Leila Guerriero: una prosa feroz

Columnas reunidas del diario El País.

DENSIDAD LITERARIA. Nada es casual, sin intención ni liviano en los textos de la talentosa Leila Guerriero. DENSIDAD LITERARIA. Nada es casual, sin intención ni liviano en los textos de la talentosa Leila Guerriero.
04 Abril 2021

COMPILACIÓN

TEORÍA DE LA GRAVEDAD 

LEILA GUERRIERO

(Libros del Asteroide – Barcelona)

Leila Guerriero es una forense ejerciendo su oficio de cronista. Tiene la maestría de quien sabe dónde hacer la incisión, el corte, la exploración para revelar las causas, las angustias, los vínculos, las rupturas, los empeños, las euforias, los aprendizajes, las pérdidas, lo que arrastra la correntada de los días.

El lenguaje es para ella un bisturí afilado con el que necropsa la realidad para explorar a fondo las cavidades de los tejidos sociales, las circunstancias vitales, los humores y las secreciones humanas.

En 99 textos cortos y parejos –como pulsaciones– palpita su vida (o la de cualquiera) en una construcción “donde el yo contiene multitudes”, como bien define Pedro Mairal en el prólogo. Cada una de sus columnas que el diario El País difundió durante cinco años, es la sístole/diástole de un corazón entrenado, de atleta de alta competencia. Cuando se los lee en voz alta se percibe una música cuyo clima proviene de la percusión cardiaca que otorgan la longitud constante (34 líneas) de los textos; la repetición como recurso lingüístico; la cita de versos ajenos con los que se identifica; la brevedad al servicio de la eficiencia; el lenguaje preciso e inquietante; la sintaxis filosa y las metáforas con las que construye los temas humanos revisitados en carne viva. Hay que considerar que son escritos hechos para ser publicados semanalmente. Son un hueso con mucha carne, con sustancia. Leídos con el intervalo de siete días tienen la regularidad de una respiración pero debo advertir que compilados y leídos uno tras otro pueden resultar tan intensos como una taquicardia.

Nada es casual, sin intención ni liviano, cada uno de estos textos nos anclan con atracción gravitatoria. La autora nos involucra en el relato y sale silente como un gato por la cornisa oscura, dejándonos las preguntas, regalándonos una suspensión en el aire, un espacio en blanco para nuestras propias interpelaciones.

Confieso que frente a un libro que me atrapa deseo ser capaz de leer lo suficientemente rápido como para tragármelo en una sentada. Con Teoría de la gravedad me sucedió que a poco de leer me obligaba a postergar la lectura para disfrutar –morosamente– el placer de una tarde fresca, tumbada en el campo (aunque estuviera sentada frente a mi mesa de trabajo una siesta tórrida de verano), abrazando una porcelana caliente de té con una mano y con la otra sosteniendo la constelación de angustias, recuerdos, certezas, preguntas y apegos que Leila traza con una prosa/poesía tan feroz e ineludible como la fuerza de la gravedad

© LA GACETA

Era la vida*

Por Leila Guerriero

Debería, por ejemplo, empezar por viajar más, por viajar menos, por no viajar en absoluto. Debería hacer las paces con mi padre, debería depender menos de mi padre, debería ver a mi padre más seguido. Debería salir de esta casa en la que paso tanto tiempo sola, debería quedarme en casa y no salir a aturdirme con gente que no me importa en absoluto. Debería terminar mi novela. Debería renunciar a este trabajo que detesto. Debería ir a bailar antes de ser el más viejo de la discoteca. Debería divorciarme. Debería empezar a usar toda esa ropa que hace años que no uso. Debería ir a recitales. Debería invitarla a cenar, invitarlo a un bar, decirles que soy gay. Debería parar con la cocaína. Debería probar alguna vez un trago, debería beber menos, debería dejar de beber. Debería aprender a tocar la guitarra. Debería ir a África mientras todavía puedo caminar. Debería cambiar de analista, conseguir un analista, dejar de ir al analista. Abandonar las pastillas. Ceder. No ceder. Arrojarme en paracaídas, tomar un curso de buceo, poner un hotel en la montaña, un bar en una playa de Brasil. Ir más despacio, ponerme en marcha, no mirar atrás. A fin de año, más que nunca, la vida no es la vida sino una patética declamación de buenas intenciones, una renovación del permiso de postergarlo todo, una fe idiota en que nunca será demasiado tarde para nada. «Toda la inmortalidad que puedes desear está presente / aquí y ahora», escribió el poeta chileno Gonzalo Millán en Veneno de escorpión azul, su diario de vida y de muerte, y esa bestia terrible de la poesía, la uruguaya Idea Vilariño, dijo, mejor que nadie, peor que nunca: «Alguno de estos días / se acabarán las bromas y todo eso / esa farsa / esa juguetería / las marionetas sucias / los payasos / habrán sido la vida».

* Incluido en La teoría de la gravedad.

PERFIL

Leila Guerriero nació en Junín. Publica en diversos medios de América Latina y España, como La Nación y Rolling Stone, de la Argentina; El País, de España; Gatopardo, de México, y El Mercurio, de Chile. Recibió, entre otros, el Premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y el Premio Internacional Manuel Vázquez Montalbán. Publicó los libros Frutos extraños, Una historia sencilla, Plano americano, Zona de obras, Opus Gelber y Teoría de la gravedad. Su obra ha sido traducida al inglés, el francés, el italiano, el portugués, el alemán y el polaco.

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