“Yo no sé a quien tenían que mandar o cómo es el procedimiento. Sólo pido que hagan algo con la Ley de Salud Mental. Porque la adicción es una enfermedad, y nadie nos da respuesta. Están llenas de madres que no tienen visibilidad, que golpean la puerta y nadie las escucha”. El desgarrador pedido de ayuda de Marina Charpentier, mamá de Chano, llegó con fuerza a familiares de adictos que, para sumarse a ese reclamo, realizaron ayer a una marcha en las afueras del sanatorio Otamendi.
El caso del músico, que fue baleado por la policía durante un forcejeo el lunes pasado y que ahora pelea por su vida, reavivó el debate sobre la situación mental de quienes enfrentan consumos problemáticos y su círculo íntimo.
Stella Maurig, convocante de la movilización, aseguró que, si bien los familiares que dice representar “no están en desacuerdo” con la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, esta norma sancionada en 2010 “no contempla algunos puntos importantes en relación a los chicos adictos”. “En general, lo único que se hace cuando una persona adicta va al hospital es ponerle un suero, desintoxicarla y mandarla a la casa. Eso no sirve”, opinó en diálogo con Télam.
A su criterio, las familias están “atadas de pies y manos”. “Es una situación desbordante y los pibes se nos mueren”, remarcó. Ella lo sabe en carne propia: su hijo David falleció en 2019 a los 30 años.
El caso de Chano fue “el puntapié para que se visibilice esta problemática, que afecta a muchas personas en el país, que se mantiene silenciada por el estigma pese a que toca a todos los estratos sociales, desde los que menos tienen hasta los que más”, aseguró.
Por su parte, María Dolores Pedemonte, de la organización Madres Territoriales contra las Drogas, advirtió que durante la pandemia “todo esto empeoró” y que hay que entender que “consumir drogas pesadas es suicidarse por goteo”, por lo que “hay que intervenir desde el principio, porque no hay marcha atrás”. “Somos madres que tenemos hijos adictos, que estamos peleándola desde la calle, buscando a los pibes para rescatarlos”, aseguró Pedemonte, pero agregó que “es una lucha despareja de las madres contra el narcotráfico, no podemos solas”.
Agregó que se debe trabajar en una ley “que proponga un tratamiento especial” ya que se trata de “un problema muy complejo”, que afecta al conjunto de “las familias, que se ven envueltas en una angustia profunda y situaciones de mucha violencia, las destroza”.
“Cumplió con su deber”
Mientras el creador de Tan Biónica se recupera en la internación y evoluciona favorablemente, Facundo Amendolara, el policía bonaerense que le disparó, fue imputado por el Ministerio Público Fiscal por el delito de lesiones gravísimas agravadas por el uso de arma de fuego y por ser funcionario policial. De prosperar la causa, el delito tiene prevista una pena de entre tres y 15 años de prisión.
Fernando Soto, abogado de Amendorala y de la Fundación Chocobar, reivindicó la acción de su cliente. “Sabe que cumplió con su deber y obró en legítima defensa. Lo acusan como si hubiese querido asesinar, con dolo, a Chano”, expresó. Sin embargo, fuentes judiciales aseguraron que se trata de una carátula provisoria y que con el tiempo y el avance de la investigación, la acusación se puede modificar. “Que la investigación haya pasado a una fiscalía especializada en violencia institucional tiene un sesgo político”, afirmó el letrado al diario La Nación, y ratificó que su defendido quiere declarar en Tribunales.
Testigos presenciales coinciden en que Santiago Moreno Charpentier (el nombre real de Chano) blandía un cuchillo de cocina de forma amenazante y gritaba que iba a matar a todas las personas, en la dramática madrugada del lunes en su casa de Exaltación de la Cruz, y que cercó a Amendolara quien le disparó, presuntamente en defensa personal.