Luces y sombras del cierre de fronteras

La Legislatura se apresta a debatir un proyecto para cerrar las fronteras de la provincia por los próximos 60 días corridos, en un intento más por contrarrestar la pandemia. Se busca restringir al máximo los ingresos a la provincia y así reducir los riesgos de tener nuevos casos importados de covid-19. La medida, aunque suene atinada siempre y cuando se contemplen las excepciones necesarias, pareciera ser tardía. Es cierto que Tucumán no atraviesa ni remotamente por el calvario que viven bonaerenses y porteños, chaqueños o cordobeses. El avance del virus en esta provincia fue hasta aquí bien controlado por las autoridades. Desde hace un par de semanas, los tucumanos gozan de permisos para practicar deportes al aire libre, salir de compras y trabajar. Sin embargo, esas libertades deben cuidarse para que puedan ser mantenidas; principalmente, con el respeto a las normas de higiene y a los protocolos que fija el distanciamiento social. Y eso compete tanto a los ciudadanos como a las autoridades.

Lo que sucedió con el denominado “colectivo de los contagios” es una muestra de que nadie puede relajarse, mucho menos los responsables de velar por la seguridad sanitaria de la población. Hay un antes y un después en la evolución de la pandemia a partir del caso de ese ómnibus que llegó el 7 de junio proveniente de Buenos Aires. De ese contingente, 26 viajeros dieron positivo y, a partir de ahí, fueron contagiados cinco médicos y dos familiares (uno de un tucumano repatriado y otro de un profesional de la salud). Aún permanecen siete personas más en aislamiento que vinieron en ese colectivo. La semana pasada, el director de Epidemiología del Siprosa, Rogelio Cali, señaló a LA GACETA que en Tucumán no hay circulación viral comunitaria, sino circulación en conglomerados. “Esto quiere decir que están identificados los contactos de los casos positivos, de tal manera de poder realizar una tarea de control más focalizada”, precisó. No obstante, reina preocupación entre las autoridades sanitarias a partir del contagio de los médicos. Es lógico, establecer la cadena de contactos de estas personas requiere de otro esfuerzo.

¿Se podría haber evitado esta situación? Difícil poder determinarlo, pero sí se puede concluir que un relajamiento de los controles en plena ebullición de la pandemia en el Área Metropolitana de Buenos Aires es contraproducente. Provincias como Jujuy o San Luis debieron dar marcha atrás cuando creían tener la situación controlada. En Catamarca, único distrito libre de covid-19 hasta hace una semana, hoy se cuentan casos positivos por día.

Hasta aquí, las pautas establecidas para el ingreso a Tucumán (restricciones horarias y de permisos para exhibir) no fueron del todo rigurosas, y se prestaron a situaciones polémicas en los controles policiales limítrofes. Por eso es que, en ese contexto y aunque tardío, resulta positivo establecer un cerrojo fronterizo, aéreo y terrestre, pero se lo debe acompañar con un aumento de los controles en los pasos clandestinos que se abren entre localidades tucumanas y salteñas, catamarqueñas y santiagueñas. “Es una medida atinada, sin que esto vaya en desmedro de las actividades que son esenciales”, aclaró ayer en LG Play el ministro del Interior, Miguel Acevedo. Desde luego, la normativa a aprobar debe contemplar las excepciones para evitar el desabastecimiento de mercadería, permitir el desarrollo económico de las producciones locales y prever situaciones urgentes de salud, por ejemplo.

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