El caso de Abigaíl Riquel marcó un límite político en la relación de convivencia pacífica entre el gobernador Juan Manzur (Frente de Todos-PJ) y el intendente capitalino Germán Alfaro (Partido por la Justicia Social). Horas después de que el mandatario provincial emitiera las primeras declaraciones tras el femicidio de la niña y el linchamiento en el que mataron al principal acusado, Alfaro criticó por primera vez en meses al Gobierno. Puso un tope y se diferenció del oficialismo provincial recordándole que, pese al buen vínculo, es un dirigente opositor. A juzgar por la opinión de miembros de distintos sectores es probablemente también el de mayor proyección electoral. Aunque no mencionó a los titulares de los poderes Ejecutivo y Legislativo, habló de un deterioro institucional; de ausencia del Estado; de inacción y de la necesidad de que se haga una autocrítica.

La relación

Durante la pandemia por la proliferación de la covid-19, Manzur y Alfaro se acercaron y mantuvieron una relación cordial. Llamó la atención porque desde el inicio de ambas gestiones, en 2015, y hasta marzo de este año siempre había estado signada por la distancia institucional y los conflictos políticos. Hubo capítulos con entredichos de todos los colores que abarcaron desde el Presupuesto del Concejo Deliberante; los fondos de la Coparticipación y hasta las desavenencias por el servicio de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT).

Los cimientos de la tregua, que incluyó tanto reuniones públicas como a solas, fueron la crisis por la emergencia sanitaria y la necesidad de recursos nacionales. Alfaro y los integrantes de su espacio pusieron una pausa a la discordia y Manzur medió para que llegara más dinero de la Casa Rosada a las arcas de la ciudad.

Dos porqué

¿Por qué ahora? De acuerdo con el entorno municipal, parecen confluir varios motivos coyunturales y políticos para responder a esta pregunta.

En 9 de Julio y Lavalle venían siguiendo de cerca lo que sucede con la inseguridad y, en particular, con la Policía desde hace tiempo. Allí saben que la principal preocupación y los temores de los vecinos son por la seguridad. Hay otros dos hechos policiales que anteriormente habían encendido las alarmas. El primero fue en mayo: la privación ilegítima de la libertad seguida de muerte y posterior desaparición forzada del trabajador rural Luis Espinoza en la localidad de Melcho. De los 10 acusados, nueve son policías. El segundo fue en septiembre, cuando la empresaria Ana Dominé fue asesinada de un disparo durante un violento robo en la zona de la avenida Alem y Crisóstomo Álvarez. Las autoridades municipales habrían estado a punto de pronunciarse en ambas situaciones, pero decidieron mantener la prudencia.

El caso Abigail “colmó el vaso”, según los cercanos al intendente. Sobre todo, después de que escucharon lo que Manzur tenía para decir al respecto: que los poderes del Estado estaban funcionando de manera óptima, que la Policía había actuado de acuerdo a lo ordenado por la Justicia y que no habría por el momento cambios en el área de Seguridad.

Otro asunto que molestó en la municipalidad fue, en la etapa anterior de las medidas restrictivas tomadas por la Provincia, el cierre de bares y restaurantes ante la proliferación de contagios. Alfaro ya expresó que no está de acuerdo con este tipo de medidas, que riñen con la realidad económica de diversos sectores.

También influyó, por otro lado, el calendario. La mirada de los dirigentes de todos los partidos está puesta en 2021 y 2023 (elecciones de renovación parcial del Congreso Nacional y comicios provinciales, respectivamente). Este no es un dato pequeño si se tiene en cuenta que el alfarismo viene consolidando lentamente el espacio, con la intención de ser la médula de un armado opositor que pueda llevar el año que viene a la diputada Beatriz Ávila al Senado y en tres años, a su líder a la Casa de Gobierno. A medida que pase el tiempo, los dos sectores saben que el vínculo volverá a los carriles normales, es decir, al conflicto.

¿Por qué inquieta?

Si bien tanto en el manzurismo como en el entorno de Alfaro dicen que la tregua no durará más allá de la pandemia, se nota alguna inquietud extra en el oficialismo provincial. El intendente es una figura que irrita a algunos de sus miembros, que aún no le perdonan su pase a la oposición. Por ello no ven con tan buenos ojos que Manzur se haya mostrado tan cercano a un rival. En realidad, el trasfondo es que no tienen tan claro en qué términos dialogan los protagonistas. Las conversaciones públicas y privadas han sido a solas. Algunos especularon con un posible acuerdo electoral para la gobernación y esto en medio de una interna entre Manzur y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, toma otro tono. En el alfarismo saben que la duda está plantada y entienden que a ello se deben algunos cuestionamientos que reciben desde el entorno gubernamental. Descartan, sin embargo, cualquier tipo de alianza porque tienen trazada otra meta. En la Casa de Gobierno y en la Legislatura hay otras versiones, que dan cuenta de un Alfaro intentando posicionarse mejor para 2023.

Habrá que ver cómo repercuten las críticas del intendente en la relación con Manzur y si la tregua se mantiene o queda como un recuerdo de la pandemia.

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