Es tucumano, visitó 44 países y afirma: “no existe lugar perfecto”

Nacho Caunedo dejó todo para vivir viajando. Cuenta su experiencia, los puntos positivos y negativos de este nuevo estilo de vida. “Es importante conocer cómo se manejan otros países y otras culturas, para también aprender a valorar lo nuestro”.

POR EL MUNDO. Arriba a la izquierda, Nacho Caunedo en el Parque Nacional los Glaciares, Argentina. Arriba a la derecha, en Chipre. Al medio, visitando Chernobyl y abajo, disfrutando de un paisaje típico en Luxemburgo. POR EL MUNDO. Arriba a la izquierda, Nacho Caunedo en el Parque Nacional los Glaciares, Argentina. Arriba a la derecha, en Chipre. Al medio, visitando Chernobyl y abajo, disfrutando de un paisaje típico en Luxemburgo.

No podemos registrar cuál fue el punto de inflexión, pero desde hace un tiempo a esta parte los deseos, intereses y expectativas de la sociedad han ido cambiando. Mientras los boomers soñaban con su casita, hijos y un trabajo para toda la vida, los millenials y la generación Z persiguen otros sueños. ¿Qué quieren? Salir al mundo y pasar sus días viajando. Vivir el hoy es todo lo que desean. Sin preocupaciones, sin estar atados a un trabajo o a la rutina... Ahora, una cosa es el deseo y otra muy diferente la realidad. El deseo está, pero tener las herramientas para animarse a dejar todo y empezar de cero es algo que muy pocos logran hacer.

Ignacio “Nacho” Caunedo, de 30 años, es uno de los afortunados: dejó un trabajo, su familia, y se embarcó en un gran viaje que aún continúa. Al día de hoy, recorrió 44 países. Sí, 44. “El gusto por viajar viene de familia -cuenta-; mientras estaba en la universidad y trabajaba, cada vez que tenía vacaciones intentaba viajar y conocer nuevos destinos. Prácticamente ahorraba para mis vacaciones, pero llegó un momento en que me di cuenta de que esos días no me alcanzaban para todo lo que quería descubrir”. Fue entonces que dejó su trabajo como jefe administrativo en la administración pública, vendió su auto, los muebles del departamento que alquilaba y volvió a vivir con sus padres unos meses. “Luego compré pasajes para Rusia, para ir a ver el Mundial de Fútbol 2018. La idea era desde ahí comenzar a viajar sin rumbo”, relata.

Como la idea le dio un poco de miedo, decidió aplicar a la visa Working Holiday, de Suecia. “Estuve un año allí, otro en Dinamarca, y ahora estoy por terminar uno en Alemania. Y siempre viajando en el medio”, cuenta.

Por suerte, no tuvo dificultades para irse. “Siempre digo que soy un afortunado por el apoyo de mi familia. Mi mamá me dice que si ella hubiera tenido la oportunidad de hacer esto en su juventud, lo hubiera hecho”, asegura.

El trabajo

Dejar todo para vivir afuera implica abandonar también orgullos y arremangarse para conseguir trabajo, aunque este no sea para lo que nos preparamos. Son los costos de la experiencia.

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Nacho es licenciado en Gestión de Empresas Agroindustriales, pero asegura que no tuvo reparos en sus elecciones laborales. “Uno se acostumbra al trabajo que se hace en este tipo de visas, y también aprende mucho. A pesar de haber estudiado y tener un título, me fui con la idea de buscar nuevas experiencias, y quizás encontrar lo que realmente me apasiona. Por ejemplo, en Suecia trabajé de guía turístico, y me fascinó. Era un trabajo que me apasionaba hacer, más que estar en una oficina”, recuerda.

“Lo bueno de los países en los que estuve es que con trabajos poco calificados y el estilo de vida que llevamos, alquilando un departamento entre varias personas, compartiendo gastos y demás, se puede vivir bien y ahorrar bastante”, añade.

La otra cara

No todo es color de rosas cuando uno emigra. Por ejemplo, a pesar de lo que ahorra compartiendo gastos, admite que es un desafío importante convivir con gente que recién se conoce y con culturas totalmente distintas, compartiendo baño, cocina...

Hay otras problemáticas: aunque obteniendo la Working Holiday intentó sortear la incertidumbre que genera abandonar la patria y el confort, Nacho no pudo desprenderse de este sentimiento incluso hoy; salir del país en busca de otro futuro es duro, aunque para muchos no lo parezca, y se romantice bastante. “La parte más complicada es la incertidumbre. Hay cosas que muchos no cuentan: momentos de inestabilidad, soledad, el nunca pertenecer 100% a un lugar o las barreras idiomáticas son algunas de las situaciones más complicadas”, enumera.

Es aprendizaje

El joven considera que lo mejor de este estilo de vida es la satisfacción que uno tiene cuando logra establecerse en un nuevo lugar. “Es la parte más difícil... Llegar, buscar alojamiento, hacer trámites, buscar trabajo, son muchas cosas, pero ese momento, cuando uno logra todo, esa satisfacción, es lo que más me gusta. Ahí uno ya puede comenzar a vivir el día a día, trabajar, conocer gente, ahorrar y viajar. De está manera uno también comienza a conocerse a si mismo, se hace más fuerte, empieza a conocer qué trabajos le gustan mas hacer, con quien le gusta vivir, como organizarse, creo que es un aprendizaje constante”, reflexiona.

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Soñar con el futuro

Hoy, además de trabajar haciendo reparto para un supermercado online, Nacho crea contenido para plataformas digitales. “Me planteo hasta cuándo podré seguir con esta vida viajera. Justo en este momento es clave, ya que se me termina mi visa de Alemania a fin de mes -admite-; sueño con encontrar un trabajo que me permita seguir viajando y conociendo. Hoy estoy creando contenido para redes, con videos de YouTube (nachoenviaje en el sitio) de los destinos que conozco y es algo a lo que me encantaría apostar aún más.

Vivió en tres países y visitó más de 40, pero aún así no se aventura a hablar de un destino perfecto. “De los países y ciudades en los que voy viviendo, creo que Dinamarca es excelente para vivir. Tiene una calidad de vida muy buena, siempre digo que es una realidad paralela. No es perfecto, porque no existe el lugar perfecto, pero sin dudas que todo funciona muy bien”, asevera.

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Hace pocos días regresó de un viaje por Islandia, en el que hizo autostop durante varios días. Evidentemente, viajando por el mundo se suelen cosechar experiencias increíbles. Nacho no se arrepiente de haber tomado la decisión de dejar todo, e invita a quien quiera: “anímense, que seguramente van a recibir mucho apoyo de sus familiares y amigos. Hay muchísima gente con este estilo de vida y van a encontrar ayuda todo el tiempo. Es importante conocer cómo se manejan otros países y otras culturas para también aprender a valorar lo nuestro, y si la idea es hacerlo por poco tiempo, seguro les va a abrir la cabeza para después volver a Tucumán con lo aprendido”, concluye.

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