Trump enrojeció de sangre al Capitolio

Por Carlos Duguech, columnista invitado.

10 Enero 2021

George W. Bush, republicano él, criminal de guerra por Irak –las pruebas están servidas para su condena, junto a Tony Blair y José María Aznar- desde marzo de 2003 cuando invadieron el país árabe como dueños de casa. Hoy -suelto de cuerpo- se permite hablar de república bananera. De su país, nada menos, por obra y gracia del presidente republicano Trump, camino a la calle luego de sus cuatro años ejerciendo como dueño y señor de la Casa Blanca y con frustradas pretensiones de quedarse por cuatro años más.

La diferencia

Cierto es que la incursión violenta de un numeroso grupo de partidarios del trumpismo y alentados por el presidente derrotado en las recientes elecciones ha sido una novedad impensada en los EEUU. También es cierto que absolutamente nada ni nadie de allende sus fronteras ha tenido participación ni intelectual ni material en los violentos hechos en el Capitolio. Fue un hachazo a la Democracia, precisamente en el lugar y en el momento en que debía certificarse -por el Senado- el resultado electoral que consagró a Biden como presidente de los Estado Unidos. Diríamos, como ya estamos acostumbrados en nuestro país en cuanto a la definición, que los desgraciados hechos en Washington fueron consecuencia directa del accionar de una “asociación ilícita”. El jefe, no otro que el mismísimo Trump, que les dijo a sus feroces y fundamentalistas seguidores lo que había que hacer en el Capitolio, aunque ante los desgraciados hechos se retractara. El hachazo a la democracia ya estaba dado. La herida abierta. Ninguna disculpa retrotrae la realidad. Tener en cuenta a Nixon que se obligó a sí mismo a renunciar en 1974 para impedir el seguro “impeachment” (proceso de destitución) que sobrevendría por el “Watergate”.

Las palabras de la presidente de la Cámara Baja Nancy Pelosy son altamente significativas: dijo en rueda de prensa que el presidente Trump “incitó a una insurrección armada contra EEUU”. Agregó en defensa de la democracia: “Una profanación del Capitolio de EEUU, que es el templo de los EEUU; de nuestra democracia estadounidense”. Y fue directa en sus palabras al vicepresidente Mike Pence: “Lo insto a que destituya de inmediato al presidente invocando la enmienda 25 de la Constitución”

Así las cosas se asisten a idas y vueltas de Trump, que expresó que la transición del poder se hará en orden (luego del contundente pronunciamiento del Senado sobre las elecciones a favor de Biden). Dicho esto, como si fuese lo más natural del mundo (les suele pasar a los enajenados mentales, a menudo) anunció que no asistirá a la transmisión del mando presidencial el 20 de enero. Uno de los puntos (“c”) de lo que se publicó en la sección “Cartas al director” el 07/01/21 que titulé “Semanas peligrosas para Trump” decía: “Como un chico que perdió un juego de chicos (Trump) hará todo lo posible –legal o no- para dificultar a Biden una asunción normal de su presidencia el próximo 20 de enero. Hasta podría no estar en el acto de asunción ni él ni algún representante de fuste del poder que cesa en la administración”. Creo que sí estará Pence, el vice de Trump, que se mostró hasta ahora con la precaución de que no le salpique la saliva contaminada de rencor y desmesura de Trump. Hasta incursioné en el tema “botón nuclear” porque podía hacerse leído como una exageración. La propia y poderosa jefa de la Cámara de Representantes de los EEUU pidió a un jefe militar de relevancia para que bloquee el botón nuclear al alcance de Donald Trump. De tal modo, desde aquí, en este sur del continente americano, advertimos un riesgo que también en el Norte se teme. Se dieron los tres supuestos: acción ilegal para obstruir en el Capitolio la confirmación de Biden; la decisión de no asistrir al acto de asunción y la cuestión del botón nuclear.

Destitución

Es poco probable que haya tiempo suficiente para concretar la destitución formal de Trump como lo solicitan un buen número de senadores y representantes. Pero sí podrá prosperar hasta el enjuiciamiento por instigar a la violencia contra las instituciones y por las consecuencias de ésta en un resultado que hasta ahora contabiliza cinco muertes y una decena de policías heridos.

República bananera:

No toma en cuenta Bush que el término se refiere a países con gobiernos dependientes, débiles, sometidos al poder de su país, los EEUU. Particularmente Centro América, región donde se generaban golpes de estado (desde Washington).

Un caso emblemático de intervención golpista de los EEUU, muy cerca de nosotros fue el derrocamiento de Salvador Allende en septiembre de 1973. En el caso de los EEUU de Trump no cabe lo de bananera, porque nadie de afuera hizo nada. Sí es preocupante el estado de “guerra civil” que late en las conductas de los grupos seguidores de Trump, que no son otros que los discriminadores por raza, religión, poder económico, y otras lacras del tejido social infestado de odios y discriminaciones.

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