Silvia Bentolila, médica especialista en psiquiatría y psicología médica relata, sin tecnicismos, cómo empezó su trabajo en el área de emergencia en provincia de Buenos Aires: “me daba un calorcito saber que mi presencia o la de otra persona en ese momento de crisis podía hacer la diferencia. Cuando alguien atraviesa una momento así se siente solo, desvalido, vulnerable y cualquiera de nosotros puede hacer la diferencia”, explica y detalla: “uno va caminando por la calle y hay un incidente vial. Un motociclista herido que no encuentra su teléfono y solo quiere comunicarse con alguien. Esa asistencia, ese apoyo, puede darlo cualquier persona”.
Bentolila define el rol de los asistentes en las situaciones de desastre como una especie de traductores: “es un rol de mediador entre las personas que están en crisis, desesperadas y quienes pueden dar una respuesta. Ese rol de intermediación, de traducir lo que las personas necesitan en medio de una crisis para que se resuelva lo más rápido posible”.
En noviembre de 2020, se unió con Mario Riorda, politólogo y director de la Maestría en Comunicación Política de la Universidad Austral para publicar un libro que resumen cómo se debe actuar en una crisis: “Cualquiera tiene un plan hasta que te pegan en la cara Aprender de las crisis. (Sello Paidós, Editorial Planeta) desde allí, ambos especialistas brindan una mirada interdisciplinaria explican qué sucede y cómo actuar de manera responsable frente a una crisis interpelando a los modelos de liderazgos, de comunicación y de comportamiento posible.
Su charla TEDxRiodelaPlata “Claves para ayudar emocionalmente en una crisis” propone un método simple de ayuda para implementar ante cualquier crisis, ya sea que una persona haya sido diagnosticada con alguna enfermedad grave o seamos testigos de un robo. “Conectar, apoyar y proteger, son tres acciones que hechas en el momento justo pueden evitar que la persona ponga en riesgo su vida o que quede una herida abierta que se transforme en trauma”, dice. “Cuando nos enfrentamos a lo inesperado, eso que siempre pensamos que le iba a pasar a otros, nos percibimos bajo peligro, quedamos aturdidos y todo se vuelve amenazante. Nuestro cerebro, inundado por hormonas de estrés, no puede pensar con claridad, perdemos el control interno y hacemos cosas desorganizadas, irracionales o ilógicas, en medio de los desastres, estas reacciones pueden llevarnos a la muerte”, reflexionó.
Y en el largo plazo, insiste la especialista, un apoyo emocional oportuno ayuda a evitar grandes sufrimientos. “El miedo de hoy puede transformarse en ataques de pánico más adelante. O la tristeza convertirse en depresión. Afortunadamente lo que podemos hacer para ayudar es muy sencillo. Conectar, apoyar y proteger”.
¿En qué consisten esas tres acciones?
Cuando nos acercamos respetando el espacio del otro nos presentamos. Mantenemos la calma, soportando los silencios. Escuchamos, comprendiendo lo difícil de la situación, sin juzgar ni prometer lo que no podremos cumplir, y sin repetir frases falsamente tranquilizadoras como ´todo va a estar bien´, ´podría haber sido peor´ o ´fue una desgracia con suerte´. Sí podemos usar esas palabras casi mágicas: ´¿en qué puedo ayudarte?´. Finalmente, no olvidarnos de proteger, acompañando a la persona hasta que recupere el control interno y pueda ayudarse a sí mismo.
¿En qué situaciones podemos aplicarlas?
No es necesario vivir un gran desastre para sentirse perdido y desesperado. La misma sensación puede darse en situaciones de la vida cotidiana, para quien lo vive es una crisis, es la sensación del “fin del mundo”. Una separación, que dejen de amarte, el diagnóstico de una enfermedad severa, la pérdida de un ser querido o ser víctima de un asalto. La dimensión de un desastre es personal y única. Perdemos esa racionalidad que nos dá el control interno y podemos forcejear con quien nos está apuntando con un arma o cruzar la calle mirando para el otro lado al salir de la consulta médica porque estamos “en shock”. De las crisis nadie está a salvo. A veces nos toca estar de un lado y a veces de otro. Cuando nos ocurren difícilmente tengamos un especialista cerca, por eso es tan importante aprender cómo ayudar, porque en ese momento cualquiera de nosotros puede ser esa primera línea de respuesta conectando, apoyando y protegiendo.
¿Qué nos falta aprender para actuar en los momentos críticos?
Necesitamos escuchar más al otro, en todo momento. La vida transita con crisis de diferentes magnitudes. Estar vivo es estar expuestos a las crisis. En los equipos de ayuda humanitaria que integro, los protocolos hablan de la atención temprana. No asistencia, sino atención temprana y oportuna, esa es la mejor estrategia de prevención para que aquella situación crítica que nos toca vivir después no se transforme en un padecimiento. Muchos de los padecimientos psíquicos se desencadenan a partir de una situación crítica que no pudiste terminar de procesar o elaborar. Por eso la importancia de prestar atención, escuchar y escucharnos.
Durante el transcurso de la vida vamos a tener que transitar muchas situaciones que nos confrontan a un escenario de crisis. No sólo por cosas dolorosas, inclusive las que se desencadenan por los cambios que traen las cosas que deseabas mucho, como estudiar algo que te gusta y recibirte, enamorarte, tener hijos, crecer, mudarte. Muchas cosas implican un gran esfuerzo de adaptación y transformación que se puede definir en términos de crisis.
Aunque las crisis en las que me especialicé, no son las que te mueven el piso, sino las que te lo sacan, te quedás sin piso. Te quedaste sin soporte, por eso las personas nos volvemos tan irracionales en esos momentos. Sentís que se dinamitan los parámetros con los que estabas acostumbrado a vivir.
¿Qué herramientas son importantes para procesar la crisis?
Primero es clave entender que muchas cosas pasan sólo por el hecho de estar vivos. Entonces el poder incorporar la dimensión de las crisis como algo que es parte de la vida y trabajar para modular nuestras emociones y construir una plataforma como línea de base para actuar, para relacionarnos mejor con los demás y nosotros mismos es importante. Hay que aceptar las limitaciones que tenemos como personas y que hay cosas que podemos controlar y otras que no. Claro que no me refiero a esas cosas que producen violencia extrema, que deberíamos como sociedad poder solucionar.
Es importante cómo crecemos y nos constituimos como seres humanos: el entorno familiar, la educación que recibís en la escuela y en tu comunidad, hoy en día influye hasta lo global. Se dedican muchas horas de la vida a aprender otras cosas, sería muy pero muy importante aprender a modular las emociones para transitar en mejores condiciones las circunstancias de la vida que nos ponen a prueba y acompañar mejor a los demás.