El Ojo Crítico: Hater”

El odio potenciado por las redes sociales.

INQUIETANTE. Así es la mirada de Tomasz. La actuación de Maciej Musialowski es notable. INQUIETANTE. Así es la mirada de Tomasz. La actuación de Maciej Musialowski es notable.

MUY BUENA

PELÍCULA / POR NETFLIX

Sujetos de la calaña de Tomasz Giemza (magníficamente interpretado por Maciej Musiałowski) existieron en todas las épocas. Gente inescrupulosa, cínica, capaz de todo en el afán por ascender en la escala social. Fogoneada, además, por una acumulación de pecados capitales (envidia, ira, soberbia) capaces de someter cualquier atisbo de sentimiento positivo. Tomasz es un odiador (“Hater” en inglés) de manual que está enamorado de la bellísima Gabi (Vanessa Aleksander). Es, claro, una pasión enfermiza que potenciará la capacidad destructiva que Tomasz va cultivando a lo largo de la película.

Desde la historia de Tomasz “Hater” va haciendo pie en un terreno fértil en la obra de Jan Komasa: la capacidad de daño que alcanzan el ciberacoso y las redes sociales, al punto de haberse convertido en una industria de la difamación y la manipulación de masas. De hecho, “Hater” está conectada con otra película de Komasa (“Suicide room”, de 2011) por el personaje de Beata Santorska (Agata Kulesza). Más que un spin-off, “Hater” es una ampliación de la idea que Komasa había explorado con tono introspectivo en “Suicide room”. Aquí la historia va mucho más allá, hasta derivar en el magnicidio. “Hater” es, de paso, una reivindicación de Netflix con el cine polaco tras el estreno de la deplorable “365”.

Es una Varsovia gris, fría e impersonal la que sirve de marco para “Hater”. La palidez de Tomasz, realzada por las ojeras tras horas atornillado frente a las pantallas, es la que Komasa eligió como estética de la película. No hay luminosidad ni espacio para la distensión en las dos horas y cuarto que dura “Hater” (sí, se hace larga, pero es una extensión justificada). Ni siquiera cuando Tomasz persigue a Gabi para encontrarla en un boliche: la fiesta terminará de la peor manera.

A Tomasz lo expulsan de la Facultad de Derecho por haber plagiado un trabajo. La familia de Gabi es su benefactora -lo conocían de antiguas vacaciones en el campo-, pero en privado se burlan de él. Tomasz les miente y, de paso, los escucha porque plantó micrófonos en el departamento. A esa altura ya forma parte del equipo de Beata, un team de hackers que vende su servicio de ciberacoso al mejor postor. En el caso de los políticos, Beata no tiene problemas para atender en ambos lados del mostrador. La cuestión es destruir al rival.

Embarcado en esa tarea Tomasz traspasa todos los límites, aunque sean tan difusos como los que dibuja su jefa. La misión es terminar con la carrera de Paweł Rudnicki (Maciej Stuhr), candidato liberal a la alcaldía de Varsovia y Tomasz pone manos a la obra: se infiltra entre sus colaboradores gracias a los padres de Gabi, obliga a Pawel a salir del closet y lo pone en la mira de grupos de extrema derecha.

El estreno de “Hater” coincidió con un crimen que conmovió a Polonia (el alcalde de Gdansk fue asesinado por un neonazi). Si algo le faltaba a la película para reforzar su rotunda actualidad era un episodio de esa naturaleza. El mundo está infestado de tipos como Tomasz y el film de Komasa nos lo recuerda con la fuerza de un mazazo.

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