Emmanuel Carrère: Premio Princesa de Asturias a las Letras 2021

El escritor francés fue distinguido por la casa real española con uno de los mayores galardones literarios a nivel mundial. “Sus libros contribuyen al desenmascaramiento de la condición humana y diseccionan la realidad de manera implacable. Carrère dibuja un retrato incisivo de la sociedad actual y ha ejercido una notable influencia en la literatura de nuestro tiempo”, se consigna en el fallo del jurado. En este número recorremos sus principales títulos y analizamos el estilo y los temas presentes en su obra

20 Junio 2021

Yoga, el nuevo libro

Por Fabián Soberón

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

En los últimos años ha habido un resurgimiento de la crónica que adopta los procedimientos de la autobiografía. Se trata de novelas que trabajan con el registro de la no ficción y que incorporan, sin remilgos, los tics autobiográficos como una manera de ampliar el modo de entender la narración. Es el caso de escritores disimiles, con estéticas radicalmente diferentes: W. G. Sebald, Delphine de Vigan, Gay Talese, Philippe Claudel, Karl Ove Knausgard y Emanuel Carrère.

En comparación con los libros del noruego Knausgard (uno de los principales cultores de la crónica autobiográfica contemporánea en los seis tomos de Mi lucha), Carrère trabaja no solo con una versión de su propia vida sino también con las de otros: en sus libros narra las de Limónov (el singular militante y poeta ruso), las “vidas ajenas” de ciudadanos que sufren una catástrofe, la de Pablo el Converso, la del insólito asesino de El adversario.

Yoga: ¿un ejercicio de meditación?

“La meditación es no contarse historias”, dice Carrère como una de las diversas definiciones que anota sobre el yoga en su último libro. ¿Cómo desarrollar el arte de la narración autobiográfica en un libro que estimula el desmoronamiento del ego y la negación de las historias escritas por un autor consagrado?

Como en Limónov y De vidas ajenas, Yoga combina las posibilidades de registro escriturario: la reflexión ensayística, el despliegue de citas y análisis librescos, la autofiguración familiar, el apunte musical, la crítica literaria y, lo que es notable y reiterativo en esta novela, la autoflagelación. El autor narra varias historias y lo hace en bloques, al modo de la música extraordinaria del mejor Stravinsky. Se trata de un conjunto de fragmentos breves que condensan el sentido o las historias. Pasa de una pieza a otra y arma un continuum narrativo. El rompecabezas reflota la idea del montaje documental. Podríamos pensar a este libro como un documental literario, un despliegue de artillería para repensar el pasado: este es materia del recuerdo literario y también del olvido necesario.

Así, aparecen la mujer de los gemelos (con la que tiene sexo sin contención en hoteles de una provincia francesa), las personas con las que se cruza en el silencio apabullante del aislamiento para practicar yoga en un pueblo francés y Erica, una norteamericana que ve una sombra negra a su lado mientras dicta las clases de taller a unos jóvenes refugiados en la isla de Leros. Erica, detalla Carrère, tuvo una hermana gemela que tocaba la Polonesa heroica de Chopin, una chica que sufrió una enfermedad psiquiátrica y que desapareció para siempre. Una noche, Erica y el autor bailan y beben con la lujuria iridiscente de la música del polaco a la par que él escribe un retrato de la pianista argentina Martha Argerich.
En el corazón del libro, Carrère narra la que podríamos denominar el descenso al infierno vivo. Internado en el Sainte Anne por un trastorno severo, una depresión melancólica, debe ser sometido a una terapia electroconvulsiva. Este apartado reaparece como si se tratara de un hielo de fuego triste que flota en las diversas historias. Incluso lo lleva a pensar sus libros como documentos clínicos.
El autor cuenta que un día advirtió que el conjunto de apuntes que redactaba en sus cuadernos formaban parte de la misma cosa: “mi autobiografía psiquiátrica y mi ensayo sobre el yoga eran el mismo libro” (página 164). Pero Yoga no es solo eso: es un descenso al infierno que pasa por otro infierno (los refugiados en las islas griegas: un día Atiq le cuenta su odisea del horror) hasta que llega el fin de una amistad con la muerte de su querido editor. Mientras tanto, desfilan en episodios breves otros amigos (la escritora y cineasta Ruth Zylberman y el editor Olivier Rubinstein) y Herbé, quien con un sentido místico de la existencia le recuerda lo que había pensado Hesíodo: “la mitad es mejor que el todo”.
Como en ningún otro libro de Carrère, en Yoga se repite una idea como un mantra: “la meditación es una técnica para erosionar tu ego”. No deja de ser curioso que Carrère insista con esto a la par que dibuja, de forma directa o indirecta, la biografía de un yo atormentado. Quizás por eso, dice en otro lugar: “¿Por qué no hago yo el bien que amo sino el mal que odio?”
Emmanuel Carrère cuenta una parte de su última vida atribulada pero lo central, creo, es cómo lo hace: ritmo, percusión, agua llena de melancolía, reflexiones autobiográficas y crítica literaria conforman un coctel agridulce, acaso como la definición del amor que dio la lésbica Safo (Carrère cuenta que pasó por Lesbos) o como la traduce Anne Carson, la poeta canadiense: “Eros, el duce amargo”. Acaso como si siguiera el eco de dos poetas distantes y cercanas, Carrére anota en Yoga que “la alegría pura es tan verdadera como la Sombra”.

© LA GACETA

Fabián Soberón - Escritor.

PERFIL

Emmanuel Carrère nació en París en 1957. Es autor de 11 novelas y tres ensayos. Desde la publicación de El adversario (1999), todos sus títulos fueron éxitos de venta. Con Limónov, galardonado con el Prix des Prix como la mejor novela francesa, el Premio Renaudot y el Premio de la Lengua Francesa, llegó la consagración internacional. De vidas ajenas fue elegido “el mejor libro del año” según la prensa cultural francesa. Una semana en la nieve recibió el Premio Fémina. También se ha destacado como guionista y realizador cinematográfico.

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