Tres campeones olímpicos argentinos llegaron a Tokio con la misión de defender el oro obtenido en Río 2016 y los tres se marchan con una sensación ambigua: fuera del podio pero con diploma bajo el brazo. Sin medallas, pero manteniéndose entre los ocho mejores del mundo. Para la realidad del deporte nacional son actuaciones notables, cada una con sus particularidades. Paula Pareto le puso punto final a su carrera en Japón y deja en el yudo un vacío descomunal; Los Leones -eliminados 3 a 1 por Alemania en cuartos de final- iniciarán un nuevo ciclo olímpico, seguramente con algunos replanteos; y del futuro del binomio Santiago Lange-Cecilia Carranza sabremos tras la “medal race” que les queda por disputar.
Eran tres posibilidades concretas de podio que se quedaron en el último tramo del camino, allí donde las exigencias de los Juegos se hacen tan empinadas que requieren esfuerzos excepcionales. Hace cinco años, en Río, tanto Pareto como Lange-Carranza y Los Leones alcanzaron ese nivel superlativo que habilita el festejo del oro. Esta vez fueron los adversarios los que marcaron diferencias. A este nivel, cuando hay tanta paridad, suelen ser los detalles los que resuelven una competencia. Le sucedió a Pareto. En el caso de la vela, la lesión de Carranza fue una de las variables que jugaron en contra. Para Los Leones, la dinámica física y la precisión en velocidad desplegada por los alemanes representaron un muro infranqueable.
Ingresamos a la segunda semana de los Juegos y las posibilidades de sumarle alguna medalla al bronce conquistado por Los Pumas se achican. Una carta la jugarán Las Leonas, que esta noche afrontarán un durísimo cruce de cuartos de final contra las alemanas. Otra está en manos del básquet, clasificado como uno de los mejores terceros gracias a la victoria sobre Japón por 97 a 77. Se viene un partido complicadísimo contra Australia, favorito en la previa.
Para Scola, Campazzo y compañía ese lugar de punto les viene perfecto; así salieron a la cancha y derrotaron a Serbia y a Francia en el último Mundial. Es al revés: no deben estar tranquilos los australianos. En la previa de los Juegos, en Las Vegas, jugaron un amistoso muy parejo que Australia ganó por un punto. El dato es que, tratándose del básquet argentino, todo es posible.
Para Los Gladiadores, la quinta derrota consecutiva (36-27, ante España) significó mucho más que la despedida de Tokio. Sebastián Simonet y Gonzalo Carou, dos símbolos del handball nacional, se retiraron de una Selección que estuvo muy por debajo de las expectativas y que no tiene claro el horizonte. La falta de recambio es preocupante. También Las Panteras le dijeron adiós a los Juegos tras perder todos los partidos -ni siquiera lograron llevarse un set-, lo que era previsible. El desafío es seguir subiendo escalones en el voley femenino, donde Argentina está demasiado lejos de los mejores.
La mañana del domingo regaló algunos de esos momentos que hacen de los Juegos una cita formidable, capaz de emocionar. Y dos de esos impactos se tradujeron en campeonas sudamericanas. Una fue la ecuatoriana Neisi Dajomes, en levantamiento de pesas, y otra la venezolana Yulimar Rojas, quien además de ganar el oro implantó un nuevo récord mundial en salto triple con 15,67 metros. El atletismo argentino estuvo representado por Belén Cassetta, sin chances de ingresar a la final de los 3.000 metros con obstáculos tras quedar duodécima en su serie. Otra realidad.
Así como a la natación le tocó lidiar con el fantasma de Michael Phelps, el atletismo extraña a Usain Bolt. Reemplazar a semejantes estrellas no es difícil, sino imposible. Pero la vida sigue y en el trono al que abdicó Bolt en los 100 metros se sentó el italiano Marcell Jacobs, campeón por el que pocos apostaban. Fueron minutos mágicos para Italia, ya que antes de la consagración de Jacobs se había coronado Gianmarco Tamberi en salto en alto, en su caso compartiendo la medalla de oro con el qatarí Mutaz Barshim. El festejo de Tamberi es, hasta aquí, uno de los más intensos y contagiosos que se vieron en Tokio. Se había perdido los Juegos de Río a causa de una lesión, así que celebró mostrando el yeso que lo había atenazado cinco años atrás. En un ratito, Tamberi se metió al mundo en el bolsillo.