“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.

Apocalipsis 3:15-17

Ten cuidado con lo que deseas porque puede convertirse en realidad

¿Y la pandemia? ¿El resultado de las elecciones? ¿El dato de inflación? ¿El Presupuesto 2022? ¿El Acuerdo con el FMI? ¿La crisis que afecta Brasil? Cuestiones por demás relevantes para determinar el rumbo de nuestro país quedaron completamente opacadas.

En una semana de múltiples emociones todo se redujo a la puesta en escena de la coalición de gobierno. En esta especie de riña de gallos, la derrota siempre es responsabilidad del otro.

El mercado operó en consecuencia. Frenético. Bipolar. Sin rumbo. Respira miedo. Mucho miedo. Pasó de festejar los resultados del domingo con un rally alcista, a recortar ganancias por temor a una radicalización con preponderancia del ala kirchnerista. De hablar de un golpe institucional a considerar que está todo orquestado en un intento de instaurar nuevamente un “Alberto moderado.”

Los cambios de gabinete anunciados no fueron recibidos con agrado. Los inversores temen el endurecimiento de las políticas populistas de gobierno, en contra de los intereses del sector privado. No son dos meses. Restan aún dos años de gobierno.

Incertidumbre, Riesgo y Volatilidad

La incertidumbre imposibilita evaluar correctamente el riesgo que se está asumiendo al momento de invertir. Ante un vendaval de noticias como el de esta semana, el mercado opera con volatilidad. Gráficamente el rumbo de los activos argentinos sigue el más perfecto y esquizofrénico electrocardiograma. Pueden hacerse grandes diferencias. Apostando a favor o en contra. Ganar mucho o perderlo todo.

En esta montaña rusa emocional, cierta tranquilidad vino de la mano de la confirmación del ministro Guzmán en la Cartera de Economía. En medio de una negociación con el FMI, no sería apropiado un cambio. Menos aún con el riesgo de un nuevo interlocutor proveniente de sectores más intervencionistas. Preferible malo conocido, reza el refrán.

“Le dije al FMI que en los próximos cinco años no les podemos pagar un peso”, afirmaba el presidente Alberto Fernández. Era marzo 2020. Arrancaba la pandemia y su popularidad alcanzaba niveles máximos. 18 meses después la realidad se impone. El miércoles 22 de septiembre, el Gobierno girará al FMI unos U$S 1.900 millones para honrar la deuda.

“La realidad nos exige seguir adelante con el FMI”, reconoció esta semana un Alberto derrotado. El ministro Guzmán busca extender los plazos de pago. El FMI está dispuesto a hacerlo, pero el costo es alto. Las autoridades lo saben y es por ello que eligen desprenderse de reservas antes que resignar independencia económica.

Nuestra historia de malos cumplidores de contratos nos penaliza. El mercado no solo espera un acuerdo con el FMI, sino que Argentina cumpla lo pactado. Establecer una senda de crecimiento sostenido que permita repagar la deuda, a costa de un menor déficit fiscal y una readecuación de tarifas. Menor déficit implica menos Estado. Empíricamente está demostrado que gobierno tras gobierno, con independencia del color político, el tamaño del Estado no para de crecer.

A ese requerimiento se suma la necesidad de disminuir la intervención en el mercado de cambios reduciendo la brecha cambiaria, hoy en 80%. Un valor que impide colocarnos en un patrón sostenible de crecimiento.

Presupuesto 2022: se complica el financiamiento

Crecimiento del 4%, inflación del 33%, dólar a $131, y un déficit primario del 3,5%, que sumado los intereses de la deuda, treparía un 4,9%, son los principales números que pueden extraerse del Presupuesto 2022. Sin embargo, en las casi 5.000 páginas que ostenta el documento, no existe pista alguna sobre la forma en la que el Estado financiará semejante agujero fiscal. Probablemente porque el ministro aún no tenga idea de cómo hacerlo. Algunos indicios surgen de un reporte de una conocida consultora local que señala que si no hay devaluación antes de fin de año, el BCRA tendrá un resultado negativo y no podrá girar “utilidades contables” al Tesoro. El mismo reporte se pregunta entonces si el ministro está pensando en un acuerdo con el FMI que venga con fondos frescos.

No sería descabellada esta opción de analizar cómo el financiamiento al Tesoro a través del mercado local viene complicándose en las últimas semanas. En la última licitación el Tesoro rechazó el 50% de las ofertas recibidas a fines de no convalidar una suba de tasas. Hacerlo implicaría enfriar la economía. Rechazar la suba, es equivalente a lanzar más pesos al mercado con la consiguiente presión inflacionaria.

Tiempo de valientes

Ambigüedad. Doble comando. Conformar a todos y a nadie. Quien llegó para cerrar la grieta de los argentinos, terminó cayéndose en medio de ella. Las urnas lo condenaron por ambivalente.

De repetirse el resultado en noviembre, sería la primera vez en 40 años que el Peronismo tendría que gobernar sin el control del Senado. Interesante la reconfiguración del poder en estas elecciones de medio término.

En cualquier mercado siempre existen dos partes. Quien vende y quien compra. Claramente no están viendo lo mismo. De corto plazo la volatilidad continuará pero la esperanza de un cambio puede ser una buena señal de largo plazo para los activos argentinos. Con la cabeza fresca y con calma puede detectarse valor. Es tiempo de valientes. Después de todo, mientras mayor sea el riesgo asumido, mayor será la rentabilidad esperada. Podemos visualizar un 2001. O apostar a una recuperación como la que vino a partir de 2003.

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