Las consecuencias de la carta de Cristina Kirchner

18 Septiembre 2021

Rosendo Fraga

Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

La crisis desatada en el oficialismo tras la dura derrota en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), ha tenido cuatro momentos.

• El primero se dio tras conocerse el resultado, cuando el presidente de la Nación, Alberto Fernández, anticipó que no iba a producir cambios en su gabinete, con la intención de frenar las presiones que sabía, provendrían del kirchnerismo en ese sentido.

• El segundo fue la respuesta de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que fue rápida y contundente: los ministros y funcionarios de segunda línea que le respondían, presentaron sus renuncias y precipitaron de hecho lo que el jefe de Estado quería evitar.

• El tercero se da cuando Alberto Fernández, a su vez, comenzó a convocar gobernadores, intendentes, sindicalistas y movimientos sociales para mostrar una base de sustentación propia.

• El cuarto y último fue la respuesta de Cristina Kirchner, a través de una durísima carta, que frustró la movilización que había comenzado a gestarse.

La crisis no está resuelta ni mucho menos. Cristina a veces gana y a veces pierde, pero algo es seguro: siempre pelea. La personalidad del Presidente, en cambio, es lo opuesto. Ha sido un “operador” político hábil para disuadir, convencer y negociar, pero no para pelear. Los líderes políticos cambian de ideología por intereses, conveniencias y circunstancias, pero lo que no cambian es su personalidad, y para prever sus movimientos, esto es fundamental.

Hasta este momento, las partes no han podido o no han querido encontrar un mediador que pueda acercar posiciones. A lo largo de esta crisis, la posibilidad de un “Gabinete consensuado” se intentó. La vicepresidenta dijo públicamente que había sugerido al presidente designar al gobernador de Tucumán, Juan Manzur, como nuevo jefe de Gabinete. Alberto Fernández le ofreció el cargo, pero aquél lo rechazó. El Presidente entonces le habría ofrecido la Jefatura de Gabinete al ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, pero éste optó por presentar su renuncia al Ministerio, en el marco de la estrategia de confrontación de Cristina.

La realidad es que los integrantes del Frente de Todos, y en especial los gobernadores e intendentes que enfrentan una elección muy difícil el 14 de noviembre, ven la situación con preocupación y ansiedad, pero no logran estructurar una estrategia que permita reconstruir -aunque sea frágilmente- la unidad hasta la elección.

La Vicepresidenta ha arriesgado su participación en el poder. La titular del PAMI Luana Volnovich y la titular de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses), María Fernanda Raverta, caracterizadas dirigentes en el instrumento principal de Cristina para “acumular poder” que es La Cámpora, presentaron sus renuncias a estas dos estructuras del Estado, que manejan los volúmenes económicos más importantes y con incidencia social.

El presidente de la Nación habría intentado sin éxito frenar estas renuncias, pensando que su importancia económica en la campaña electoral las hacía imprescindibles para el kirchnerismo.

No es fácil recomponer la coalición de poder del Frente de Todos. Ya no hay margen para acuerdos, pero lo que no puede descartarse es una tregua. Es decir, un cese de hostilidades hasta la elección, dados los intereses electorales del oficialismo. No es lógica esta crisis para el Gobierno, porque reduce sus posibilidades de mejorar los resultados en la elección de noviembre y deja muy debilitada la gobernabilidad.

La derrota electoral y la ruptura del oficialismo al mismo tiempo, dejan al Gobierno en una posición de fragilidad. Esta crisis no es lógica, pero la política suele ser una mezcla de pasión y de razón. En este caso, parece dominar la primera, lo cual explica el porqué de esta crisis.

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