Controles al límite

Los clubes, sobre todo de la Liga, casi sin presencia policial en los partidos, agudizan el ingenio para jugar. Pero sufren con aquellos fanáticos que desoyen las normativas sanitarias.

COMPLEJO DE CEBIL REDONDO. Mientras San Martín y Experimental jugaban, hubo público que vio las acciones subidos a la loma que bordea a la cancha. COMPLEJO DE CEBIL REDONDO. Mientras San Martín y Experimental jugaban, hubo público que vio las acciones subidos a la loma que bordea a la cancha.

Reducir la circulación de personas en la vía pública en todos los aspectos. Esa es la directiva que emana desde el Comité Operativo de Emergencia y que impacta de manera directa en el fútbol de Tucumán. Esa es una de las razones por la que hoy no pudieron jugar en el mismo día Atlético y San Martín (pese a haberse dispuesto distintos horarios). Por eso el Anual de la Liga Tucumana tendrá que acomodar su programación a días hábiles y no tanto a los fines de semana. En el medio, hay un tema de seguridad de cada espectáculo que debe atenderse, pero que termina no siendo prioritario ante los requerimientos que existen para operativos policiales por el nuevo avance de la pandemia. Es así que, para poder seguir adelante -en este caso con la competencia futbolística-, se está echando mano a soluciones de lo más diversas. Pero hay un problema: casos puntuales de fanáticos no están haciendo caso. Por contrapartida, eso es algo que en competencia nacionales con “Decanos” y “Santos” no se da.

Las idas y vueltas ya trajeron inconvenientes en distintas esferas, con la cancelación de partidos, la postergación de otros o el desdoblamiento de fechas a último momento. En el desbarajuste se incluye a la propia Liga, a la Policía y (en cierto modo), a la dirigencia de los clubes. Y son justamente los dirigentes, junto con los jugadores y los cuerpos técnicos, los que terminan cargando a lomo una situación que los excede. Si antes ya representaba una seria complicación armar un campeonato y gestionar los partidos de cada fecha (sin entrar en detalles, como los eternos problemas económicos), con la pandemia y la incertidumbre social que impera, todo se hizo más caótico.

José Jiménez, el comisario principal a cargo de la Seguridad Deportiva desde diciembre de 2017, asegura que, durante la semana, se reúnen en la oficina de la Subjefatura, de San Miguel y Chile, para tratar distintos temas deportivos. Y uno de ellos es armar un esquema de coberturas en pandemia. “Además, hay que evitar todas las concentraciones, que la gente se reúna en los bares o alrededor de los estadios”, afirma.

La medida está trayendo consecuencias. La fecha 1 del Anual de la Liga no pudo jugarse completa, generando insólitas situaciones de partidos programados que terminaron suspendiéndose a horas de realizarse. La jornada 2 tuvo el grueso de partidos el viernes. Y no en todos los estadios hubo efectivos policiales para controlar la presencia de espectadores (algo que está prohibido por protocolo sanitario) y cuidar de la seguridad de los protagonistas del espectáculo. Hubo comunas y municipios que proveyeron guardias urbanos para que pueda jugarse. Y los clubes acudieron a personas de confianza, los cuales lucieron chalecos que los identifica y colaboran para mantener el orden en las canchas. Con todo, se vio en fotos y videos de los partidos liguistas, que hubo sitios donde ni siquiera la presencia de uniformados impidió que la gente se instale pegada a los alambrados, se suba a las tapias o ocupa un lugar en las tribunas. Un dirigente del club San Juan, Ezequiel Cabello, graficó la situación: “todo el tiempo se está sacando gente de la cancha. Esa es la función de los colaboradores, pero nosotros tenemos que estar atentos”.

La mayoría de los partidos  que se disputaron hasta el momento en el Anual liguista no contó con policías. El viernes, en estadios como los de Burruyacu, Amalia o Ñuñorco se presentaron efectivos en una camioneta y permanecieron en el exterior. En Ranchillos, por caso, sí los hubo, como ayer en Lules.

Improvisando controles, resolviendo situaciones inesperadas, buscando cumplir con los protocolos para evitar problemas, en los clubes están al límite. Quienes deben ayudar, los fanáticos, lo hacen en buena cantidad, pero los menos que deciden quebrantar las normativas complican todo. Qué feo pensar que esos que dicen querer a sus colores les estén poniendo tonos oscuros a este enorme esfuerzo que significa seguir adelante con el fútbol nuestro en días tan difíciles.

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