Nahuel Toledo
LA GACETA
Kamala Harris es protagonista de la historia de Estados Unidos. El 20 de enero se convirtió en la primera mujer en llegar a la Casa Blanca como vicepresidenta. Desde que fue elegida como la compañera de fórmula de Joe Biden, atacó a Donald Trump por su gestión ante la pandemia de la covid-19 y ahora será una pieza clave en el Senado, donde se desarrollará el juicio político contra el ex presidente.
La figura de Harris parece destinada a romper barreras en el mundo de la política norteamericana. Antes de convertirse en la segunda persona más importante del país, Harris fue la primera mujer negra elegida fiscal general en California y primera mujer de ascendencia del sur de Asia en el Senado.
Kamala nació el 20 de octubre de 1964 en Oakland, California, uno de los focos del activismo por los derechos civiles y en contra de la guerra. Sus padres arribaron a Estados Unidos en condición de inmigrantes. Su papá llegó al país desde Jamaica y trabajó como profesor de economía; mientras que su madre, proveniente de la India, fue investigadora del cáncer de mama.
Después de su infancia en Oakland, Kamala se instaló en Washington para estudiar en la Universidad de Howard y allí se graduó. Ese fue el comienzo de una carrera brillante como fiscal, que la llevó a ser elegida dos veces como fiscal de distrito en San Francisco y luego fiscal general de California en 2010.
Después de dos mandatos como fiscal en San Francisco (2004-2011), fue elegida dos veces fiscal general de California (2011-2017), convirtiéndose en la primera mujer, pero también la primera persona negra, en encabezar los servicios judiciales del estado más poblado del país.
Cuando fue fiscal de distrito en San Francisco, Harris lideró el programa ‘Back On Track’ que le ofrecía una pena alternativa distinta a la cárcel a quienes habían cometido un crimen no violento por primera vez en su vida. Ya como fiscal general de California, trabajó para corregir el retraso excesivo en las pruebas cuando hay una violación.
Trabajo clave
Su trabajo fue clave para reunir una base y tener resonancia para lanzar una candidatura exitosa para llegar al Senado en la campaña de 2016, convirtiéndose en la segunda mujer negra en ser elegida para la Cámara Alta.
Tanto en los estrados judiciales, como en los escaños legislativos, la voz de Harris siempre fue contundente al referirse a temas raciales o relativos al sistema de justicia criminal. Esta experiencia potenció la campaña Biden porque permitió acercarlo a las minorías raciales.
La flamante vicepresidenta se define a como “progresista” y esto quedó reflejado en los debates públicos que mantuvo con su contrincante Mike Pence durante el periodo proselitista. A raíz del asesinato de George Floyd criticó el racismo estructural del país y pidió una reforma a la Policía.
Harris no solo marchó con los manifestantes en las calles de Washington, sino que además como senadora fue coautora de un proyecto de ley para modificar la Policía. “Las aceras de Estados Unidos están manchadas de sangre negra. A raíz de los asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor, debemos preguntarnos: ¿cuántas veces más nuestras familias y comunidades deben pasar por el trauma del asesinato de un hombre o mujer negros desarmados, en manos de la misma policía que ha jurado protegerlos y servirles?”, expresó en el Congreso.
Como candidata vicepresidencial reiteró su llamado y aseguró que, de ganar, Joe Biden y ella prohibirían las técnicas policiales de ahorcamiento, como las que indujeron la muerte de Floyd.
A los dos años de ejercer como senadora, Harris se postuló como una de las precandidatas presidenciales del Partido Demócrata y tal como ocurrió en el Senado, fue su estilo directo de hablar el que la hizo destacar en medio de la veintena de aspirantes.
Paradójicamente, esas palabras se enfilaron hacia el racismo y contra Biden, uno de los candidatos demócratas con más opciones. En junio de 2019, Harris señaló a Biden de aliarse con senadores segregacionistas sureños en los 70. Para ella, esto fue una afrenta personal, porque mientras Biden se oponía desde el Congreso a que los niños negros usaran los mismos buses escolares que los menores blancos, ella era una pequeña estudiante en California que hacía parte de la segunda generación de integración racial en los colegios.
“No creo que seas un racista. Y estoy de acuerdo contigo cuando te comprometes con la importancia de encontrar puntos en común… Pero también creo que es personal y fue doloroso escucharte hablar sobre la reputación de dos senadores de los Estados Unidos que construyeron su reputación y su carrera en la segregación de la raza en este país”, le dijo Harris en aquel debate demócrata.
Las aspiraciones presidenciales de Harris no se concretaron y el 3 de diciembre de 2019 retiró su precandidatura alegando problemas de financiación. En efecto, los datos de la Comisión de Elección Federal de Estados Unidos ratificaron que para septiembre de ese año, la aspirante tenía solo un tercio del dinero que tenían otros candidatos, destacó el sitio France 24.
Pese a su reciente investidura en el cargo, algunos analistas ya barajan su nombre entre los posibles candidatos presidenciales de 2024. Biden terminará su mandato con 81 años y eso hace improbable que el demócrata aspire a una reelección. En ese escenario, Harris puede ser un as bajo la manga del partido azul.