Artistas y público recuperan su convivencia

09 Marzo 2021

Durante la cuarentena, una de las necesidades que debió (como tantas otras) ser atendida en forma virtual fue la del consumo cultural. Aparte de la oferta de series y películas por plataformas de streaming, con desembarcos comerciales de importancia desde la última mitad del año pasado (Amazon Prime, Video StarzPlay y ahora Paramount, por citar sólo algunas), la cartelera de espectáculos en soporte digital en vivo u on demand tuvo un fuerte impacto en una sociedad necesitada del aporte artístico para evitar el tedio y la monotonía.

La paulatina reapertura de la actividad con público esá siendo inversamente proporcional a la merma en las propuestas virtuales de espectáculos. Si bien hay opiniones casi unánimes de empresarios sobre que el streaming en los shows musicales masivos llegó para quedarse, lo cierto es que se registra una sensible caída en esta opción. La conclusión es lógica: nada puede reemplazar a la experiencia vivencial de compartir un recital, una película o una obra teatral en una platea, con público y frente a los artistas. Precisamente, se denomina “convivio” (concepto inicialmente pensado para el teatro, que se puede ampliar a las otras expresiones) es la construcción de un campo de significados y significantes que sólo se da cuando espectadores y realizadores del hecho artístico coexisten en tiempo y lugar.

En las últimas dos semanas se han producido una serie de hechos de relevancia en la provincia que vienen a reforzar esa urgencia convivencial. La recuperación de la Biblioteca Alberdi, con sus dos salas teatrales; la inauguración de los espacios culturales Armando Díaz (en El Cadillal, lo que reviste especial importancia atento de que se abren opciones en el interior), Casa Luján y Puerto Cultural Libertad; la reapertura de los cines y la reinvención de clubes deportivos en bares con shows y para menos gente, son señales indicativas de que hay una actividad subyacente vital y fuerte, que no ha sido atacada por ningún virus (y no nos referimos al covid-19, sino al del desánimo, al del abandono o al del descreimiento en el otro, a veces más nocivos que cualquier plaga global). Estas novedades se suman a la gran cantidad de restobares y pubs que anuncian cartelera semana tras semana desde fines del año pasado, cuando la incertidumbre era aún general.

El cuadro de la movida artística excede lo inmobiliario; se completa con el necesario ímpetu creativo de sus protagonistas. El parate del año pasado se está revirtiendo con estrenos teatrales, lanzamientos de discos grabados en 2020 o presentación de espectáculos que esperaban la autorización del regreso presencial del público, más allá de las razonables medidas sanitarias vigentes. Si bien las capacidades de los espacios está acotada, hay que destacar que mucha de la oferta espectacular funciona a sala llena.

En estas instancias de retorno a una cierta normalidad, el Estado (en sus diferentes manifestaciones) ha sido crucial. En algunos casos, con ayudas económicas o de personal como en la Biblioteca Alberdi; en otros, con millonarios subsidios para la compra o construcción de casas (el Instituto Nacional de Teatro desembolsó más de $20 millones en las salas recientemente inauguradas); en todos, en las resoluciones del Consejo Operativo de Emergencia de la Provincia, que fijó las pautas para que lo artístico se despliegue. Con cuidado y prevenciones, es momento de celebrar.

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