Norah Castaldo: “el teatro debe ser universal en donde se presente”

La Asociación Argentina de Actores reconoció a la intérprete y directora bautizando los recientes premios Artea con su nombre. Las enseñanzas de Boyce Díaz Ulloque y el repudio a la intolerancia.

AGASAJADA. Los premios Artea fueron en homenaje a Norah Castaldo por su extensa trayectoria en los escenarios tucumanos, en distintos elencos. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO AGASAJADA. Los premios Artea fueron en homenaje a Norah Castaldo por su extensa trayectoria en los escenarios tucumanos, en distintos elencos. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO

“He recibido aplausos, saludos, flores y alguna pedrada de los disconformes de siempre con la obra ‘Marat Sade’ que hacíamos entonces”. Las palabras de Norah Castaldo movilizaron a los teatristas que estaban en el teatro San Martín hace una semana y recordaron que la intolerancia no es cosa nueva.

La actriz y directora fue reconocida por la filial local de la Asociación Argentina de Actores (AAA), que decidió bautizar con su nombre los recientemente entregados premios Artea, a modo de reconocimiento de una vida sobre los escenarios (“he recorrido todos los tradicionales, pero el del San Martín es muy especial”, confesó en la ceremonia).

En su mensaje decidió ponerse a un costado: “los protagonistas de la noche son ustedes -dijo dirigiéndose a una platea colmada de colegas-, que supieron superar los malos momentos que vivimos en estos dos últimos años, y que con ganas y talentos salieron adelante y buscaron alternativas para hacer teatro aunque sea de forma virtual hasta volver a lo presencial. El prestigio del teatro tucumano debe seguir siendo bien protegido, resguardado y ampliado”. En diálogo con LA GACETA, Castaldo desglosó sus sentimientos, recuerdos, deseos y emociones. 

- Sos la gran dama del teatro tucumano, ¿te sentís así?

- Tomo la pregunta como una afectuosa humorada. Si se refiere a que estoy acostumbrada a los camarines, a que me atiendan asistentes, maquilladoras y peinadoras, es cierto; viví esos momentos en algunos teatros en distintas provincias, en el Cervantes de Buenos Aires o en una sala del hotel Provincial de Mar del Plata, pero también estoy acostumbrada a los rigores del oficio y no sólo en mi viejo Teatro de la Paz (funcionaba en 9 de Julio al 400, frente a la plaza Yrigoyen).

- Tu trayectoria abarca tanto lo estatal como lo independiente, incluso como responsable de esa sala en un tiempo muy complejo...

- Desempeñé distintos roles; alguna vez se dijo que en el teatro independiente hay que ser boy-scout, hacer de todo: ayudar con la escenografía, con las relaciones públicas y con la prensa, resolver el peinado y el vestuario, barrer la vereda en los callejeros... En el 78 dimos funciones en los canchones de cinco ingenios cerrados con “El médico a palos” de Moliere, donde el camarín era una colcha atada entre dos árboles en una esquina del espacio. Estoy acostumbrada a todas las situaciones, más allá de que sea muy grato trabajar con todas las comodidades. Pero el artista debe adaptarse a todo.

- ¿Cómo nace tu interés por el teatro?

- Creo que mi vocación se manifestó desde la infancia. Jugábamos con mis hermanas y amigas al teatro permanentemente y me gustaba mucho la radio. Mi madre escuchaba “Las dos carátulas”, “El león de Francia” y “Los Pérez García”, un programa familiar que se emitía al anochecer. Me encantaba todo eso y la vida me llevó a hacer radioteatro con el Estable dirigida por Carlos Cores durante dos años.

- ¿Qué sentiste con este reconocimiento?

- Me encantó, por supuesto. A todos nos gusta que nos mimen un poco. Supongo que desde la AAA vieron en sus “discos duros” mis antecedentes y consideraron que merecía este reconocimiento. Fue un momento muy emotivo, en un acto bien organizado. Hubo muchas personas que se esforzaron en estas difíciles instancias.

- ¿Te llevó a hacer un repaso íntimo de tu trayectoria?

- Me sirvió para ello, sí. Hice un repaso de toda mi actividad, busqué fotografías y programas, tuve la suerte de que me ayude Ricardo Salim y de que hiciera un video bastante interesante. No refleja todo, por cierto, porque tengo más de 50 trabajos de actuación y 20 como directora con grupos independientes, que son muy respetables. Siempre les dije que, si no lograba enseñarles a actuar, por lo menos les iba a enseñar a saber ver y a juzgar el teatro. Creo que he cumplido.

- ¿Cuáles son tus trabajos preferidos?

- Son muchos, es difícil seleccionar, pero rescato “El cuarto de Verónica” de Ida Levin, que fue un sonado éxito en el teatro que tenía la Fundación Banco Empresario en 24 de Septiembre al 700; el orgullo de haber estado en la puesta de “Marat Sade” con el Estable, y también “La visita de la anciana dama” en ese elenco; la alegría que me producía hacer “Las de Barranco”; lo divertido que fue hacer “Dos damas indignas” o la hermosísima “El manifiesto”, dirigida por Osvaldo Bonet y junto con Alfredo Fénik.

- ¿Estás satisfecha con tu recorrido?

- En general sí, tanto con los elencos oficiales como con los independientes, incluyendo el ciclo de Teatro en la Calle y el teatro leído.

- Tuviste muchos directores. ¿Cuál tomaste como referente?

- Mi maestro es Boyce Díaz Ulloque, soy fanática admiradora suya. Quiero rescatarlo y no solamente en sus condiciones artísticas, sino con un valor agregado que merece destacarse. Nos enseñó el orgullo de ser artista. “Ustedes son señpres y señoras actores y actrices, la gente tiene que conocerlos”, nos decía y nos sacaba grandes fotografías. “Deben frecuentar el mundo intelectual, deben ser amigos de escritores, plásticos, músicos, que los va a enriquecer en la tarea teatral”, afirmaba. Nos dio un estatus en una actividad que parecía ser marginal en los 60, que no tenía ningún respeto en lo cultural, social ni laboral. Todo eso se corrigió con la creación de la delegación Tucumán de la AAA, que no fue fácil porque había un colectivo de actores independientes que no quería depender de Buenos Aires sino crear otro organismo en el interior del país. Vinieron varios para conversar el tema, como Luis Brandoni, y por fin se formó la filial tucumana a principios de los 80. Eso permitió dar un paso muy importante, sobre todo en lo laboral, con garantía de un retiro, de una obra social, de un paraguas protector que te da el gremio. No todos lo valoran debidamente, porque no vivieron nuestra experiencia como locos sueltos que andábamos por ahí, que no éramos reconocidos en nuestra tarea. Hoy es una labor que está totalmente institucionalizada con el gremio, la Ley Provincial del Teatro y el Instituto Nacional de Teatro, más allá de que te guste o no determinada gestión. hay subsidios, fiestas nacionales y provinciales, asistencias técnicas, congresos. Me muero de envidia por no haberlo tenido antes y me regocija que esta maravilla esté vigente; pero viene con la responsabilidad de recordar el legado de muchos actores y actrices.

- ¿Que en tu casa se respire arte y cultura te influenció y te ayudó en tu carrera?

- Siempre conté con el apoyo y el aguante de toda mi familia para esta vocación tan fuerte. Vivimos en un mar de libros y me gusta mucho la lectura y la poesía en particular. Tengo una famosa buena memoria (yo sabía la letra de todos los personajes de cada obra) y tengo incorporadas inconscientemente frases poéticas que muchas veces utilizo; nunca vienen mal.

- ¿Estuviste viendo teatro tucumano?

- El año pasado, por supuesto, nada por las condiciones que se conocen. Este año fui a ver la obra que dirigió Leonardo Goloboff, “La catedral sumergida”, y “La fiesta del viejo” que montó Salim. En lo personal, ninguno de los dos textos me convenció demasiado, pero los trabajos actorales son muy rescatables, sobre todo el de Mauro Yriñez en “La fiesta...”. Me alegra muchísimo que haya tanto teatro en Tucumán, que se hayan escapado de la periferia y que tengan la audacia de afrontar desafíos. Yo tuve el sueño del teatro propio, y me gustaría que no sean teatros temáticos. Pido, por favor, que no sea un perfil sólo con la perspectiva de género, otro dedicado al medio ambiente, un tercero en defensa del aborto, alguno más con militancia política partidaria...

- Tu mirada apunta a algo más genérico.

- Estoy convencida de que el teatro debe ser universal en cualquier esquina que se presente. Les deseo el mejor de los éxitos a las nuevas salas; no las conozco porque lamentablemente no salgo demasiado, pero me parece que están recortadas en temáticas muy específicas o a grupos sociales muy puntuales. En la inauguración de la sala Juan Carlos Torres Garavat, en Lomas de Tafí, insté a que se apele a la excelencia, al talento, al profesionalismo, que no le pregunten a nadie dónde milita o qué orientación tiene, sino que se enfoquen sólo en las condiciones artísticas. Se está poniendo mucho esfuerzo en hacer renacer el teatro en el interior de la provincia; la recorrí entera, tuve muchas relación con Edith Sesma en Aguilares, y siempre apoyé esa actividad en los municipios. Me acuerdo de las giras con el Estable.

- ¿Está desapareciendo el núcleo duro del texto y de cómo decirlo en escena?

- No creo, me parece que el problema radica en el tema económico. Hay obras lindísimas que no se pueden hacer por los derechos de autor que te piden. Tengo sueños gastados en piezas que me hubieran gustado hacer, soy una eterna enamorada de la dramaturgia norteamericana, Tennesee Williams, Eugene O’Neill, Arthur Miller... Nunca pude por distintas circunstancias y ahora es imposible. “El tiempo, al igual que la marea, no espera por nadie”, decía Williams. Eso ya fue. 

- Tu otra gran pasión es la política, con notoria militancia en la Unión Cívica Radical.

- Me apasiona tanto ahora como en mi adolescencia y en mi juventud. Lo que pasa es que el partido, con su intervención, está permanentemente cerrado y eso produjo una diáspora de diferentes grupos, quizás que se haya desinflado. Eso reduce el entusiasmo, y también se lo ve a nivel nacional. No estoy para nada de acuerdo con la ruptura del bloque nacional de Diputados, ojalá se pueda corregir en el futuro con un entendimiento de los distintos sectores para trabajar todos juntos.

- El reconocimiento te lo da una conducción del gremio totalmente identificada con el peronismo. ¿Es una señal para superar la grieta?

- Como te dije, creo que la decisión fue tomada por los antecedentes artísticos. Pero la grieta no se cerró ni se va a cerrar porque todos y cada uno de nosotros colabora a que siga abierta, tanto el Gobierno con sus disparatadas medidas populistas como los ciudadanos que seguimos profundizándola con nuestra actitud de vida en cada momento. No sé cómo se puede declarar, practicamente en una cadena nacional, que la pandemia se había superado con lo que estamos viviendo en este momento, o que ganaron las elecciones cuando perdieron. Pero nosotros, a su vez, violamos las normas sanitarias, las de tránsito, las tributarias. Todos peleamos por ver quién es el mejor, el más vivo, el que sale delante del otro. A veces la cotidianeidad se torna insoportable y anhelamos un cambio, que creo que algún día ocurrirá: aprenderemos a madurar culturalmente y pensaremos un poco en los demás.

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