El seleccionado nacional femenino de rugby llegó a Mónaco con un objetivo primario: conseguir uno de los dos boletos clasificatorios que otorgaba el repechaje para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. ¿Lo cumplió? A pesar de su entrega absoluta hasta el final, no pudo hacerlo. ¿Significa eso que volverá con las manos vacías? Tampoco. Por el contrario, volverá con las manos llenas de una valiosa experiencia después de haberse medido contra equipos de primer nivel. Un roce que no le es para nada frecuente, no sólo porque la competencia en Sudamérica aún está en desarrollo sino porque la pandemia la ha tornado aún más escasa: para el equipo argentino fue la segunda competencia en casi dos años. A nivel internacional, la falta de rodaje es una desventaja notable.
Luego de ganar en sus dos primeras presentaciones (contra México y contra Samoa), el equipo dirigido por el cordobés Tomás Bongiorno y el tucumano Emilio Valdez debía definir el primer puesto de su grupo contra Rusia, uno de los favoritos. El equipo rival, de mayor experiencia y con algunas jugadoras de rugby profesional, marcó claras diferencias: 41-7. De hecho, se llevaría una de las dos plazas a Tokio. La otra quedaría en manos de Francia, el otro gran favorito, que ganó todos sus partidos sin sobresaltos.
Clasificadas en segundo lugar, las chicas debieron enfrentar a Hong Kong en la primera llave. El equipo asiático impuso su ritmo de juego y gran velocidad para llevarse el partido 24-5, dejando a las argentinas fuera de carrera. Para destacar, la participación de las tucumanas Florencia Moreno, Andrea Moreno, Mayra Aguilar y Agostina Campos Ruiz. Las primeras tres fueron titulares y cumplieron un muy buen papel; la de Cardenales entró en los segundos tiempos y tuvo acciones decisivas, incluyendo algunas que permitieron el triunfo clave sobre Samoa. Gran trabajo de las cuatro.
La delegación retornará el miércoles por la mañana a Buenos Aires.