Deudas con la historia del norte argentino

Se trata de tres acontecimientos fundamentales que permitieron sostener el proceso político y social que había comenzado en 1810.

30 Mayo 2021

Boca o River, Atlético o San Martín, peronismo o antiperonismo, aborto o antiaborto, Macri o Cristina, cuarentena estricta o apertura total... Los argentinos solemos decir que estamos cansados de la “grieta”. Sin embargo, parece que, en la práctica, no estamos tan dispuestos a evitarla. De hecho, acaba de transcurrir un nuevo feriado por el 25 de Mayo y seguramente en muchos hogares y grupos de Whatsapp se reeditó la discusión acerca de cuál fue el hecho más importante para la historia nacional: la Revolución de Mayo o la Declaración de la Independencia.

Sin dudas, se trata de una discusión estéril (más bien, un pasatiempo poco productivo) ya que ambos hechos forman parte de un proceso tremendamente complejo que no puede reducirse a algo tan simple y banal como un “blanco o negro”.

Proponemos, en cambio, otro debate. No es nuevo y ya ocupó este espacio en otras oportunidades. Pero eso no le quita valor. Es el hecho de que jornadas de inmenso peso histórico sean recordadas únicamente en las provincias en las que ocurrieron. Por ejemplo, la Batalla de Tucumán, el Éxodo Jujeño y la Batalla de Salta.

Se trata de tres acontecimientos fundamentales que permitieron sostener el proceso político y social que había comenzado en mayo de 1810, ya que frenaron el amenazante avance realista tras la derrota de Huaqui. Y, al mismo tiempo, consolidaron el espíritu revolucionario en los pueblos que  durante varios años más tuvieron que soportar casi en soledad el peso de la Guerra de la Independencia.

Sin caer en reduccionismos o simplificaciones, se puede decir que estos hechos -sumados a la abnegada y eficaz gesta güemesiana- contribuyeron, entre muchas otras circunstancias, a generar las condiciones que derivaron en que Tucumán haya sido el lugar en el que se declaró la Independencia en 1816.

Lamentablemente, estos tres acontecimientos ocurridos en 1812 (Éxodo Jujeño y Batalla de Tucumán) y 1813 (Batalla de Salta) se recuerdan únicamente en las provincias en las que se produjeron (hubo una excepción en los últimos años: las celebraciones de sus respectivos bicentenarios fueron fiestas nacionales).

El norte argentino fue, en gran medida, el resistente aunque castigado cimiento sobre el que se levantó la patria. Su suelo se cubrió con la sangre de patriotas y realistas, y sus pueblos cargaron con el peso de una guerra larga y empobrecedora.

En cambio, la batalla de Vuelta de Obligado (ocurrida en 1845 en la provincia de Buenos Aires) sí se festeja como feriado nacional cada noviembre. Sin desmerecer el valor de este combate, creemos que es injusto que las gestas del norte argentino se encuentren relegadas a un segundo plano en el imaginario nacional. Aclaramos que no es nuestra intención promover nuevas fechas no laborales, pero sí creemos que es necesario un acto de justicia histórica que les otorgue el valor simbólico que les corresponde. Esta es una tarea que deberían asumir los parlamentarios tucumanos, salteños y jujeños que ocupan bancas en Congreso de la Nación. Y, por qué no, los gobernadores.

Celebramos el hecho de que la muerte de Martín Miguel de Güemes se recuerde en todo el país (es feriado nacional desde 2016). Este año conmemoraremos los 200 años de su fallecimiento. Será el lunes 21 de junio y no el jueves 17, como correspondería, porque se movió la fecha para generar un fin de semana largo. Una lástima. Igual, el feriado nacional es un acto de justicia para un prócer que, sin dudas, ocupa un lugar en el podio de la patria.

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