Dar el ejemplo es esencial en este momento de crisis

A mayor libertad, mayor necesidad de controles para evitar los excesos. Por consiguiente, también implica sanciones para que aquellos que atenten contra las reglamentaciones o las leyes vigentes entiendan y respeten el valor de los contratos sociales. Nadie puede hacer lo que se le plazca; es de sentido común, una noción elemental que rige la convivencia en sociedad. Un mínimo de organización acordada y planificada para el desarrollo y el crecimiento en el marco de las libertades que permite el sistema republicano. Hoy, en medio de la pandemia, la ciudadanía debe tener especial cuidado de disfrutar y de disponer responsablemente de los beneficios de las flexibilizaciones a la cuarentena que está imponiendo el Gobierno; desde donde, con justa razón, se exige autocontrol y compromiso comunitario. Porque si bien desde el Poder Ejecutivo se anunció el cierre de las fronteras para quienes provengan de zonas donde haya transferencia comunitaria del virus, así también se resolvió que algunas actividades vayan retomando lentamente su ritmo habitual. Fijó excepciones para romper con el aislamiento social y para atender las necesidades económicas de rubros que estaban sintiendo la asfixia de negocios a puertas cerradas. Así, entre el cierre de la frontera y la flexibilización dispuesta que permitió que más gente saliera a la calle, ya sea para tomar un café o simplemente para correr, el desafío quedó en manos de los tucumanos puertas adentro; el lugar en el mundo de muchos: el de la responsabilidad social a la hora de cuidarse y de cuidar a los demás, de no tratar de hacer más de lo permitido o de lo reglamentado para facilitar la posible propagación del virus. En este tiempo especial, donde en Buenos Aires y en la CABA los casos de contagios se multiplican, al igual que otras provincias que han retornado a fases anteriores, surge considerar un par de cuestiones centrales para el desarrollo en armonía de la vida en sociedad: el respeto y dar el ejemplo. Respeto por el otro y por los estatutos, simplemente por cumplir y hacer cumplir el distanciamiento social, o bien por usar barbijo por solidaridad; no es nada más, tan simple pero a la vez tan gigantesco reto para algunos. Para nadie resulta cómodo que lo aíslen, que lo aparten hasta de la rutina que hoy aparece como una tremenda conquista de libertad; pero la enfermedad que azota al mundo obliga a ser prudentes y previsores. No transgresores. Y de alguna forma, aguantarse las ganas de acelerar acciones para que vuelva todo a la antigua normalidad. Regresará cuando pase el coronavirus, será más rápido si se respetan los protocolos y las condiciones que se exigen para que se pueda circular o para poner en marcha una actividad comercial. Depende del nivel de responsabilidad de cada individuo para que el beneficio sea colectivo. El ejemplo debe venir de las autoridades; pues tienen que ser los primeros en exponer a la sociedad que acatan las indicaciones sanitarias dispuesta, aunque tengan obligaciones propias de Gobierno. Más todavía cuando han resuelto estrictas medidas para evitar que el virus ingrese a la provincia a partir de incrementar la seguridad fronteriza. En virtud de que se deben respetar los protocolos, en esta situación excepcional de cierre de fronteras y de excepciones nuevas; por todos lo que viven en el territorio, circulan y observan el desempeño de sus autoridades: desde el poder político deben nacer los principales ejemplos.

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