Los Pumas: a reconstruir desde la base

La paliza ante Irlanda cerró un año para el olvido, pero Mario Ledesma seguiría hasta 2023.

LO POSITIVO. El tucumano Mateo Carreras, una de las grandes apariciones, marcó un gran try y estuvo a punto de hacer otro. LO POSITIVO. El tucumano Mateo Carreras, una de las grandes apariciones, marcó un gran try y estuvo a punto de hacer otro.

Por fin se terminó 2021 para Los Pumas. Un año que resultó ser un largo “capotón furioso” para el seleccionado argentino a manos de las potencias, de las cuales se ha ido alejando progresivamente hasta quedar reducido hoy a un equipo casi de Tier 2, capaz de vencer a rivales como Italia o Rumania, pero impotente ante cualquiera de los ocho mejores del mundo (y no, no hablamos de esa falacia que es el ranking de World Rugby, que hoy tiene a Argentina y Escocia por encima de Gales).

La paliza a manos de Irlanda en el cierre de la ventana de noviembre (53-7, la peor en el historial contra el Trébol) sólo vino a confirmar el raquítico estado de forma del seleccionado argentino a falta de poco más de año y medio para Francia 2023. Y si bien tampoco es cuestión de enceguecerse con los Mundiales como si fueran lo único que importa (de poco sirve andar bien ese mes y medio si los cuatro años siguientes no van en consecuencia), sí son un objetivo importante en torno al cual se puede elaborar un plan.

Y hasta aquí, el de Mario Ledesma no viene dando resultados. Volvemos a lo mismo: el triunfo sobre los All Blacks en 2020 tuvo una importancia histórica, porque nunca se les había podido ganar, pero a los fines prácticos es como una gota de lluvia en el desierto. Un año después, Los Pumas son otro equipo: desorientado, frágil, predecible. Un barco a la deriva cuyo capitán se aferra al timón y que seguramente sea ratificado en el cargo. Los triunfos sobre Rumania, un Gales descafeinado e Italia en 2021 tienen gusto a muy poco como para renovarle al ex hooker, pero al parecer esa será la decisión de la dirigencia. ¿Quesada? Solo un sueño que la UAR, ya sin los ingresos del Súper Rugby, no puede costear.

Está claro que algo hay que cambiar. Si no es el staff, entonces debe ser el método y el plan de juego, si es que se puede llamar así al desorden colectivo que refleja el rugby de Los Pumas, a duras penas sostenido por arrestos individuales. La entrega de los jugadores está fuera de toda duda, se parten el alma, pero de poco sirve cuando las ideas no están claras. Se ataca y se defiende como se puede, con pelotas que salen lentas pero que se pierden rápido, con formaciones fijas que no hacen pie (el line cayó a su punto más bajo contra Irlanda), con puestos improvisados, con un deficiente uso del pie, sin un pateador confiable (se regalaron decenas de puntos a lo largo del año en disparos a la H), con indisciplina (Tomás Lavanini es un gran jugador, pero también una bomba de tiempo), con una defensa sacrificada pero que no puede ser el único argumento y, sobre todo, con un resquebrajamiento mental que el staff técnico no ha sido capaz de solucionar.

Todo eso tendrá que revisar el equipo comandado por Ledesma hasta julio de 2022. Lo único que se puede rescatar es la aparición de nuevas figuras, como los tucumanos Gonzalo García, Thomas Gallo y Mateo Carreras (estos dos la rompieron en noviembre). Ellos deberían ser parte importante en la reconstrucción que necesitan Los Pumas.

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