Los tiempos políticos en Tucumán van más rápido que el reloj. Mucho más. Las especulaciones sobre cómo cambiaría el escenario provincial tras las PASO se quedaron cortísimas y la discusión por el adelantamiento de 2023, muy lejos. Nadie imaginó que se sucederían los hechos que se definen por estas horas. Los protagonistas de la interna del justicialismo local están ante oportunidades de oro para sus carreras políticas, pero casi dos años antes de lo que hubiesen querido y en condiciones desfavorables. La crisis en el Gobierno nacional empujó al gobernador Juan Manzur y al vicegobernador Osvaldo Jaldo a lugares incómodos, pero con posibilidades de que ambos se encaminen a sus objetivos a mediano y largo plazo: no son secretos que Manzur anhela ser presidente y Jaldo, gobernador. El problema es que las circunstancias no son las ideales.

El titular del Ejecutivo desembarca en la Casa Rosada convulsionada y deja en la Provincia a un vice con el que no habla desde hace seis meses. Jaldo, por su parte, arribaría a una Casa de Gobierno absolutamente hostil y debería asumir una gestión que él cuestiona y con su principal rival en la Nación.

La dirigencia del peronismo gobernante, que acaba de batallar en las urnas, está entre atónita, desesperada y entusiasmada. Hoy se cumple una semana de las Primarias nacionales y los resultados ya parecen una anécdota. Los teléfonos estallaron todo el fin de semana y prometen seguir ardiendo porque advierten que las decisiones son minuto a minuto.

Expectativas

Al manzurismo parece haberle tocado la peor y la mejor parte. Por un lado, porque triunfó en las urnas y ni siquiera pudo celebrar. Por el otro, su conductor fue seleccionado como pieza clave en la Nación. Si bien un grupo del entorno del gobernador estaba exultante por su designación, otro estaba de cama. Intendentes y legisladores estuvieron entre los más enfáticos en rechazar la posibilidad de subordinarse a Jaldo. Levantaron el triunfo en la interna como estandarte y le reclamaron al presidente de la Legislatura que dé un paso al costado aceptando las ofertas para ocupar un puesto en Buenos Aires. Aunque usaron términos y frases distintas, absolutamente todos los consultados coincidieron que no hay posibilidad de un acercamiento entre Manzur y Jaldo, ni siquiera en esta coyuntura tan especial.

Muchos, de hecho, no estarán el lunes en la provincia. Hasta ayer estaban buscando pasajes a Buenos Aires para acompañar al gobernador en su asunción. Varios dicen haberle advertido al mandatario que irse era “abandonar” y poner en riesgo la consolidación de su estructura local con la mirada en 2023. También consideraron que unirse al Gobierno nacional en este contexto era asumir un riesgo, aunque reconocen en Manzur a un hombre audaz y con ambiciones muy claras.

Hay dos figuras del manzurismo de las que se habló en estas horas: los legisladores Gerónimo Vargas Aignasse y Sergio Mansilla. Muchos se entusiasmaron con que podrían quedar en el sillón de Lucas Córdoba si es que sus rivales aceptaban replegarse y se cambiaba la mesa de conducción de la Cámara y por ende, la línea sucesoria.

Un dato que ambos tienen en común es que volvieron a tener un protagonismo marcado en la escena en este segundo mandato del manzurismo y fueron tomando relevancia de manera gradual durante la confrontación. Vargas Aignasse es vocero y espada en la Cámara y fue varias veces nombrado como posible ministro de Seguridad ante un eventual reemplazo de Claudio Maley. Mansilla, otrora hombre clave en el alperovichismo, fue convocado especialmente para presidir el bloque tras el quiebre en la Legislatura. Estaba en una especie de “retiro” de los flashes, abocado a su banca y a apoyar la gestión de su esposa, la intendenta de Aguilares, Elia Fernández.

Anoche los interrogantes en ese espacio se multiplicaban ¿Cómo sería llevar adelante la gestión con el jaldismo a la cabeza? Si Jaldo se queda, ¿habrá represalias? ¿Cómo podrían gobernar los intendentes? ¿Qué pasará con los legisladores del Lealtad Peronista ¿Qué sucederá en el Ministerio del Interior? ¿Cómo será la campaña para octubre? Y la más recurrente: ¿se volverá pronto Manzur si no hay acuerdo con Jaldo?

En la vereda del frente, contestaron con la Constitución provincial como bandera para justificar la sucesión natural. El respaldo para que Jaldo se quede en Tucumán fue prácticamente unánime entre su gente. Los referentes de esa facción subrayaron que quien conoce al tranqueño sabe que no es precisamente un político que dé marcha atrás cuando tiene algo decidido. Al menos hasta el atardecer de ayer, dicen que Jaldo estaba resistiendo las presiones nacionales y planificando su vuelta a 25 de Mayo y San Martín. En la Cámara creen que una vez más se subestimó el temperamento y los objetivos de su líder. Relatan que el vicegobernador vio venir de inmediato las intenciones de Manzur de llevárselo con él y que no le gustaron nada. Los primeros llamados de Sergio Massa, Andrés Larroque, Aníbal Fernández y Oscar Parrilli, cuentan, le ratificaron las sospechas de que su ex compañero de fórmula no le dejaría despejado el camino.

Comenzaron a hablar el jueves a la noche sobre qué pasaría si el titular del PE se iba. No era una idea tan extraña: durante la parte más dura de la pandemia y luego, con la renuncia de Ginés Gonzáles García ya habían especulado con que Manzur sería convocado, pero para el Ministerio de Salud. En un bar de Yerba Buena, hubo una reunión improvisada en la que Jaldo y los suyos pudieron analizar la situación. La idea central fue que, de llegar a asumir la gobernación, no haría cambios drásticos de Gabinete ni tomaría medidas sustanciales. Mencionaron inclusive que el martes podría presentarse y convocar a una reunión con los ministros. También se decidió suspender un acto previsto para ayer en Central Córdoba para que no se interpretara que estaban celebrando estas nuevas circunstancias.

El nombre que sonó ayer también en boca de todos fue el de Regino Amado. El monterizo es presidente subrogante de la Legislatura y, si Jaldo es gobernador, él quedaría de vice y cabeza del Poder Legislativo. La posibilidad no es ajena para él: ocupaba el mismo puesto cuando Manzur era vice y tomó licencia entre 2009 y 2015 y, por lo tanto, quedó en la posición que podría tener desde esta semana.

Anoche las dudas también bullían en ese lado ¿Cederá Jaldo a la Nación? ¿Cómo podría gobernar con un gabinete “prestado”? ¿Cómo será la relación con el Presidente? ¿Estará condicionado, en cuanto a recursos, por no irse? ¿Cómo seguirá el vínculo con Manzur?

Al cierre de esta columna, miembros de ambos sitios sólo sabían que nada estaba definido y que todo era posible.

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