los listados, cuando ese trámite suele demorar meses y hasta años.

- Explicaciones: los jueces del máximo tribunal del país le dedicaron unas palabras a todos los dichos del sospechoso. Las catalogaron como “contradictorias y hasta inverosímiles”. Para realizar tan duro concepto, entre otras cosas, la Corte tuvo en cuenta: la presentación de la factura del hotel alojamiento donde estuvo con su pareja; la versión de que no le había dado mucha importancia a la lesión de su hermano; que no conocía a la víctima y el destino que le había dado al Fiat 147 después de haberse producido el hecho.

Vergara Altuve rompió el silencio. “Van a necesitar cinco días seguidos para aclarar todas las falsedades que escribieron sobre mi persona en estos días. Me siento totalmente perseguido”, fue la respuesta que le dio a LA GACETA, aunque se negó a aclarar a qué se refería. “Sobre mí, son muchas”, acotó Vergara Altuve, que sigue prestando servicios en el PAMI.

Tampoco respondió una pregunta clave: por qué nunca fue investigado, como había pedido la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La pesquisa ya no podría hacerse, porque la causa prescribió.

Comentarios