Un descenso a las cloacas del poder

thriller político que atrapa desde el minuto uno

11 Abril 2021

El policía Melchor Marín está de regreso y Javier Cercas no demora en darnos la noticia. Ya en la primera oración de su nueva novela lo tenemos irrumpiendo en un prostíbulo para arreglar viejos asuntos, porque si algo caracteriza a este personaje justo y honesto es que no le gusta quedarse con asignaturas pendientes. La justicia de los abogados, fiscales y jueces puede no estar a la altura de las circunstancias o de lo que él pretende pero eso nunca lo detiene.

Hijo de una prostituta asesinada en circunstancias nunca esclarecidas, ese episodio termina siendo el motor para su ingreso a la fuerza. Ese episodio y el anhelo por correr el velo sobre el crimen. No lograrlo lo frustra, lo mortifica y entiende que debe abandonar Barcelona. El destino lo encuentra en la apacible Terra Alta, transformado en el padre de Cosette (¡sí, como la hija del protagonista de Los Miserables!) y en el esposo de Olga, la bibliotecaria del pueblo. Sin embargo, el crimen del matrimonio dueño de la mayor empresa del lugar lo llevará por una sinuosa investigación, que le arrojará en la cara como efecto colateral el asesinato de su esposa. Eso es lo que sucede en el primer episodio de la saga, que según anunció Cercas tendrá cuatro envíos, e Independencia es su continuidad. Pero esos sucesos regresarán a través de sus pensamientos y de la voz de otros personajes una y otra vez en este nuevo libro.

Subsuelos fétidos

Nos enteramos que aquello que sucedió en 2021 (la acción actual se sitúa en 2025) lo llevó a regresar a Barcelona junto con su hija buscando tranquilidad. Pero el asunto pendiente alrededor del crimen de su madre (y a Melchor no le gustan los asuntos pendientes) lo llevan de regreso a Terra Alta con una idea clara: terminar sus estudios en biblioteconomía, abandonar la fuerza y pasar el resto de sus días como bibliotecario de pueblo y educando a su hija.

Ese plan se ve alterado con la aparición de un viejo camarada, el inspector Blai, quien llega hasta él para pedirle un último favor, que lo ayude a resolver un caso que exige máxima discreción y hombres rectos: alguien está extorsionando a la alcaldesa de Barcelona, pero no es un chantaje común y corriente, ya que en el medio hay un video sexual.

Barcelona no le trae paz por todo lo que ya sabemos y Melchor Marín se ve envuelto en una intrincada investigación, que lo sumergirá en las cloacas del poder y tal como sospechaba, comprobará que el poder real no lo ejerce ni la justicia ni los políticos sino los dueños del poder económico, pero no aquellos que se pavonean en revistas y televisión sino aquellos otros que permanecen siempre ocultos sin darse a conocer.

Melchor Marín se transforma en un personaje entrañable, en la voz de la conciencia de una sociedad que se desintegra y por momentos sus reflexiones políticas y su andar remiten al Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán, incluso en el apasionado vínculo que establecen ambos investigadores con los libros. Aunque con una sutil diferencia: para Carvalho son la combustión ideal para encender la chimenea y para Marín la combustión para seguir adelante con su vida.

© LA GACETA

Por Flavio Mogettau

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