¿A cuántos pasos estamos de terminar igual que el sombrerero de “Alicia en el país de las maravillas”? Tras más de un año con el tema a cuestas, los cambios que causó la covid-19 aún repercuten en la salud mental de cientos de tucumanos.
Además del estrés, una de las causas que nos pone en la cuerda floja es la ansiedad. “La pandemia despertó (y sigue despertando) cuadros clínicos entre quienes tenían algún tipo de tendencia. Esto se debe a que la covid-19, al pertenecer al orden de lo inesperado, potenció todo lo que ocurre en casa, el trabajo o con nuestras relaciones como un factor ansiógeno”, explica la psicóloga cognitiva conductual María José Acuña.
Si bien la ansiedad es una respuesta natural ante cualquier amenaza, el problema aparece cuando estas pequeñas dosis aumentan e interfieren en el desarrollo de nuestra rutina.
“Precisamente, hay distintas clasificaciones para delimitar cuando hablamos de un trastorno. Este se caracteriza por la intensidad del sentimiento. No nos sentimos nerviosos por un hecho puntual, sino que la ansiedad es constante. Hace que estemos en alerta permanente, con miedo. Además, los pensamientos siempre llevan a lo catastrófico y negativo”, detalla.
A veces, la situación puede empeorar al recurrir a la comida, el alcohol o los cigarrillos para calmar la inquietud. Según Acuña, remediar estos consumos problemáticos y alcanzar buenos hábitos implica un proceso gradual.
Lo esencial es sumar actividades recreativas que nos nutran y beneficien de verdad. “En terapia se ve muchos pacientes que, después de una semana laboral agotadora, hacen maratones de películas para descansar. No obstante, al terminar sienten culpa por haber perdido el tiempo. Y lo peor es que incorporan el hábito también durante la semana generando un ciclo de malestar e insatisfacción”, describe.
Efectos
La ansiedad crónica puede generarnos malestar físico. Las principales consecuencias de este estado son las migrañas, dolores de cabeza y musculares (debido a la presión), trastornos de sueño y trastornos alimenticios. Todo esto se suma a un aumento en el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares y metabólicos.
Limpieza
Junto a los ataques de pánico, la especialista afirma que la pandemia (con las medidas de bioseguridad) también exacerbó en nueve de cada 10 casos los TOC.
“Incluso hay mucha gente que no tiene este trastorno, pero incorporó compulsivamente el hecho de ponerse alcohol en las manos o desinfectar el hogar y los objetos. En este punto debemos evitar caer en los excesos porque la situación puede derivar en una patología cuando los hábitos de higiene y cuidado no tienen límite”, acota Acuña.
Consejos
Ante un drama cotidiano, ¿cómo ganamos la contienda contra la ansiedad (pasajera)? La psicóloga recomienda hacer un análisis situacional de aquello que nos pasa.
“Hay que frenar la especulación y ser resolutivos. Jamás debemos enfocarnos en el problema, sino en trazar sus posibles soluciones. Escribirlas ayuda un montón”, argumenta.
También hace bien dedicarle tiempo al ejercicio físico y pararle el carro a la sobreinformación. “Es propio en los trastornos de ansiedad quedarnos con el peor escenario posible e internet representa el espacio ideal para hallar datos que avalen nuestra preocupación. Al creer en lo que leemos, dejamos de pensar en otras alternativas y nos quedamos prendidos de noticias falsas, teorías conspirativas de salud o historias de muerte de tragedia”, reflexiona.
Mindfulness
Para compensar los bloqueos mentales y las mariposas en el estómago, la coach ontológica Marta Hynes recomienda controlar la respiración con breves sesiones de mindfulness. “Cuando sentimos ansiedad tendemos a hiperventilar y el ritmo cardíaco sube. Por lo tanto, es beneficioso recurrir a movimientos que cambien la duración y potencia de nuestras inhalaciones y exhalaciones”, detalla.
Un ejercicio rápido (para repetir por tres minutos): luego de sentarnos con la espalda recta, hay que inhalar por la nariz en cuatro tiempos. Retenemos el aire mientras contamos hasta siete y al final lo soltamos en ocho tiempos.
La segunda sugerencia es desviar la atención del pecho y la garganta hacia los pies. Durante tres minutos hay que trazar un recorrido mental de cada dedo y elongarlos y comprimirlos. También debemos mover las plantas y trazar círculos desde los tobillos (en la medicina china esta zona es un punto para regular la inquietud).
“La angustia afecta nuestra concentración en el trabajo o estudio. Acá una técnica sencilla para bajar del espacio es extender la mano izquierda a la altura del pecho. Con el dedo índice del otro brazo vamos a trazar su silueta. La consigna es que en cada movimiento de subida debemos inhalar, y al bajar exhalar. Al terminar, el proceso se invierte y arrancamos desde el meñique hasta el pulgar”, propone Hynes.
En complemento, la especialista en conciencia plena recomienda evitar el multitasking y valernos de un apoyo sensorial para detener la avalancha de pensamientos rumiantes. Por ejemplo: con videos de ruido blanco, sonidos 4K y vibraciones o con aceites esenciales (lavanda, cítricos, aloe vera, etcétera).