¿Cuán profundo es el nivel de pobreza y de indigencia que hay en Tucumán? Los datos revelados hace poco por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) han mostrado que, en el caso del principal aglomerado urbano de la provincia, las constantes crisis sumieron a unos 418.000 tucumanos a niveles de pobreza que, por sus ingresos, no pueden escalar en la pirámide socioeconómica a una clase media baja o media tradicional. La situación se torna más complicada si observamos, por ejemplo, que si una familia vive tan sólo de un ingreso formal, éste no llega a cubrir los gastos de alimentos y de servicios esenciales que un matrimonio con dos hijos precisa para sobrevivir (cerca de los $ 60.000 al mes).
A nivel país la pobreza muestra una pequeña mejora respecto al semestre previo (40,6% versus 42%) pero aún se ubica 5 puntos porcentuales por arriba del semestre previo a la pandemia (35,5% en el segundo semestre de 2019). Una mención importante merece la indigencia, la cual no presentó mejoras, advierte el Laboratorio de Políticas Públicas para el Desarrollo Humano Equitativo (Lapde), dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán. Los números de la provincia y del NOA indican un comportamiento diferente. Durante el primer semestre, la pobreza en Tucumán alcanzó al 46,2% de la población urbana, un aumento de casi 3 puntos respecto del semestre previo (43,5%), y casi 9 puntos por arriba de los niveles prepandemia.
De acuerdo con los estudios del Lapde, se observa un incremento de los niveles de pobreza del 56% en los últimos 10 años para la provincia. Para llegar a esta conclusión, el laboratorio tomó adoptó una metodología similar a la que aplica el economista del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas), Leopoldo Tornarolli.
¿Qué pasó en el NOA?
La situación del NOA muestra una tendencia similar a la de Tucumán pero menos pronunciada. La pobreza en el primer semestre de este año alcanza al 44,7% de la población, 4 puntos por arriba de los niveles prepandemia. Según el Lapde, el aumento de la pobreza en la última década ha sido del 21% para las provincias de la región. “La diferencia en la magnitud del crecimiento de la pobreza en los últimos 10 años entre Tucumán y NOA, la explica una actualidad similar, pero puntos de partidas diferentes (29,6% Tucumán y 36,8% NOA, en 2011), lo que hace el deterioro de Tucumán en este indicador más preocupante”, subraya el diagnóstico académico.
Los economistas de esa institución Alejandro Danon, Andrés Mena y Sofía Olguín habían realizado en diagnóstico acerca del comportamiento de estos indicadores, más allá de la interrupción en las mediciones oficiales. En ese aspecto, Tucumán inicia 2011 con 30% de pobreza y finaliza 2020 con 44 %. La indigencia aumento en menor medida, hasta alcanzar casi 8 % de la población, desde 6,4%, mostrando la importancia de los programas de transferencias sociales para la contención del decil más vulnerable. “Podemos decir que, en líneas generales, la trayectoria creciente de la pobreza para Tucumán, el NOA, y Argentina en el periodo 2011-2020 se encuentra claramente asociada al estancamiento económico ocurrido hasta 2017 y las caídas consecutivas y significativas del ingreso familiar real a partir de la crisis económica iniciada en 2018 y agudizada por la actual crisis sanitaria”, subrayaron hace algunos meses los economistas en el informe “¿Qué pasó con la Pobreza en Tucumán?”.
En su diagnóstico, los expertos citan al econometrista y profesor de la Universidad de San Andrés, Walter Sosa Escudero, que ha señalado que “la cuestión central no es si las medidas de pobreza son erradas o no (que lo son, en un sentido conceptual), sino si son útiles para el verdadero propósito para el cual son creadas: para monitorear la salud social de una comunidad”. En consecuencia -puntualizan-, la clave no es conocer el numero exacto de pobres, que podrá variar de acuerdo con las necesidades y definiciones adoptadas, sino monitorear y entender su evolución en el tiempo y espacio. De esta manera, el Estado podrá direccionar sus políticas públicas para reducir, paulatinamente este flagelo, en base a acciones que tiendan a la reactivación y al crecimiento económico que, a su vez, permitirá generar más empleos y, por ende, mas ingresos para cubrir la canasta básica familiar.