La limpieza de la ciudad debe ser una política de Estado

29 Enero 2021

“Salta la linda. Salta la limpia” decía slogan municipal de los años 80 para inculcar en los salteños hábitos de higiene. Hace 40 años. En Tucumán todavía no hay una política pública que incluya la limpieza entre sus prioridades. Y los resultados están a la vista. Días pasados, en su paso por esta ciudad, el actor tucumano Juan Soler hizo un comentario que ofendió al presidente del Ente Autárquico Tucumán Turismo. Dijo: “vi un Tucumán muy desgastado, muy mal cuidado”. Contó que justamente en la década del 80, cuando él jugaba al rugby, había muchas cosas para mostrar de la Provincia. “Hoy, si llego a Tucumán con gente que no la conoce no sabría qué mostrarle porque está todo feo”, lanzó. “Año tras año, la veo peor a Tucumán y la veo cada vez mejor a Salta”, comparó. Indignado el funcionario mandó al tucumano a recorrer la provincia donde hay “muchos lugares bonitos”. La respuesta del actor no se hizo esperar: “Hoy Tucumán está descuidado, sucio, violento y mal administrado”.

¿Quien se animaría a contradecirlo? LA GACETA consultó a sus lectores sobre los dichos de Soler y el 93% está de acuerdo con que Tucumán “está cada vez peor”. Este dato se confirma con el reciente informe de la consultora Innovación, Política y Desarrollo que revela que San Miguel de Tucumán es la ciudad con peor calidad de vida del país. El estudio se basó en una encuesta de satisfacción a más de 12.800 habitantes de las 24 ciudades capitales del país.

San Miguel de Tucumán cumple con todas las condiciones para estar en el podio por ser la ciudad más sucia. La primera es la deficiente o por lo menos irregular recolección urbana de residuos, ya que la empresa recolectora no llega a todos los barrios, especialmente a los más pobres y olvidados. Es allí donde se produce la proliferación de basurales. En el microcentro el vandalismo contra cestos y contenedores es atroz y no se reponen con la frecuencia necesaria. Las calles lucen sucias y los pocos basureros que hay están repletos de residuos.

A este panorama, que se completa con veredas rotas, se sumó ayer la protesta de los recolectores urbanos frente a la Municipalidad. Como una ironía del destino tucumano ellos se quejan de que no hay suficiente basura reciclable para retirar (botellas PET, cartones y latas). Quieren ser incluidos en los proyectos de separación en origen de la basura domiciliaria. La Municipalidad cuenta con una comisión para el tratamiento del tema, pero el tiempo pasa y al parecer no hay una decisión política de dar prioridad al problema de la basura.

¿Cuándo los tucumanos capitalinos comenzarán a hacer la separación de los residuos en sus casas como existe en tantas otras ciudades con conciencia ambiental? En la ciudad hay muchísimos vecinos bien predispuestos a realizar la separación del material y reducir así al máximo la cantidad de basura que se entrega al camión recolector. Pero no hay desde el Estado una iniciativa concreta para hacer de la limpieza y del cuidado del ambiente una cuestión de Estado.

Cuando no se puede sostener algo tan elemental como la higiene todas las demás acciones que se puedan llevar a cabo por la ciudad quedan deslucidas. Volvamos a las respuestas de quienes dicen que Tucumán es la ciudad con peor calidad de vida. No lo dicen por la falta de trabajo o por la pobreza. Lo afirman por los malos olores donde se mezclan los basurales a cielo abierto, los derrames cloacales que asfixian a la ciudad y los vahos que se desprenden de la fermentación de la vinaza, de los ingenios.

Hace 40 años Salta no sólo era “la linda” sino también “la limpia”. ¿No es hora que el Jardín de la República sea también menos hediondo?

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