No solo las imágenes son las que cuentan más que las palabras, aunque éstas, escritas, valen tanto como las primeras, es necesario aclarar. Los materiales: la madera o el cardón, el cemento o la arcilla, el acero y la chapa, el metal. Rocas, piedras, granitos y mármoles; la resina poliester, también suman en esa inmensa producción de significancia.
Todo dice. O está en condiciones de decir. “Todo significa aunque no esté en función de significar” (Roland Barthes).
A los dos días de llegar a Lisboa (Portugal) para una residencia artística de un mes se dispuso el confinamiento. Pero aun así comenzó un período de gran trabajo que no dejó de circular por distintas capitales del mundo.
El primer viernes de noviembre llegó a la tapa del suplemento Weekend Arts del New York Times la escultura de Gabriel Chaile, “Mamá luchona”, de 4,15 metros de altura. “Es una figura que remite a las cerámicas condorhuasi, tiene 300 huevos incrustados y un rostro en el frente”, cuenta a LA GACETA el artista. “Una imponente escultura de arcilla de Gabriel Chaile, es una celebración de la vitalidad aún viva de las culturas indígenas precoloniales de su país natal, Argentina”, dice Holand Cotter, codirector de crítica de arte del New York Times.
Gabriel Chaile vivió en Barrio Echeverría y se formó en la Facultad de Artes. En un hogar donde lo más importante era el horno, porque era la fuente de ingreso, así como la venta callejera. Lleva 10 años viviendo en Buenos Aires y se propone otra década en Portugal: “me gustó Portugal porque es chica, linda y barata y es Europa, sumado a que ahí al ser pequeña hay cruces de disciplinas, rápidamente conoces a los de la música, de la gastronomía, del cine, algo que no pasa en Buenos Aires”, le señala a este columnista.
Esculturas en Londres, en la agencia Heni Artists Agency, dibujos en la sede neoyorkina de su galería porteña, Barro. El título de las dos exposiciones es el mismo, que puede ser una verdadera metáfora: “Me hablan de oscuridad pero yo estoy encandilado”. En Berlín participó con una escultura que es además un instrumento a cuerdas en una muestra colectiva. Llegó a Londres y a la feria Frieze de esa misma ciudad; también expuso en Bélgica y en España; en Colombia. Ahora su obra se encuentra en la Triennal del New Museum de Nueva York. (“Piedra dura de agua blanda”, una muestra colectiva con 40 artistas y colectivos internacionales).
Los trabajos de Chaile son esculturas, instalaciones, pero también performances y fotografías: en Faena Festival (Miami, 2019) horneó pan para el público en una acción titulada “La última cena”, y en la feria más importante del mundo, Art Basel (Basilea, Suiza), sirvió mate cocido en sus ollas populares intervenidas (todas fueron vendidas). “El horno de barro fue el motor de mi casa, sino funcionaba no había ingreso, es lo que más teníamos que cuidar, además teníamos el privilegio del pan casero y caliente”, recuerda el artista, así como las mandarinas en las veredas.
Contento habla con este diario al concluir la feria de arteBA porque su galería tuvo buenas ventas. Es que Chaile logró formar con otros artistas, NVS, un espacio con distintos formatos (galería, taller) con base en Lisboa y en Buenos Aires.
- Llegaste a Lisboa y pasaste del encierro al gran circuito…
- Claramente en poco tiempo empezó todo una situación profesional nueva que me demandaba tener mayor control y orden. Costó mucho pero lo estoy logrando, siempre he sido una persona tranquila y eso me ayudó mucho, pensar antes meditar y avanzar, transformar mi disciplina, escribir lo que quiero. Soy consciente de que soy un artista tucumano que circula ahora por una parte del mundo, eso me gusta pero no me gusta pensar que soy el único, siempre estoy pensando cómo se puede abrir el juego. Y sí, me imaginaba que esto iba a pasar, no creo en la suerte.
- En algunos trabajos hay citas. ¿Seguís en esa línea?
- Las citas bíblicas tienen aún un peso grande en mi modo de pensar, en mi modo de avanzar también. Así me formé y es muy difícil no pensar en los textos que te forman. Admiro y vuelvo mucho a esos textos que me encantan y que de alguna manera se alinean a ese puñado de convicciones que cuido. Ahora leo imágenes a través de historias que me cuentan, de lugares nuevos que exploro. Leo muchas notas y entrevistas a personalidades que se destacan desde la farándula hasta intelectuales.
- Y en tus obras están tus propias historias.
- Sí, gran parte de mis obras son síntesis de mis historias pero están atravesadas por las nuevas imágenes y relatos que vivo, que me cuentan, siempre busco ambientes familiares… las historias que encuentro son similares a las imágenes que vi, que me nutrieron, historias intensas y de situación límite.
- Te han llamado antropólogo visual.
- Sí, me autocalifico así como antropólogo visual por eso leo poco. Creo que soy un especialista en observar, mis padres me lo enseñaron, ellos entendían el mundo solo por imágenes. Eso me marcó, siento que pongo todo en mi sensibilidad para poder leer una imagen y sobre todo en una imagen nueva.
- ¿Qué expones en Nueva York ahora?
- “Mamá luchona” es la última escultura que hice. Se trata de una pieza grande con montón de huevos, remite a la cerámica condorhuasi y a una gallina, un insecto, a una persona y es medio ballena también. Es la síntesis de muchas imágenes; es la síntesis de lo que significa mamá luchona para nosotros… todos sabemos lo peyorativo que es este término, yo quiero llevarlo a otro lugar, a esta imagen más heroica e imponente. Es como una pieza que está sembrando huevos, potenciando cosas, activando como una bomba.
© LA GACETA
Jorge Figueroa – Periodista. Doctor en Artes.