Cuarentena: puede haber hasta 9.000 muertes cardíacas hasta octubre

A menos consultas y más recesión económica, mayor la cantidad de enfermos cardiovasculares en riesgo.

Cuarentena: puede haber hasta 9.000 muertes cardíacas hasta octubre

Las medidas de prevención del nuevo coronavirus no solo redujeron la circulación social, sino también las consultas y los procedimientos médicos de rutina. Esta subatención de pacientes preocupa a los cardiólogos, que en los últimos días han alertado sobre la posibilidad de que la cuarentena provoque una epidemia de muertes cardíacas. Así, en un artículo publicado en la Revista Medicina Buenos Aires, seis investigadores del Instituto Cardiovascular de esa ciudad (ICBA) estiman que hasta octubre fallecerán por causas cardíacas entre 6.000 y 9.000 personas más de las habituales. “Dada la alta prevalencia y fatalidad de la enfermedad cardiovascular (ECV), incluso un pequeño impacto negativo en la eficacia de su cuidado se traducirá en grandes cantidades de afectados”, explican el doctor Pablo Lamelas, autor principal del estudio, y sus colegas en ese trabajo.

En la provincia, el plan de contingencia contra la pandemia de covid llevó al cierre de los consultorios externos de los hospitales, que desde el 20 de marzo solo atienden urgencias. Esta refuncionalización del sistema de salud y el aislamiento social por la cuarentena han contraído entre 50 % y 80 % las consultas cardiovasculares, según observa Jorge Isaac Tazar, presidente de la Sociedad de Cardiología de Tucumán. “¿Desaparecieron los pacientes? No, lo más seguro es que haya gente que, aunque tenga afecciones cardiovasculares crónicas, prefiera no salir de su domiclio por el miedo a la pandemia. Pero eso conlleva el riesgo de muerte”, advierte Tazar.

Primera causa

Los problemas cardiovasculares son la principal causa de muerte a nivel global: matan cada año a 18 millones de personas, el 31,8 % del total de fallecidos, de acuerdo con el Global Burden of Disease de la Universidad de Washington. De hecho, según una comparación de los investigadores del ICBA, si las ECV no hubieran existido hasta diciembre y en enero se hubiera desencadenado una pandemia de esas patologías, hoy habría más de 7,8 millones de diagnosticados y más de 1,9 millones de muertos. En contraste, según la Universidad John Hopkins, ayer había 3,3 millones de casos confirmados de coronavirus y poco más de 237.000 víctimas fatales.

Lamelas y su equipo aclaran que con esta observación no pretenden establecer una competencia entre covid y ECV, sino llamar la atención sobre las consecuencias de un mal conocido pero desapercibido. Entretanto, Tazar recuerda que al Gobierno le resultó relativamente sencillo iniciar la cuarentena: “el presidente (Alberto Fernández) anunció un decreto que fue acatado por todo el país, e inicialmente la mayoría de los médicos pensó de la misma manera. Pero el Gobierno lo previó por 15 días y no sopesó otras eventualidades. Ahora salir del aislamiento social se le ha hecho mucho más difícil, y mientras tanto los demás problemas de salud siguen existiendo”.

En Argentina

Según cifras del Ministerio de Salud de la Nación, en 2017 fallecieron más de 97.000 argentinos por afecciones cardíacas. Estos muertos representan el 28,5 % del total y justifican la mayor cantidad de muertes prematuras (entre los 30 y 70 años). Sin embargo, entre 2000 y 2010 la Argentina redujo la tasa de mortalidad cardiovascular en hombres 22 %, avance que Tazar adjudica a la evolución de la medicina: “en los últimos 30 años, gracias a la tecnología, los exámenes, las intervenciones y los cuidados, hemos logrado reducir esa mortalidad. Hacer angioplastias, ajustar los tratamientos farmacológicos periódicamente, etcétera, son formas de mejorar la salud cardiovascular de nuestros pacientes y salvar vidas. Pero lo que estamos viendo en estos 40 días de cuarentena es que ha caído drásticamente la consulta cardiovascular. Y el paciente que tiene insuficiencia cardíaca y no va al médico es un paciente que está corriendo riesgos”.

Según los investigadores del ICBA, en marzo sucedieron alrededor de 7.200 muertes cardiovasculares en la Argentina. En un escenario de menor control, prevención y manejo de ECV, Lamelas y su equipo estiman que el país enfrentará un incremento de 10 % a 15 % de la mortalidad cardiovascular entre abril y octubre. De allí surgen las entre 6.000 y 9.000 muertes evitables sobre las que alertan. “El Gobierno debe promocionar la consulta a los servicios de cardiología de los hospitales, que deben reabrir sus consultorios externos -insta Tazar-. Por supuesto que tenemos que tomar todas las medidas para contener la pandemia y evitar que nuestro sistema de salud claudique ante el coronavirus, pero no podemos seguir dejando de lado la atención cardiovascular”.

Crisis económica

Además de la subatención debida a las restricciones a la circulación y el miedo al contagio, otra causa de episodios cardíacos que preocupa a Tazar es la recesión. “El síndrome del corazón roto está bien descripto -transmite-. Después de situaciones sociales estresantes, como el quiebre de la Bolsa o la caída del Gobierno, muchas personas pueden desarrollar manifestaciones cardiovasculares muy graves, que llevan a la muerte. Hay evidencia de que esto es así”.

En 2005, investigadores de la Fundación Favaloro y la Universidad de Massachusetts encontraron que, entre abril de 1999 y diciembre de 2002, el deterioro hospitalario causado por el derrumbe de la economía local produjo 20.000 muertes cardíacas más de las habituales. En un reportaje publicado en el diario La Nación, el fallecido Enrique Gurfinkel, entonces jefe de la Unidad Coronaria de la Fundación Favaloro y autor principal del estudio, manifestó: “lo que no se sabe con certeza es si las autoridades advirtieron o no que los números iban variando. Tengo la impresión de que veían que las cosas se deterioraban, pero no tomaban idea de la magnitud de lo que estaba pasando. El mal manejo de la cosa pública mata o infarta a la población. Y tengo la impresión de que los datos obtenidos indican que esto puede volver a ocurrir”.

Para este año, el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía argentina caerá 5,7 %. Consultado sobre si esta contracción del producto bruto interno puede afectar a los hospitales públicos como lo hizo la de 2001, Tazar argumentó: “la respuesta es que no debería ocurrir. El sistema público de salud está ahí para la asistencia de la población general y no debería empeorar ni siquiera en una crisis. Pero la realidad muchas veces nos muestra otra cosa: que ante determinadas situaciones económicas, decaen todos los departamentos del Estado. Y obviamente la el de salud también puede sufrir”.

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