En el aire pulula el aroma de la tensión y de la adrenalina propias de una batalla o de una final del Mundo. Es que para gran parte de la dirigencia tucumana las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias serán como un partido por la copa contra Brasil. ¡Y en el Maracaná!

Varios popes se juegan a todo o nada. Como dijo un soldado de mil batallas del peronismo del interior: “amigo, esta es la gran final en el peronismo. Va correr violencia, por ahora verbal, pero eso trae confrontación de acciones”. El líder político lo decía con preocupación, la misma que acarrea una porción importante respecto de lo que sucede en el quebrado oficialismo comarcano. Muchos se entusiasmaron el fin de semana cuando oyeron al gobernador arengar con dos frases: su tradicional “qué locura es esta” y su infalible “el oflador no se mancha”. Reminiscencias de la campaña en la que Manzur se impuso a una oposición envalentonada.

Pese a ese clima eufórico en el manzurismo, la preocupación por lo que pueda pasar en las urnas está latente. No por nada aceitaron relaciones con gran parte de los punteros del interior y regaron con recursos las otrora secas comunas. Queremos enterrar del todo a (Osvaldo) Jaldo, avisan los del “oflador”. Los más cercanos al gobernador le susurran al oído palabras dulces, de euforia y de victorias. Son los que confían en que no tan solo voltearán al vicegobernador sino también a Germán Alfaro.

Sin embargo, hay otros dirigentes que son más cautos, pero que no llegan a la intimidad del tímpano de Manzur. Son los que caminan por despachos de la Casa de Gobierno con el aplomo de mil peleas por los votos. Ellos no están convencidos de que podrán con tanto y abrieron grandes los ojos con lo que sucedió en Salta: pocos votos y mucho castigo de los sufragantes. ¿Cuánto moverá la “estructura” para que la gente vaya a votar? ¿Contra quién canalizará la sociedad ese enojo que acumula hacia “los políticos”, sean del color que sean? ¿Aparato mata malestar?

Entre esas preguntas se deliberan las especulaciones de quién será primero, segundo o tercero. En esa timba también apuestan los alfaristas. Mientras algunos ya cuentan las ovejas de una clara victoria en la interna de Juntos por el Cambio, otros se arriesgan a que saldrán segundos en la general, detrás de Manzur. O incluso de Jaldo. Alguien le tiene que decir a Germán que se cuide, que los votos se partirán en la capital y que puede perder todo, reflexiona un ladero que no anda siempre cerca del intendente. Es uno de los que integra el grupo de los que sostienen que a Alfaro su entorno lo vitorea como si fuera Messi, cuando hasta el ídolo del PSG es falible. Si no construye una victoria, el jefe municipal puede quedar último en la tabla.

¿Y los “tapaditos”? La dupla Elías-Cano camina sin la presión de ser los “grandes favoritos”. Los envalentonados intendentes (Alfaro, Mariano Campero y Roberto Sánchez) pisan con tanta seguridad que en la interna “cambista” algunos analizan que se olvidaron que los únicos que recorrieron la provincia de punta a punta, varias veces, son los dos ex candidatos a gobernador. Los que ya están en el Congreso apuestan mucho, porque si no se imponen en las urnas, tanto Silvia como José pasarán al grupo de los DT y saldrán de la ofensiva, en especial en el equipo radical. Campero y Sánchez observan el partido con el entusiasmo de dos niños y con la certeza de que, si les va mal, su “juventud” les permite licuar el error y volver a la carga en campeonatos futuros. ¿Será?

En “vivo”, Manzur, Jaldo, Campero, Alfaro, Cano, Elías de Pérez, Sánchez y los partidarios de cada uno de esos sectores internos observan oportunidades únicas para aclarar las aguas de los liderazgos en Tucumán. Pero cuando los flashes se apagan, varios confiesan sus miedos, sus especulaciones sobre sus rivales y hasta sus propias debilidades.

Se dice de todo de cada uno, desde adentro y desde afuera de las respectivas estructuras, con la confianza y el temor de que para muchos será el final de su carrera, al menos en los primeros planos.

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