El presidente Joe Biden reconoció el genocidio armenio y se convirtió en el primer mandatario estadounidense en calificar así la muerte de más de un millón de armenios a manos del imperio Otomano a partir de 1915, un tema que aún niega Turquía, el heredero de ese imperio y su aliado en la OTAN que ya criticó la decisión y acusó a Washington de "reescribir la historia".
"Recordamos las vidas de todos los que murieron en el genocidio armenio de la era otomana y nos comprometemos nuevamente a evitar que una atrocidad semejante vuelva a ocurrir", dijo Biden en un comunicado difundido por la Casa Blanca, al conmemorar hoy el 106º aniversario de esa política coordinada de matanzas, persecución y limpieza étnica.
"Afirmamos la historia. No lo hacemos para culpar, sino para asegurar que lo que ocurrió no se repita nunca", añadió el texto, que solo menciona una condena a una entidad política que hoy ya no existe: el imperio Otomano.
Un funcionario estadounidense citado por la agencia de noticias AFP reiteró que la intención no era culpar a la Turquía moderna, a la que el funcionario calificó de un "aliado clave de la OTAN".
"La intención de la declaración -la intención del Presidente- es hacer esto de una manera ejemplar centrada en los méritos de los derechos humanos y no por ninguna razón más allá de eso, incluida la de echar la culpa", dijo el funcionario, que pidió no revelar su nombre a los periodistas.
Pese a estas aclaraciones, la reacción de Turquía no tardó en llegar. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acusó a "terceros" de interferir en los asuntos de su país y, luego su canciller, Mevlut Cavusoglu, aseguró que Estados Unidos intenta "reescribir la historia" y advirtió: "No aceptaremos lecciones de nadie sobre nuestra historia".
Erdogan envío su respuesta no a Estados Unidos sino al patriarca armenio en Estambul: "A nadie le beneficia que los debates -que los historiadores deberían llevar a cabo- estén politizados por terceros y se conviertan en un instrumento de injerencia en nuestro país".
Cavusoglu, en cambio, fue más directo y se pronunció por Twitter: "Las palabras no pueden cambiar o reescribir la historia".
Y más tarde, su ministerio emitió una nota formal, muy similar a la que luego publicó su aliado, Azerbaiyán: "Rechazamos y denunciamos enérgicamente la declaración del presidente de Estados Unidos sobre los acontecimientos de 1915, realizada bajo la presión de los círculos radicales armenios y grupos antiturcos".
Además, la cartera convocó al embajador estadounidense en Ankara para transmitirle el malestar en persona.